Tortura de 2.689 voces para Meriton en el adiós

La vuelta del público a Mestalla resultó un éxito desde el punto de vista sanitario pero un auténtico fracaso desde el punto de vista valencianista. Ni cinco mil, ni cuatro mil ni tres mil. Quien decidió ponerle precios a las entradas en lugar de regalarlas con un sorteo para premiar la fidelidad se equivocó; quien no supo reaccionar a tiempo para solventar ese desliz también erró; la pifió también quien no supo resolver los problemas informáticos que se originaron desde LaLiga a la hora de facilitar el acceso a los que querían comprar los tickets. Dicen en el Valencia que la premura de tiempo no ha ayudado pero es evidente que en la dirección del club han estado muy lentos de reflejos. Por eso y por otras cosas se les castigó ayer tarde. Para quien no se crea que dos mil y pico voces no arman escándalo en un estadio con capacidad para cincuenta mil está totalmente equivocado. El mensaje llegó nítidamente. Y no sólo al principio o al final. No. La afición blanquinegra fue un martillo pilón contra los dos personajes que hoy en día representan para el que no conozca la historia poco menos que el antivalencianismo. Hubo más de esos dos mil y pico seguidores en un estadio que se volcó con los jugadores (familiares y compromisos al margen) y es obvio que no todos cantaron, pero sí la inmensa mayoría. Y de una forma tan insistente que este diario se propuso contar las ocasiones en las que la grada lanzaba al aire de Mestalla un cántico contra sus dirigentes.

Y lo curioso, en ese particular ranking, es que ganó Murthy a Lim. El 'Anil, canalla, fuera de Mestalla', se coreó un total de 18 ocasiones (10 en la primera y ocho en la segunda), con el añadido de un '¡Anil, sal de la barra, sal de la barra...!». Peter Lim, el máximo responsable de todo, ocupó el segundo puesto del podium ('¡Peter vete ya!',) con un total de 16 referencias (9 en la primera y 7 en la segunda) con un añadido de postre similar al de su empleado: 'Lim, canalla, fuera de Mestalla'.

Tal cantidad de arranques populares que sin megafonía ni el barullo de decenas y decenas de miles de seguidores todavía fue más patente, hizo que el partido se viera salpicado por esta circunstancia. Por eso, una simple operación matemática deja que la tarde hizo que cada tres minutos, la afición cargara contra el palco y contra el que está en Singapur. «No estoy en la toma de decisiones, todos queremos lo mejor para el equipo y los resultados es la mejor medicina para curarlo todo. Está claro que la gente está enfadada por la situación, está en su derecho de asistir o no y opinar lo que quieran», añadía Voro. «Que la afición vuelva y que disfrute es bueno para todos. Ojalá la temporada que viene se pueda llenar el estadio», decía Carlos Soler mientras que Guedes apuntaba: «Celebrar un gol con ellos ha sido muy bonito. Hacemos nuestro trabajo para ellos, no tiene sentido jugar sin público».