
La tormenta de junio del 93
El túnel del tiempo ·
Los dos primeros goles de Juan Sánchez con el Valencia llegaron en Mestalla ante el Espanyol tras entrar al campo cuando sólo quedaban quince minutos para el finalSecciones
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Los dos primeros goles de Juan Sánchez con el Valencia llegaron en Mestalla ante el Espanyol tras entrar al campo cuando sólo quedaban quince minutos para el finalpaco lloret
Sábado, 12 de junio 2021, 00:11
Los dos primeros goles de Juan Sánchez en el Valencia abrieron el mes de junio de 1993. Era una tarde de acusado bochorno, con la grada de Mestalla pendiente de la radio y no, precisamente, para conocer las incidencias de algún partido de fútbol que pudiera tener incidencia en los intereses valencianistas. A la misma hora se disputaba la final de Roland Garros, a la que no se asomaba un español desde hacía más de veinte años, después del título logrado por Andrés Gimeno. Un joven prodigio de la raqueta desafiaba a los grandes maestros. Su nombre: Sergi Bruguera, que se veía las caras con el norteamericano Jimmy Courier. El catalán se impuso en un partido épico que consumió los cinco sets y abrió un ciclo en el que lo raro es no ver a uno de nuestros tenistas luchando por la Copa de los Mosqueteros.
La jornada era pródiga en emociones, puesto que a la misma hora Miguel Induráin luchaba por recuperar la 'maglia rosa' en el Giro de Italia. Se disputaba la etapa reina, bajo una lluvia constante y con un recorrido de alta montaña de 250 kilómetros. Los corredores debían subir cuatro puertos, entre ellos el Passo di Pordoi y la Marmolada. El ciclista navarro no defraudó las expectativas y protagonizó un golpe de mano que le permitió recuperar el liderato. Para que no faltara de nada, aquel domingo 6 de junio coincidía con una jornada de elecciones generales presididas por la incertidumbre del resultado. Se vivía el primer duelo estelar entre Felipe González y José María Aznar, resuelto, finalmente, a favor del sevillano.
Lo cierto es que el encuentro de Mestalla ante el RCD Espanyol transcurría plácidamente con el cero a cero en una atmósfera de escasa emoción y cierta indiferencia. Los aficionados estaban presentes pero parecía que el partido les trajera sin cuidado, su atención se centraba en otros escenarios. El equipo entrenado por Guus Hiddink ocupaba sin excesivos agobios la cuarta posición de la tabla. El Valencia ya no podía alcanzar a los de delante y dependía de sí mismo para asegurar el puesto que le daba derecho a jugar en Europa. Iba en el modo piloto automático, con un calendario asequible y seguro de sus posibilidades, sin necesidad de realizar grandes esfuerzos. Esa situación de comodidad le permitía centrarse en el gran reto que tenía por delante: superar las semifinales de la Copa del Rey y clasificarse para la gran final. Desde 1979, catorce años antes, el Valencia no tenía a su alcance la posibilidad de disputar el título copero.
En el ambiente flotaba la máxima confianza y cierta ansiedad. El entorno del club se había enrarecido con el asunto Romario que se dejaba querer para fichar después de participar en el homenaje a Kempes. El valencianismo quería ver a su equipo en la final y exigía que el equipo saliera de su zona de confort y peleara por un título. La tarde ante el Espanyol acabó de la mejor manera posible cuando el letargo se había apoderado de los presentes. Juan Sánchez entró en el campo a falta de poco más de un cuarto de hora para la conclusión. Su entrada sirvió de revulsivo porque, apenas cinco minutos después, abrió el marcador. No tardó mucho en repetir, el delantero de Aldaia hizo el segundo y sentenció la contienda ante un rival que terminó perdiendo la categoría.
Después de esa victoria el Valencia debía recibir al Zaragoza en el primer asalto de la semifinal copera. El gran objetivo de la temporada. Sin embargo, Mestalla se quedó compuesto y sin triunfo. Un decepcionante empate a uno. Antes de la media hora Carlos Arroyo inauguró el marcador para los locales. La mejor noticia posible. El Valencia no remató la faena. Su superioridad se diluyó. Después vino el mazazo. 'Paquete' Higuera, una vez más, le marcó al Valencia y arruinó las expectativas creadas. Antes de comparecer en La Romareda, los valencianistas ofrecieron un recital en el Carranza, donde debutó Mendieta y Leonardo marcó un gol de ensueño. Con ese bagaje de confianza recuperada y con la ilusión por bandera, se afrontó el duelo de vuelta.
Hubo un amplio desplazamiento de aficionados hasta la capital del Ebro, donde se vivió un triste desenlace. El chasco fue mayúsculo. Sin embargo, el partido no pudo empezar mejor. Fernando consiguió el primer gol a los 20 minutos. Poco después, llegó el tanto del empate local. En la reanudación los aragoneses remontaron el partido con el segundo gol. A la desesperada, el Valencia buscó el empate que habría forzado la prórroga, pero lo que llegó en los compases finales fue el tercer gol del Zaragoza. Juan Sánchez replicó con el 3-2 en el minuto 90. No había tiempo para equilibrar el marcador. Aquella derrota fue el inicio de una crisis larvada que explotó en otoño. La frustración se apoderó del ambiente y el valencianismo se sublevó contra el equipo y la directiva. La despedida de la temporada, partido intrascendente en casa ante el Real Oviedo, fue lo más parecido a un ajuste de cuentas. Ni el triunfo por 3-0 calmó los ánimos de los presentes.
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Patricia Cabezuelo | Valencia
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