
Vicente Guillot, exjugador del Valencia
«El Valencia será lo que el dueño quiera pero esto se veía venir desde hace años»Secciones
Servicios
Destacamos
Vicente Guillot, exjugador del Valencia
«El Valencia será lo que el dueño quiera pero esto se veía venir desde hace años»Pese a que vive a menos de 300 metros de Mestalla –el viejo– lleva años sin ir al fútbol. Aún así, todos los días cumple ... con el ritual de dejarse caer por la sede de los veteranos –y más si hay partida de dominó que lidiar– y la semana que viene, justo al día siguiente de vérselas con el Barça en Copa del Rey, será nombrado presidente de honor de la Asociación de Futbolistas del Valencia. Vicente Guillot Fabián (Aldaya, 15-7-1941), la mitad del 'café con leche' como se le llamaba al tándem que formaba con Waldo en los sesenta (ganó la Copa del Rey del 67 y dos Copas de Feria en 1962 y 1963), instintivamente baja la voz cuando se le pregunta por la situación tan agónica por la que atraviesa actualmente el Valencia de Corberán. Fue un habilidoso y escurridizo zurdo en esos ocho años que estuvo con el escudo pegado al pecho, a veces algo irregular, pero su mente reparte juego como si de un fino centrocampista se tratara. «El nuevo campo está fenomenal... ¡si lo hacen claro! Eso sí, el día que tiren abajo el antiguo, a más de cuatro se le caerán las lágrimas», dice dicharachero, tras contemplar por primera vez la maqueta del Nou Mestalla expuesta en las oficinas del club.
Hace apenas dos meses, Guillot recibió la puñalada más traicionera que un padre pueda llegar a imaginar, al perder a su hija Mari Cruz. Se le endurece de inmediato la voz por este motivo. Aún así, parece hecho de otra pasta. «Estoy bastante bien, pero de un tiempo para aquí me canso más y eso que llevo casi veinte años sin fumar. El vicio lo cogí ya muy tarde, cuando me retiré del Elche y empecé como entrenador del Ilicitano. De los nervios empecé a fumar y... ¡uf! Luego cuando trabajaba para Seur e iba todos los días a Alzira, el cacharrito de coche que tenía daba miedo de tanto tabaco. Así estuve durante doce años», comenta.
Esos mismos nervios son los que desde hace ocho años le han impedido ir a ver al Valencia al campo pese a que lo tiene a tiro de piedra. «Estuve el día del homenaje a la bandera –fue en septiembre pasado–y a los diez minutos de la segunda parte le dije a Javier Solís y a la presidenta que 'muchos gracias por todo' pero que no aguantaba ni quería sufrir más, me levanté del asiento y me fui para casa. Mi mujer me dice que soy tonto, que qué necesidad tengo de padecer».
–¿Por qué le van a nombrar presidente de honor?
–Pues no lo sé, la verdad. Quizás es porque he estado muchos años en la directiva –comenzó ya en la época de Claramunt según consta en los escritos– y porque siempre he venido a la sede a jugar la partidita. Pero sin dinero eh, sólo nos jugamos el honor y el cachondeo. Seguramente también podrían ser presidentes de honor otros y hasta mejores que yo.
–Eso de ser el sucesor en el cargo del mítico Antonio Puchades tiene su aquel.
–Ese sí que fue un número uno... Antonio está a un nivel muchísimo más alto que yo.
–¿Qué diría Tonico si viera ahora al Valencia debatirse en cada partido a vida o muerte?
–Seguro que soltaría alguna barbaridad, de las que suelen decir en Sueca.
–¿Volvería usted a Mestalla?
–Ahora mucho menos. Mire, como vivimos tan cerca, cuando hay un gol del Valencia lo oímos desde casa y automáticamente pongo la televisión. Pero a veces cuando pasa eso, el contrario a lo mejor ya lleva dos goles a su favor.
Es justo en este instante, cuando se tocan temas 'sensibles', cuando su discurso baja notablemente de volumen. ¿A qué cree que se debe lo que está pasando en el club?
–Aunque uno no entienda de fútbol, todo el mundo lo sabe... me sabe fatal lo que está pasando pero esto es un verdadero... desastre.
–¿Se salvará el equipo?
–No creo –dice después de tomarse unos segundos de pausa–. Porque ya no dependes de ti mismo.
–¿Era la solución el cambio de entrenador?
–No. Mira, el nuevo entrenador está pidiendo ahora lo mismo que el anterior: quiere jugadores. La cuestión es ¿qué clase de futbolistas están viniendo y van a venir? No se conocen, a lo mejor son unos fenómenos pero seguramente debían haber venido ya desde el principio. A este paso, Dios quiera, que no pase nada contra el Celta el domingo que viene. Si caemos ahí, apaga y vámonos. ¿Cómo cree que van a salir los futbolistas al campo si algunos estarán pensando lo mismo que yo? Pasa lo mismo que cuando juegas un partido importante como una final, se pasan nervios para ganar el partido y ahora también para no bajar. Pero es que ahora cada vez que viene un rival va a pensar: 'Si no ganamos ahí, en Valencia, no sacaremos puntos en ningún lado'. Vienen predispuestos a llevarse los tres puntos.
–¿Y el factor Mestalla?
