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Hay que recuperar la Copa América de vela, ya celebrada en Valencia en 2007 y 2010, según el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, porque es «nuestra», pero ninguna autoridad ha pedido públicamente recuperar el Valencia CF, como si no lo fuera. La Copa América ... embelleció la ciudad, le dio un aire cosmopolita y atrajo a miles de turistas. Le vino como anillo al dedo. El Valencia es un símbolo de la cultura popular desde hace más de un siglo, referencia internacional a principios de milenio, dueño de un estadio único e icónico amenazado de derribo, secuestrado desde hace 10 años por un «especulador sin escrúpulos», según un exalto cargo de la entidad en referencia a Peter Lim. «Destrozó el equipo campeón de Copa de 2019 por capricho», añadió. El Valencia también necesitaría un impulso político. Antes de que sea demasiado tarde. Su potencial social, económico e incluso psicológico es infinito.
El VCF va camino del cadalso. El partido en Getafe fue un horror, impropio de la historia del Valencia, impropio de Primera. Hay al menos 10 equipos de Segunda que juegan mucho mejor. O Lim despide a Corona, encuentra a un director deportivo de verdad y ficha a tres o cuatro futbolistas de categoría en el mercado de invierno, o el club de Mestalla se despedirá de Primera. Solo Mamardahsvili no puede evitar el descalabro.
En el décimo aniversario de la llegada de Lim, no hay ninguna duda: sufrimos una estafa colosal. La élite local reunida en los 22 patronos de la Fundación del club, médicos, arquitectos y empresarios, cedió a las intimidaciones del entonces presidente del Valencia, Amadeo Salvo, y votó a favor por unanimidad del regalo a Lim en 2014. Solo tres patronos se negaron: Eva Turanzo (presidenta de las Empresarias Valencianas), Isabel Farinós (procuradora de Tribunales) y Juan Mercé (maestro de fútbol). «Había muchas presiones», cuenta uno de aquellos patronos. «Bankia (principal acreedor) por un lado; la Generalitat (a la que la Fundación debía 75 millones), por otro; y, sobre todo, Salvo, que quería ser presidente y arrollaba a todo el mundo». Entre ellos arrolló al catedrático Aurelio Martínez, cuyos mítines en Mestalla en beneficio de Lim todavía causan sonrojo.
Impunidad. La grada del Bernabéu profirió insultos racistas contra Lamine Yamal, pero la sanción será minimizada por mucho que LaLiga, ante la oleada de indignación, haya denunciado los menosprecios. Como tampoco se atrevió el árbitro, Sánchez Martínez, a expulsar a Vinicius pese a sus protestas. Y otra vez mostró su mal perder Ancelotti, señalando con el dedo amenazador al banquillo del Barça por haber celebrado el cuarto gol. No pone el mismo énfasis cuando Vinicius humilla a los rivales. Máxima hipocresía, Carletto.
Topuria. No entiendo la fascinación entre la gente joven de un deporte llamado 'artes marciales mixtas', dos personas golpeándose con una violencia extrema, sin filtros, jaleado por los medios de comunicación porque haya un hispano-georgiano, un tal Topuria, campeón del mundo de su categoría. Contradiciendo la famosa frase de Marcelino contra Lim: no solo los cangrejos caminan hacia atrás.
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