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Pues me he quedado con las ganas. El jueves pasado les escribía con la esperanza de estar aquí hoy hablándoles de la pelea europea del ... Valencia y todas estas cosas bonitas que cualquier valencianista se merece. Pero no. Dos empates consecutivos ante Rayo Vallecano y Espanyol dejan Europa lejos y la salvación por cerrar. Y no es porque el Valencia no haya hecho dos buenos partidos en los últimos seis días, la verdad. En Vallecas volvió a estar a la altura fuera de casa, nunca se fue del partido y cerca estuvo de ganar tras el 1-1. Y en Mestalla el martes fue mejor que su rival en líneas generales, pero el Espanyol es hoy un equipo dificilísimo de ganar y, aunque el Valencia estuvo cerca de conseguirlo, no alcanzó. No se puede ganar siempre. Lo que pasa es que nos habíamos acostumbrado tanto a las victorias con Carlos Corberán, que cada partido parecía destinado a caer del lado valencianista. Sobre todo en Mestalla.
Y así llegamos al parón por la final de Copa del Rey de este sábado en La Cartuja. Si miramos con perspectiva la situación, es sencillamente espectacular lo conseguido. Lo que debía ser una final dramática por la permanencia se convirtió en un duelo por salvarse y acceder al mismo tiempo a los sueños europeos. Ni final a todo o nada... ni dramas por empatar. Sí algo de decepción, porque -no nos engañemos- se había instalado en la ciudad la palabra 'Europa' como una posibilidad real tras todo un año de zozobra. Y el partido del Espanyol regalaba mirar descaradamente a plazas europeas olvidando el descenso para siempre.
Pero como esta liga es impredecible, mientras el Valencia se dejaba dos empatitos seguidos, Las Palmas sacó seis de seis donde todo el mundo pensaba que sacaría cero. No les hablo de lo de ayer en San Mamés, sino de Getafe y Atlético de Madrid. Y eso ha comprimido la clasificación. Con 39 puntos el Valencia no está salvado y la próxima jornada se visita precisamente el Gran Canaria. No me voy a poner ahora tremendista, pero hay que ser realista: perder en la isla sería entrar en problemas, volver a mirar de cerca el descenso y regresar a casa frente al Getafe con aroma, esta vez sí, de final por la salvación. Y ya nadie pensaba que eso pudiera ocurrir. Mucho más si tenemos en cuenta que, después de Getafe en Mestalla, se viaja a Mendizorroza, contra un Alavés que está en la misma situación que los canarios. Corberán tenía razón con lo de la prudencia. Faltan dos o tres puntos: una victoria en los cinco partidos que quedan o dos empates contra Alavés y Las Palmas. Es obvio que con eso sería suficiente. Esta es la consecuencia del empate ante el Espanyol y ante el Rayo en Vallecas: dos puntos rascados para la permanencia... cuatro puntos que vuelan para tener que seguir remando.
Ahora bien, hay que reconocer una cosa: este Valencia compite de una manera tremenda siempre. No le puedes poner un pero. Ni un reproche. Juega bien al fútbol, somete a los rivales muchas veces, se aguanta siempre de pie cuando le someten a él y siempre está en disposición de ganar los partidos. Un trabajo excelso de Corberán que se ha ganado el respeto de todos con trabajo a destajo, conocimiento táctico, lectura de los partidos, elección del staff... nada es casual en los resultados que se han conseguido. Y una cosa a la que yo le doy un valor muy especial: en un mundo de mentira y milonga permanente, Corberán explica públicamente sus decisiones tácticas con humildad y sin miedo alguno, ayudándonos a entender lo que sucede sobre el césped. Siempre me pregunto qué habría pasado si llega un mes antes al club y no un mes tarde. ¿Ustedes no?
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