–Hace mucho, claro que sí. En mi época teníamos que animar nosotros a los aficionados, los jugadores debían ser los que animaran al público. Desde hace años, es al revés. Nosotros hemos venido aquí después de perder fuera y nos han armado una... Menos mal que nunca perdimos 7-1, si llega a pasar eso no salimos al campo. Pero el domingo la gente les va a aplaudir para intentar ayudar.
–¿Es una sorpresa para usted lo que está ocurriendo este año?
–Para nada. Se veía venir desde hace años, con los últimos dos-tres años. Si vendemos jugadores y no compramos... el Mestalla de Angulo se ha dejado bajo mínimos. Cuando la teta no da más de sí...
Guillot prefiere pese a todo no pisar jardines incómodos. Y más cuando se apunta a responsabilidades de gestión y de toma de decisiones tan trascendentales como las deportivas. Aún así, cuando uno va camino de su 84 aniversario es difícil contenerse verbalmente.
–El Valencia será lo que el dueño quiera. Diría tanto...
–¿Esos cuartos de final contra el Barcelona pueden llegar a despistar para el objetivo de Liga o a servir como acicate?
–No nos engañemos. Con todos mis respetos, hasta los mismos jugadores si pudieran decir lo de 'no jugamos la Copa'... Yo con el Barcelona recuerdo que nos enfrentamos la final de la Copa de Ferias (1961-62). Ganamos aquí 6-2 y allí empatamos 1-1.
–Usted que va a ser presidente de honor de los futbolistas, ¿con cuál se queda de los de ahora?
–Me está haciendo unas preguntitas majo... no lo sé, de verdad. Sé que los jugadores salen al campo con todas las buenas intenciones pero es evidente que falta mucha calidad. Hasta el mismo Gayà, con el que guardo una gran amistad, se está volviendo mediocre, cuando en realidad es un fenomenal jugador. Cuando lo veo me hago esta pregunta: ¿Qué le pasa a Gayà? Es un cúmulo de todo. Cuando empiezas a perder y ves que falta algo, automáticamente sin darte cuenta te vienes abajo. Estoy convencido de que estos jugadores tienen la voluntad más grande que uno pueda tener pero falta... falta... ¿el qué? Usted mismo lo sabrá. No hay un jugador delante que sea capaz de hacer pim, pim, pim y meterse. A veces ves un partido, sea el equipo que sea, saca un córner y el balón acaba en su mismo portero. En aquella época, hacemos eso y los abuelos sacaban la escopeta de perdigones de caza y nos hubieran llenado de perdigonazos. Antiguamente, cuando dabas un pase hacia atrás sólo oías del público: '¡Cap avant, cap avant! Per a darrere no es juga, sempre cap avant'.
Fue internacional con España. Protagonizó un sorprendente debut ya que con 21 años y en su primer partido (1-11-1962) con la camiseta nacional, ante Rumania, hizo tres goles. Algunos lo llegaron a comparar con Di Stéfano.
–La salsa del fútbol son los goles. Yo metía pero Waldo era mucho más anotador que yo, tiraba los golpes francos y no sabíamos dónde iba el balón. Antes no jugábamos con tantos defensas. A mí dentro del área... no veas. Me driblaba dos y tres jugadores en poco espacio. Yo creo que en el fútbol actual sí podría encajar aunque hay muchísima más preparación física. Antes nos tirábamos cuatro días de viaje para ir a A Coruña. Ahora casi se quejan por coger un chárter.
La valencianía de la plantilla
Fernando Giner cumplirá de este 2025 al 2028 su cuarto mandato como presidente de los veteranos. Las ayudas económicas a algunos exfutbolistas y los talleres de reminiscencia son las grandes tareas de este colectivo. «Cuando vamos a los talleres, con gente casi de la misma edad que yo, algunos me dicen que sí me vieron jugar. Yo era una ratita, me movía bien dentro del área. Pero también la pifié en muchos partidos. En unos me salía y en otros ni me enteraba», confiesa Guillot, que no duda en señalar la valencianía que tenía la plantilla. «Lo mejor era que había mucho valenciano. Entrenábamos detrás de Mestalla, en un campo que había piedras y de todo. Hasta los caballos de la policía iba a ese campo a hacer ejercicios. Pero terminábamos de entrenar y nos juntábamos casi todos, ocho, diez o doce jugadores y nos íbamos a la Taberna deportiva, que era del padre de Pepito de los Santos, y nos sentábamos en la terraza a beber porrones de cerveza con gaseosa. Eso hacía equipo, unión. ¿Hoy? Fui una vez al entrenamiento en Paterna y cuando acabó parecía que todos tenían prisa, cogían sus coches y se marchaban».
En lo personal se acuerda de Balmanya, que le dio la oportunidad en el primer equipo aunque para él «el mejor entrenador que he tenido es Barinaga, con el que hicimos un gran fútbol. Hicimos una fenomenal primera vuelta pero luego le rompieron la tibia a Sol en un partido en Pontevedra, a Mestre le operaron de hernia discal y la baraja se rompió. Hubo en la segunda vuelta del campeonato un chiste muy famoso. La gente decía: 'El Valencia va a fichar a un jugador ruso, Iván XIII... porque llevábamos trece partidos sin ganar».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El rincón de Euskadi que te hará sentir en los Alpes suizos
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.