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Volvió el fútbol a Valencia. Lo hizo primero en Orriols y lo hará este próximo sábado en Mestalla. Nadie olvida lo vivido -nadie de aquí, ya veremos los de fuera- pero avanzar también pasa por volver a ver rodar el balón. Lo vivido es el ... Ciutat de Valencia será inolvidable desde lo emocional pero también desde lo profesional: no se pueden hacer mejor las cosas. El club granota juega la Champions League en asuntos del corazón y el respeto, mimo y cuidado de cada detalle en el homenaje previo al Levante-Elche será recordado siempre. Las camisetas azulgranas del barro fueron el colofón a un homenaje con mayúsculas. Solo cabe felicitar al club granota. No hay colores en el partido de la vida. Este sábado será en cambio el turno de Mestalla. Y, como esto no es un campeonato de 'a ver quién lo hace mejor', seguro que será tan emotivo como el del Ciutat. Tan sentido y tan respetuoso. No hay afectados granotas o damnificados valencianistas. El pueblo salva y honra al pueblo con la misma camiseta.
El otro partido ya terminó. Y con el paso del tiempo, inevitablemente, todos recordaremos que unos fueron humanos en la tragedia y otros calaña miserable. Unos lo dieron todo por sus semejantes y otros no dieron nada. Unos lloraron la muerte de vidas humanas y otros lloraron de risa con fotos en las redes. Unos pusieron su dinero y otros te lo piden a ti con una desvergüenza que asusta. El cielo y el infierno no se inventó por casualidad, era necesario crearlo para colocar a cada uno en su lugar el día en el que todos nos vayamos de aquí.
Por último, el fútbol. Al filo de las dos de la tarde volverá a rodar el balón en Mestalla. Nunca mejor dicho 'la cosa más importante de las menos importantes'. Y, recuperando poco a poco el pulso futbolístico, me pregunto qué pasará a partir de ese momento. Al Levante claramente le afectó en lo psicológico el reinicio del juego. Lo reconoció Calero y lo vimos todos. Los jugadores son personas y, en mayor o menor medida, todos han vivido la tragedia. Y, como pasó en Orriols, los minutos previos al partido van a remover la cabeza de esas personas que juegan al fútbol con la camiseta del Valencia.
No somos máquinas. Tampoco los jugadores. No tenemos un botón que anule la caja de las emociones. Y, obviamente, no lo vivirán igual los jugadores del Betis, han visto por la tele lo que sus rivales han vivido en sus carnes. No es una excusa ante lo que pueda pasar durante el partido, es una realidad ineludible. Hoy es imposible valorar cuál será el peso de las cabezas en el partido.
Y por último está lo físico. Ahí no hay debate. Un equipo que lleva casi un mes sin competir contra otro que juega cada domingo. Para el Valencia es como empezar de nuevo la Liga en agosto contra un equipo que lleva jugando desde julio. La ventaja de ritmo competitivo de los verdiblancos será más que evidente.
¿La buena noticia? Que esto es fútbol y el fútbol es puñeteramente impredecible. Y todo lo que parece lógico -el ritmo, lo psicológico...- luego llega la hora de la verdad y la realidad supera a la ficción. Les pongo un simple ejemplo en el que igual no han reparado. El Valencia dejó de jugar y el resto de la Liga no paró -otra lección de humanidad, por cierto- pero la clasificación no dice eso.
Los de Baraja tienen dos partidos menos y ¿saben a cuánta distancia están de la salvación? Exactamente a la misma que antes de la DANA, a tres puntos de salir del pozo con dos partidos más por jugar. ¿Se lo esperaban? Seguro que no. Si hay que volver a empezar, no es una mala manera.
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