En la última semana de junio, los directores financieros de los clubes cobran el mismo protagonismo que los deportivos en el cierre de agosto. En el Valencia, Inma Ibáñez tiene uno de los retos más importantes desde que Meriton ostenta la mayoría accionarial del club. A cuatro días para que se cierre el curso contable 21-22 –por mucho que la LFP dé un poco de margen por motivo de la pandemia– el drama sigue siendo tremendo. Sin ventas a la vista, el club va a tener que hacer ingeniería financiera de alto nivel si no quiere presentar unas cuentas que le aboquen a final de 2022 a una situación muy parecida a la de hace un año, donde la ampliación de capital donde Peter Lim capitalizó sus créditos salvó al club de la causa de disolución. Si las pérdidas y la deuda se disparan, el Valencia volverá a esa casilla.
Publicidad
Una de las primeras decisiones ha sido comunicar a los jugadores que tienen negociaciones para renovar sus contratos que no se registrará ninguna operación antes del cierre del actual ejercicio contable. Algo que también afecta a las altas que vaya a tener Gennaro Gattuso para la plantilla de la temporada 22-23. Hasta el 30 de junio (o la prórroga que marque la LFP) sólo se darán apuntes de salidas o de movimientos que ayuden a mitigar la deuda. La última junta desveló el crudo panorama, puesto que en el presupuesto aprobado se asumen pérdidas de 36,59 millones con una previsión de 37,7 millones de beneficio neto en venta de jugadores. Es decir, el agujero real previsto es de 74,3 millones en una temporada donde no se ha jugado en Europa (con lo que no hay ingresos por competiciones), no se ha firmado un patrocinio extra ni ha habido ninguna inyección de capital. La venta de Wass por 2,7 al Atlético en el mercado de invierno es la única computable hasta el momento.
Noticia Relacionada
El ejemplo más claro del semáforo rojo de las inscripciones es el de Mamardashvili. El Valencia ha llegado a un principio de acuerdo con el georgiano, tal y como confirmaron a este periódico fuentes conocedoras del caso, para ampliar su contrato hasta 2027 pero al portero se la ha comunicado que comenzará la pretemporada el 5 de julio con el mismo contrato que hasta ahora (el firmado hasta 2024 con 20 millones de cláusula cuando el club hizo efectiva la opción de compra de 850.000 euros al Dinamo Tbilisi). Su nuevo contrato, con subida salarial, no podrá ser inscrito hasta que el club libere Fair Play con las ventas.
La situación de los cuatro jugadores que terminan contrato en 2023 (Gayà, Soler, Guillamón y Jaume Doménech) es diferente. Los dos primeros son conscientes de que están en la lista de transferibles puesto que están libres de amortización y una buena venta de ambos serviría al proyecto de Meriton para ayudar en el equilibrio de las cuentas. Eso sí, si termina el mercado de verano, no han renovado su contrato y siguen en el Valencia, a la siguiente ventana de fichajes llegarán como jugadores libres para firmar por cualquier equipo unos meses después. Es decir, si Lim quiere sacar un rédito económico de sus ventas tiene que ser en los próximos dos meses.
La palabra fichajes sigue muy lejana para la realidad económica del club. El nombre que más se ha asociado a la entidad de Mestalla en los últimos días es el de Matteo Politano. El extremo es del gusto de Gattuso, que sabe que no cuenta para Spalletti en el Nápoles, pero la entidad italiana no está dispuesta a venderlo por menos de 20 millones como precio de salida, con una horquilla de 15-18 según han apuntado varios medios italianos. Para llegar a ese nivel, el Valencia tiene que vender muchos activos.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.