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Es muy difícil que un equipo, por muy buenos que sean sus delanteros o la gente de segunda línea, sea capaz de ganar un partido con un único tiro a portería. Y si, encima, cuando lo haces el portero hace un paradón, pues más complicado todavía. Eso le pasó al Valencia CF en Balaídos. Sólo chutó una vez entre los tres palos. La opción fue curiosamente de Wass, uno de los jugadores menos talentosos desde el punto de vista ofensivo, en el primer tiempo y fue Rubén el que demostró su buen momento de forma, con una parada cargada de reflejos. Por supuesto, tan pobre registro no sólo tuvo como consecuencia que no se ganara el partido, sino que encima se perdiera. A diferencia del primer partido de Liga, cuando el Valencia acumuló hasta seis disparos a portería, además con un balón en el poste (el de Rodrigo), contra el Celta los registros ofensivos fueron paupérrimos. Algo está fallando.
De hecho, a la hora de contabilizar los intentos de gol que tuvieron los jugadores del Valencia, queda claro por dónde transcurrió el juego. Wass fue el segundo que más lo intentó (uno entre los tres palos y otro fuera). El primero fue Ferran, que salió a falta de 23 minutos para el final del encuentro. El de Foios, muy motivado pese a lo poco que quedaba, lo intentó en tres ocasiones, pero ninguna dirigida entre los tres palos.
Del resto, mejor no profundizar en su papel. Ni un solo remate más con dirección a la portería del Celta. Esta vez, la famosa pegada del Valencia, se quedó en el vestuario. El Celta no pasó apuros de cierta gravedad, ni en la fase en la que estaba dominando y que el Valencia podía haber actuado al contragolpe (su arma favorita), ni cuando al final del encuentro eran los de Marcelino los que hacían una intensa presión y un juego muy cercano al área viguesa.
Con esa perspectiva, es lógico que la puntuación de los jugadores de ataque deje mucho que desear. Mal día pues para que pudiera debutar con la camiseta del Valencia un Maxi Gómez que dejó en cierta evidencia a Marcelino. La decisión del asturiano de prescindir de Rodrigo no se vio correspondida por una aportación de nivel del uruguayo. No hubo transiciones rápidas, ni superó al central. En la hora y pico que estuvo sobre el terreno de juego, no llegó a chutar a portería, la misma circunstancia en definitiva que ocurrió con los Gameiro, Guedes, Parejo o Kondogbia.
Advertía ya el entrenador en la víspera que con Maxi habría que tener paciencia. No parece todavía el ex del Celta integrado en los automatismos que mantiene esta plantilla desde el año pasado. Lo que quedó después del partido de Balaídos es si Maxi y Gameiro pueden actuar juntos.
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