Diez derrotas consecutivas en los diez primeros desplazamientos. Este es el peor registro en la historia del Valencia. Sucedió en la temporada 82-83, en la que estuvo a un paso de caer al precipicio del descenso del que se libró milagrosamente. Mientras en Mestalla ... sus números eran los de un equipo de la parte alta, su pésimo rendimiento en las salidas le condenó a vivir un drama cada jornada. En los 17 partidos jugados lejos de casa sólo fue capaz de obtener un par de empates. Ambos en la segunda vuelta y con idéntico marcador: 1-1. La primera igualada tuvo lugar en el estadio Insular de Las Palmas, y la segunda en El Molinón, ante el Sporting. En el feudo de la Unión Deportiva marcó Mario Kempes, mientras que ante los gijoneses, el tanto fue obra de Javier Subirats.
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Después de batir al Barça en Mestalla en la jornada inaugural tras remontar el gol del debutante Maradona, no se podía sospechar, ni por asomo, lo que iba a suceder. Las tres primeras salidas llevaron al Valencia a campos del Norte: Bilbao, Pamplona y San Sebastián, por este orden. En San Mamés la contienda estaba igualada a uno, pero a 5 minutos para el final, los vascos -que ese año ganaron la Liga- lograron el gol del triunfo. La derrota se consideró accidental, la imagen que se dejó ante el Athletic no fue mala. En esos días, el Valencia se centraba en eliminar a un poderoso Manchester United en la Copa de la UEFA. La historia se repitió en la segunda salida. Un gol madrugador de Robert Fernández en El Sadar permitía soñar con el triunfo. Sin embargo, en los últimos minutos, los navarros remontaron con un par de tantos. Derrota dolorosa y frustración en el ambiente.
El panorama empeoró en la tercera oportunidad desaprovechada. Esta vez el escenario fue Atocha, donde la Real Sociedad, vigente campeón, se impuso sin excesivos problemas por 2-0 al equipo que dirigía Manolo Mestre. Las alarmas se encendieron definitivamente en el cuarto desplazamiento. Probablemente, la transmisión del partido en directo contribuyó a que se disparara la preocupación y se empezara a asumir la magnitud del problema. En el Sánchez Pizjuán, los valencianistas causaron una pobre impresión y perdieron por 3-1. Todos los goles llegaron en la segunda mitad. El de los visitantes, obra de Santi Idigoras, en el último minuto y con todo ya decidido.
Con un ojo en Europa y el otro en el torneo doméstico, el relevo en el banquillo se hizo inevitable. Antes de que Miljanic tomara las riendas del equipo, los valencianistas, hundidos en la clasificación, cayeron en el Vicente Calderón por la mínima. Los rojiblancos se impusieron por 2-1. Un marcador que se repetía por tercera vez en cinco salidas. El gol visitante lo marcó el austríaco Kurt Welzl. Con el técnico yugoslavo en el banquillo se superó otra eliminatoria europea ante el Banik Ostrava, pero la Liga se había convertido en una pesadilla. En La Rosaleda, el Málaga venció sin problemas por 3-1 a un rival entregado. Todo iba a peor. La prueba más evidente es el varapalo sufrido a continuación en Santander. En el viejo Sardinero, el Racing se impuso por 4-1.
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El año 1982 se cerró con una nueva derrota, esta vez en el Benito Villamarín por 2-0. El primer tanto llevó la firma del «Lobo» Diarte. Psicosis en el ambiente. Miljanic no daba con la tecla adecuada mientras el Valencia seguía superando rivales europeos de postín y se mantenía invicto en la competición. El Spartak de Moscú fue la tercera víctima. El año 1983 se inició con sendas derrotas en desplazamiento. Con apenas tres días de diferencia, los valencianistas fueron barridos del Bernabéu por 5-1 y cayeron por la mínima en el Camp Nou, 1-0. En este choque, Bermell detuvo un penalti.
Después de esta derrota en Barcelona, la décima consecutiva en desplazamiento, llegó el providencial empate en Las Palmas que acabó con la racha. Frenada la hemorragia como forastero, y tras lograr un meritorio triunfo en casa ante la Real Sociedad con otro gol milagroso de Robert en el último minuto, vino la debacle de Sarrià. Antes, se había perdido en Valladolid -con el inevitable gol de Minguela a última hora- y en Zaragoza. En el campo del Espanyol, los valencianistas vencían por 0-2 a falta de media hora para la conclusión. Los pericos reaccionaron y le endosaron cinco goles. Destituido Miljanic, llegó Koldo Aguirre, la última bala. Un recurso a la desesperada. Mientras en casa, el Valencia era un equipo fiable, fuera sufrió un calvario hasta la conclusión de la Liga y un desenlace rocambolesco.
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