Un Valencia hipotecado y sin defensa

La panacea. En verano pasado cayó el maná sobre los clubes españoles en forma de préstamo de un fondo de inversión británico, una lluvia de millones a devolver a muy bajo interés en los próximos 50 años, según los gacetilleros cercanos al presidente de la Liga, Javier Tebas. Había que ser muy bobo, acorde a estas explicaciones, para rechazar el plan, aprobado el 12 de agosto por un total de 48 clubes con las excepciones del Real Madrid, el Barça, el Athletic y el Ibiza. La realidad es otra. El Valencia CF, por ejemplo, recibirá 120 millones y acabará pagando 479, es decir, cuatro veces más. Será el resultado de devolver ese crédito más los intereses exigidos por el fondo de inversión, 306 millones (un 8,2%), y los intereses cobrados por la Liga, 52 millones (un 1,5%), según un estudio del jurista Gaspar Romero. En su afán de buen samaritano, la Liga obliga a invertir los 120 millones en infraestructuras (un 70%), en refinanciar la deuda (un 15%) y en fichajes y aumento del límite salarial (otro 15%). Miel sobre hojuelas para la mirada cortoplacista del principal accionista del Valencia CF, Peter Lim, que podrá así acabar el nuevo estadio de Mestalla e incluso sacar pecho, a través de sus colaboracionistas habituales, por cumplir el compromiso adquirido cuando entró en el club en 2014. Aunque sea con 10 años de retraso. Lim hipoteca así la sociedad de Mestalla para los próximos 50 años y ya es casualidad que el principal responsable de su llegada a Mestalla, el actual presidente del Ibiza, Amadeo Salvo, haya clamado contra el fondo de inversión británico: «Supone una pérdida patrimonial importante para nuestro club», declaró.

Desde la marcha de Garay. Ni siquiera la toma de posesión del banquillo de Pepe Bordalás, técnico avezado en tareas defensivas, ha tapado la sangría goleadora sufrida por el Valencia en las tres últimas temporadas. Con 36 tantos en contra, ya es el segundo equipo que más goles encaja, empatado con el Cádiz. Fue un coladero con Albert Celades, lo siguió siendo con Javi Gracia y así continúa con Bordalás. Desde la marcha de Garay, el mejor defensa a la pata coja de los últimos años, el equipo no levanta cabeza. Resultó muy hiriente perder la ventaja de dos goles el sábado en el Metropolitano ante el Atlético, pero qué podía no pasar con una zaga que acabó formando con Foulquier, Cristhian Mosquera, Diakhaby, Hugo Guillamón y Jesús Vázquez. El desastre. La devaluación de la plantilla pasa este tipo de facturas.

Autodestrucción granota. El poder acumulado en los últimos años por el presidente del Levante UD, Quico Catalán, se le volvió en su contra. Nadie pudo frenar el capricho de destituir al mejor entrenador posible para este equipo, Paco López, en la jornada ocho. El éxito de mantener sin agobios al conjunto granota en Primera en las últimas cuatro temporadas era principalmente de Paco López y no del presidente, como le hicieron creer la corte de pelotas que le alimentaron ese ego desbocado, esa falta de humildad.