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Cuando se vierte la literatura del Valencia bronco y copero, la figura que no puede faltar es la de una pareja de centrales duros como ... una roca. Paulista y Garay la formaron en el título de 2019 y tras la salida del argentino el club ha estado dos temporadas buscando encontrar ese equilibrio en la balanza. Omar Alderete llegó para eso. El paraguayo, tras otro partido soberbio ante el Athletic, llegó a una de las dos premisas que rezan en su contrato para quedarse tras sumar 25 partidos esta temporada. La segunda marida con el sueño de la novena, puesto que si Gayà logra levantar el trofeo de la Copa el próximo 23 de abril en la Cartuja, lo que le daría al Valencia además del título el pasaporte para la Europa League, Alderete certificaría que se queda en Mestalla al tener que ejercitar el club la opción de compra obligatoria de 7 millones al Hertha Berlín al asegurarse la participación en competiciones europeas para la temporada 2022-2023.
El acuerdo de cesión de Alderete, que cumplió 25 años el pasado 26 de diciembre, estipuló esas dos cláusulas para extender su contrato tres temporadas más hasta junio de 2025. Es cierto que el contexto económico del club sigue estando al borde del abismo, conviene no perder la perspectiva por la gran temporada copera del equipo, pero también lo es que asegurarse un activo del nivel del paraguayo con una amortización de 2,33 millones por temporada no es una mala operación. Además de formar junto a Paulista una de esas parejas llamadas a entrar en la hemeroteca histórica de la entidad, Alderete es el tercer jugador que más minutos acumula esta temporada (sólo por detrás de Guedes y Guillamón) y ha contribuido con dos goles, ante el Osasuna y el Espanyol. Un auténtico mariscal para el centro de la zaga que, además, abandera ese espíritu competitivo que está en el sello que Bordalás ha inoculado en el actual Valencia. Alderete fue uno de los jefes de la fiesta que se montó tanto en el vestuario de Mestalla como en el balcón del estadio. Un referente para la afición que idolatra a la 'bordaleta'.
Más allá de la ilusión por conseguir el noveno título copero, la final de Sevilla es una de esas oportunidades que pueden permitir al Valencia salir de la mediocridad liguera de las últimas temporadas. Desaparecer de Europa ha sido un lastre mayor que las pérdidas provocadas por la pandemia, que afectan a todos. La última ocasión en la que la entidad de Mestalla disputó la Europa League, tras ser eliminado en Champions e ingresar 47,8 millones, logró facturar 9,3 en la segunda competición continental antes de ser apeado de la final por el Arsenal.
La foto de los números en el club sigue siendo la que es. Las pérdidas acumuladas en siete temporadas con Meriton al mando suman 134,54 millones. En el curso 20-21 las pérdidas fueron de 31,2 millones pese a vender derechos de adquisición de futbolistas por 79,76 millones con un beneficio neto de 49,38. El panorama del presente ejercicio no es mejor. Con un presupuesto de 104 millones de ingresos y un coste de plantilla de 124 (ya se parte con una anomalía) el club estima 37,7 de beneficio neto en venta de jugadores no para dar números positivos sino para que las pérdidas sean de 36,59 millones. Con la venta de Wass en el mercado de invierno por 2,7 millones al Atlético comenzó a equilibrarse esa cifra aunque si no hay un encaje financiero, el Valencia está abocado a otro año de pérdidas con Meriton al mando.
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