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PACO LLORET
Valencia
Viernes, 25 de septiembre 2020, 23:13
El tormentoso final de Liga vivido en la primavera de 1977, con una cadena de altercados de orden público en diversos campos, entre ellos Mestalla, forzó la decisión. Los responsables del fútbol español dieron luz verde a la instalación de las vallas de seguridad o de fosos, en aquellos recintos cuyas medidas lo permitieran, para el siguiente ejercicio.
La medida, sin precedentes en nuestro país, venía condicionada por la proximidad de las primeras elecciones democráticas, previstas para el 15 de junio. Se quería prevenir cualquier clase de incidentes que alterara la convivencia en un período clave de la sociedad española, sumida en plena Transición. El Plantío de Burgos y el Camp Nou precedieron al feudo valencianista como escenario de protestas descontroladas que derivaron en invasiones de campo y hasta en agresiones.
La mecha que prendió aquellas revueltas de aficionados fueron algunas actuaciones arbitrales. El colegiado madrileño Melero expulsó a Cruyff en Barcelona. El escándalo adquirió proporciones descomunales. Con la sensibilidad política a flor de piel, el hecho fue considerado como una provocación centralista. Melero Guaza nunca más volvió a arbitrar. Algunas semanas después, en Burgos, se pitó un penalti en el último minuto a favor del Barça cuando el marcador reflejaba triunfo local por la mínima.
El partido era televisado y el tremendo revuelo que originó la decisión se vio en directo en todo el país. Palmer, lateral que fichó por el Valencia, fue expulsado por una agresión que, en realidad, no cometió él, sino un compañero. Sin embargo, Manzanedo, el portero burgalés que también recaló en el club valencianista, detuvo la máxima pena. El presidente del club local, Martínez Laredo, agredió al árbitro en el túnel de vestuarios con un paraguas.
A Mestalla le cupo el dudoso honor de cerrar aquel ciclo de episodios tan desagradables con el famoso partido Valencia-Zaragoza, jugado el 15 de mayo, un mes antes de los comicios. El árbitro Sánchez Ríos suspendió el encuentro ante la imposibilidad de ejecutar el lanzamiento de un penalti a favor de los visitantes por la lluvia masiva de almohadillas y la invasión de aficionados. El colegiado andaluz, a un paso de la jubilación, fue apartado y tampoco volvió a arbitrar. El encuentro concluyó a puerta cerrada en el Bernabéu. Las fuerzas policiales se vieron desbordadas y el colegiado fue golpeado por un directivo valencianista en el túnel de vestuarios.
En la totalidad de los terrenos de juego de primera y segunda, se instalaron las vallas. Apenas unos pocos procedieron a cavar un foso. El fútbol español, que presumía de haber sido hasta entonces una excepción en comparación con los frecuentes altercados que se registraban en otras ligas europeas y sudamericanas, hubo de resignarse ante la cruda realidad de los acontecimientos. Se había traspasado una peligrosa frontera y había que atajar aquella dinámica. La tradición extendida durante años en la mayoría de los campos era el lanzamiento de objetos, sobre todo almohadillas y, en Mestalla, se prodigaban las naranjas voladoras.
El estreno de las vallas en el campo valencianista tuvo lugar en el primer encuentro de Liga de la temporada 77-78, correspondiente a la segunda jornada del campeonato. Después de debutar en el Calderón con una severa derrota por 3-0, el Valencia se rehabilitó con idéntico marcador, esta vez favorable, ante el Cádiz el 10 de septiembre de 1977.
El conjunto andaluz que competía por vez primera en la máxima categoría se presentó con una formación en la que destacaba poderosamente la presencia de dos ilustres ex-valencianistas: el defensa Barrachina y el delantero Quino. En el banquillo visitante se sentaba un técnico, Dragan Milosevic, con pasado en la entidad de Mestalla. El Valencia despachó el encuentro con comodidad. Sendos goles argentinos en la primera mitad: Valdez y Mario Kempes. Ese gol inauguraba su cuenta particular que alcanzó los 28 tantos y que le proporcionó su segundo ‘Pichichi’ consecutivo.
En una noche de históricos, Claramunt se sumó a la fiesta en la segunda parte con un gol, el tercero, y que fue el último del jugador de Puçol en compromiso oficial. Esa campaña, la primera con vallas, fue la última de Mestalla con su estructura clásica levantada en los años 50. En el verano de 1978 se remodeló para el Mundial de España 82. A raíz de la tragedia de Hillsborough, en abril de 1989, se cuestionó su conveniencia. De manera progresiva se fueron eliminando por ser consideradas contraproducentes para la seguridad.
El sábado 24 de abril de 1999 Mestalla albergó su primer encuentro sin vallas, al menos de manera parcial. Se mantuvieron en los fondos.
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