Con el arbitraje español en sus horas más bajas, el Valencia se sumó este sábado a la indignación generalizada. En medio de la apabullante ... presión de los tres aspirantes al título de Liga, Mestalla se unió al cisma y clamó contra la decisión del colegiado de no sancionar con penalti unas clarísimas manos de Javi Galán en el momento en que los de Carlos Corberán trataban de meterse de lleno en el partido frente al Atlético. No tardó en alzar la voz el club. Con el encuentro todavía en marcha, a las 20:13 horas, la entidad blanquinegra, a través de las redes sociales, publicó un vídeo en el que se ve claramente la jugada. Acompañando las imágenes, un contundente mensaje: «Nosotros respetamos a los árbitros. pero esto es penalti». La tensión crece en el fútbol nacional.
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En el minuto 56, cuando el Valencia estaba apretando y acariciando un gol que habría supuesto un punto de inflexión en el partido, un cabezazo de Umar Sadiq fue repelido con el brazo por Javi Galán dentro del área. Sin embargo, el colegiado balear Mateo Busquets Ferrer entendió que no hubo infracción. Ni se acercó al monitor del VAR.
Incluso el entrenador del Atlético, Diego Simeone, comprendió la rabia expresada por el Valencia. «Es igual a la imagen de la Eurocopa, la mano esa muerta que está ahí abajo, pero que le pega en la mano. Yo no entiendo nada, que quieren que les diga. En la Eurocopa era penalti, Cucurella ya lo dijo: 'Me quería morir, me quería cortar la mano'. Dicen que la mano estaba muerta abajo, pero la pelota le pega en la mano. No sé, ojalá que sea siempre más claro para todos porque es poco entendible esa situación. Un día va a ser penalti, otro no. Ojalá podamos siempre manejar la misma línea para todos los equipos», comentó el argentino.
Instantes después, uno de los futbolistas blanquinegros más desequilibrantes, Iván Jaime, remitió a las palabras de Simeone. «No hace falta que lo diga yo. Lo ha dicho el entrenador del rival. Ha sido penalti claro. Pero bueno, son cosas que uno no puede controlar, son cosas externas. Es una acción que podría haber cambiado el partido», afirmó el malagueño, quien lamentó la falta de claridad sobre el criterio a la hora de castigar las manos.
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El arbitraje nacional está más desacreditado que nunca. Se encuentra en el ojo del huracán. De ahí las discrepancias entre el presidente de la Federación Española, Rafael Louzán, y el presidente del Comité Técnico de Árbitros, Luis Medina Cantalejo.
La tensión es máxima. Basta con analizar la investigación que ha envuelto a José Luis Munuera Montero tras sus polémicas decisiones en el duelo entre Osasuna y Real Madrid. Se abrió un proceso para estudiar un presunto conflicto de intereses del colegiado internacional por una actividad empresarial. Unas supuestas irregularidades que, finalmente, el Comité de Cumplimiento de la Federación ha descartado.
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Durante las últimas semanas, Louzán ha tratado de enfriar los ánimos. «España y sus árbitros están en un nivel internacional muy alto. Son grandísimos profesionales y eso debe estar fuera de duda. No debemos caer en el alarmismo constante, porque hay que pensar que son personas que están haciendo su labor arbitral y se merecen respeto. Si decimos más de lo que corresponde estaremos haciendo un flaco favor a la sociedad española. Lo que toca es no pasarnos de la raya de lo cual es interpretable, cada uno podemos tener nuestra opinión», afirmó el dirigente el lunes. Eso sí, el pasado 6 de febrero anunció en un cónclave con los equipos de Primera y Segunda, la Liga y los colegiados que el sistema arbitral español «va a cambiar» para encontrar uno que sea «del agrado de todos».
A la espera de esa transformación estructural anunciada por Louzán, el Valencia trata de agarrarse a la permanencia. Este sábado, después de tomar aire en las dos anteriores jornadas, Corberán entendió que había llegado la hora de apostar fuerte por el mercado invernal. Por esos futbolistas recién aterrizados que estaban ofreciendo fogonazos halagüeños. De ahí que Umar Sadiq, el protagonista del empate ante el Villarreal, y el escurridizo Iván Jaime dieran el salto al once inicial ante el Atlético. Su primera titularidad en Liga con la camiseta del Valencia. Una muestra más de la asfixiante necesidad de refuerzos que arrastra el equipo desde hace temporadas. Tanto el delantero nigeriano como el mediapunta malagueño enseñaron sus credenciales e hicieron méritos para mantener el puesto. Sin embargo, su aportación no fue suficiente para plantar cara a un conjunto que sí hace honor a su dorada historia: el Atlético de Madrid.
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Iván Jaime llegó al Valencia el último día de mercado sin hacer especial ruido. Lo hizo en calidad de cedido por el Oporto con una opción de compra de siete millones, Este sábado, escorado a la banda izquierda, le tocó bailar con Nahuel Molina. E hizo sudar al defensa argentino. El mediapunta malagueño fue de menos a más durante el encuentro. Al principio, algo incómodo, no terminaba de entender con Gayà por el carril. Pero con el transcurso de los minutos, fue creciendo. Y tras el descanso, terminó de soltarse. Cuando le empezaron a fallar las fuerzas, en el minuto 65, fue sustituido por un André Almeida al que empieza a hacer sombra.
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