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p El capitán. Albelda saluda a los aficionados tras el título de la temporada 2003-04. damián torres

El Valencia y su irregularidad liguera

22 veces en el podio. Con 87 participaciones, es cuarto en la clasificación histórica y su irrupción como equipo poderoso fue en los años cuarenta

PACO LLORET

Sábado, 28 de mayo 2022, 00:10

El Valencia ha transitado por la Liga de forma irregular. Los numerosos dientes de sierra en el gráfico de sus clasificaciones a lo largo del ... tiempo lo corroboran. La entidad de Mestalla se ha caracterizado por no tener un comportamiento sostenido en los ciclos de bonanza y sufrir altibajos, en algún caso, difíciles de asumir. Una prueba irrefutable de ello es que cuando se ha proclamado campeón del torneo de la regularidad ha sido incapaz de repetir en el ejercicio siguiente, a lo sumo ha acabado en el segundo lugar. Sin ir más lejos, entre los dos títulos de Benítez, hubo una temporada de descompresión saldada con un quinto lugar, fuera de la Champions.

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El Valencia ha ocupado plaza en el pódium liguero en 22 ocasiones. Seis veces campeón, otras seis, subcampeón, y diez veces tercero. Con 87 Ligas disputadas, el club valencianista es el cuarto en la clasificación histórica, sólo superado por el trío de clubes que ha permanecido siempre en primera división. Pese a que no fue incluido en la máxima categoría cuando arrancó el torneo en la campaña 28-29, el Valencia supera en puntuación al Athletic de Bilbao en la clasificación histórica pese a haber disputado cuatro ediciones menos que el club de San Mamés. Hasta hace poco, la entidad de Mestalla ocupaba la tercera plaza de ese ranking, por detrás del Madrid y el Barça, pero el Atlético de Madrid lo ha desbancado en los últimos años. Las trayectorias deportivas opuestas de ambos clubes han penalizado al valencianista.

La irrupción del Valencia en la Liga como equipo poderoso se produce en los años cuarenta. En ese período conquista tres veces el título y acaba subcampeón en dos ocasiones, ambas seguidas, a finales de la década. Sin duda, estamos ante el Valencia liguero más regular, que canta el alirón por última vez dentro de ese ciclo en la temporada 46-47 y al que se le escapan las dos ediciones siguientes, la más dolorosa, sin duda, en la 47-48, cuando tenía aparentemente el título en el bolsillo. En la primera mitad de los años cincuenta, el club se mantuvo en la cúspide, tres veces tercero y una segundo. A partir de 1954, después de la brillante conquista de la Copa y de un meritorio tercer lugar en la Liga por detrás del Real Madrid de Di Stéfano y el Barcelona de Kubala, el Valencia pierde contacto con la élite. El relevo generacional, con la decadencia de los jugadores referentes que marcaron una época brillante y con el desvío de recursos económicos destinados al proyecto de construcción del Gran Mestalla, explican lo sucedido. El potencial deportivo quedó afectado.

En el orden futbolístico establecido de los años sesenta, el Valencia se comporta como un equipo que no aguanta exigencia continuada de la Liga pero que se aplica en Europa e intenta el asalto a la Copa, competición en la que se siente cómodo. La mejor clasificación liguera obtenida en esa década es el cuarto puesto, alcanzado en un par de campañas, la 64-65 y la 67-68. El cambio de década relanza al club al estrellato con la sorprendente, por inesperada, conquista de la Liga en el ejercicio 70-71. El Valencia emerge con poderío y se queda las puertas del doblete. En la temporada siguiente ha de conformarse con sendos subcampeonatos pero las sensaciones que se transmite alientan el optimismo de cara al futuro. Sin embargo, la realidad rompe con las previsiones y sufre una etapa de decadencia de la que saldrá en la temporada 77-78 con el equipo que comanda a golpe de goles Mario Alberto Kempes. Una cuarta plaza devuelve al club a Europa.

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Especializado en torneos por eliminatorias, el Valencia transita por la Liga a finales de los setenta sin la capacidad necesaria para luchar por el título aunque los pronósticos le sitúen entre los favoritos. Bajo la sabia batuta de Pasieguito, en la campaña 80-81, y pese a la desgraciada lesión de Kempes, sale de ese bucle y opta a cantar el alirón hasta las últimas jornadas. Dos años después, el club cae en el pozo de una crisis descomunal que le conduce a un descenso en el campeonato 85-86, del que sale renovado y con empuje. A finales de los ochenta, con Espárrago en el banquillo, sube al podio: medalla de bronce en la temporada 88-89 y de plata en la siguiente. En los noventa se vive un poco de todo: el espectacular ejercicio de Luis Aragonés y el subcampeonato de la 95-96, la regularidad de Hiddink en el cuarto puesto y algunos vaivenes sísmicos.

El rumbo se endereza, al igual que en la década anterior, en los años finales. Ranieri conduce al equipo a la Liga de Campeones en la campaña 98-99 y se abre la puerta a un ciclo glorioso. Ese impulso descomunal sitúa al Valencia en la cúspide. En el nuevo siglo, el principal objetivo será estar entre los primeros para participar en la competición continental más importante. Por tres veces seguidas es tercero con Emery en el banquillo. Después, el caos con Meriton a los mandos, de los que sólo se salva el bienio de Mateu y Marcelino.

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