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El autobús del Valencia, a su llegada a Mestalla. Irene Marsilla

Retorno desangelado del Valencia a la Avenida de Suecia

El equipo de Baraja entra por la puerta principal de Mestalla dos meses después. Sólo unos cientos de aficionados reciben al equipo y sobre un millar vuelven a protestar pidiendo a Peter Lim que se marche del club

Lunes, 3 de abril 2023

Escoltados por cuatro policías a caballo, el autobús del Valencia regresó a la Avenida de Suecia más de dos meses después. La imagen, al trote, fue la antesala de una postal inusual. A la llegada del equipo no esperaba la imagen de miles de aficionados a los dos lados de la calle esperando a su equipo, sino el de varios cientos de seguidores caminando hacia el estadio, algunos andando de espaldas a la imagen. Será la falta de costumbre de los últimos partidos, el horario, el día, la Semana Santa o lo que usted quiera... pero la estampa desangelada no la arregló ni los acordes del pasodoble que en ese momento estaba interpretando desde el primer balcón de Mestalla la Sociedad Unión Musical de Riba-roja.

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La cara de Rubén Baraja, esa que no esconde una pequeña decepción, lo reflejó todo. Los tres partidos que la Avenida de Suecia estaba repleta de aficionados, el autobús enfiló la calle Juan Reglà por motivos de seguridad –la decisión siempre ha sido de la policía– y en esta ocasión que ya se había anunciado previamente que no iba a haber impedimento... la imagen fue la de un recibimiento de partido de pretemporada.

Esa poca afluencia, restan aún partidos en Mestalla para conseguir un recibimiento como los de toda la vida, fue el mejor anticipo de lo que iba a ser la nueva protesta contra Meriton convocada una hora antes del partido. A diferencia de las anteriores manifestaciones, masivas, los concentrados se mantuvieron cerca de la acera de enfrente de la entrada del palco. Por la calzada pudieron pasar los aficionados que deseaban entrar ya a Mestalla, o que se dirigían a alguno de los bares cercanos, y la puerta de entrada de autoridades e invitados no estaba custodiada por una fila de policías, como ocurrió en las tres protestas anteriores. Tampoco se increpó a los aficionados que optaron por entrar al campo y no sumarse a la protesta. Ese cambio, más educado, sí que fue ponderable. Lo único que se 'llevaron' los indecisos, como suele ocurrir con las manifestaciones que pasan por una calle transitada, fue recibir un «¡Menos mirad y más animar!» para que esos aficionados dejaran de hacer vídeos y se sumaran a la protesta. No tuvieron éxito ya que en la media hora que duró el acto fueron un millar de valencianistas los que desplegaron tres pancartas (#LimGoHome, Against Mendes Mafia y Hate Meriton) y entonaron los cánticos habituales.

«Es un día laborable pero para recordarle a Peter Lim que no le queremos no hay Semana Santa. Es normal que haya habido menos gente pero la afición tiene claro que el futuro de nuestro club pasa por la salida de Peter Lim. Mientras esté en el Valencia, el club no va a tener futuro», manifestó tras la protesta José Pérez, presidente del Libertad VCF, que recordó otras acciones abiertas como el juicio contra la venta de las acciones de la Fundación a Meriton «porque es muy revelador lo que pasó en el juicio y muy importante porque el poco prestigio que les quedaba a Amadeo Salvo y Aurelio Martínez en la ciudad lo arrastraron por el suelo de la Ciudad de la Justicia. Al menos, como justicia poética ya les está bien empleado».

El portavoz de la entidad convocante de las protestas antes de los partidos no pasó por alto que el recibimiento al autobús no tuvo la afluencia esperada pero lo quiso poner en un contexto: «En el Valencia vivimos una falta de normalidad, lo es que el autobús del equipo no haya entrado por la Avenida de Suecia muchos partidos cuando vemos que en el resto de España la afición se acerca casi hasta tocarlo o las declaraciones de Javier Solís. Vivimos en una falta de normalidad porque el club y el escudo estan secuestrados para otros negocios».

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Escuchar el cántico de «¡Peter, vete ya!» en el minuto 19 de un partido del Valencia en Mestalla no es ninguna novedad. No hay que parar las rotativas, como suele decirse... pero es cierto que el del partido contra el Rayo Vallecano será recordado como uno de los gritados con más rabia, puesto que además estuvo acompañado de un posterior «¡Que se vayan de una... vez!». El gol de Comesaña nueve minutos antes, que dejaba en ese momento al equipo penúltimo de la tabla, fue el desencadenante. Miles de pancartas amarillas volvieron a instar al máximo accionista a que se marche del Valencia. Él, las cosas como son, podría responder que ya está a miles de kilómetros.

Como suele ocurrir en cada partido, el ya famoso lema volvió a estar precedido unos segundos antes en los videomarcadores, también en los posteriores, por el mensaje en letras rojas recordando que el Valencia está en contra de los insultos y la violencia en el fútbol. A buen seguro, que ese lema lo suscriben la inmensa mayoría no, lo siguiente, de las personas que pueblan los asientos de Mestalla. La historia, implacable, recuerda que la afición del Valencia, en su concepto, jamás ha sido tildada de violenta. Aquello de todos los que están y todos los que son. Los violentos, que los hay como en todos los estadios, no representan a la entidad. Bastante tienen con entonar algún cántico, rodeados de algunos menores de edad, donde instan a frecuentar «las casas de putas». Sí, una vergüenza que conviene recordar para intentar sacar a esas personas de los campos. Sean del equipo que sean.

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El verdadero sentido del deporte, del corazón de los estadios, es el recuerdo eterno a los aficionados que ya no están. Como Emma, la joven de Jérica que falleció en febrero por una peritonitis, y a la que el club rindió un sentido homenaje, con su familia en Mestalla, antes del partido contra el Rayo Vallecano.

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