Voro, en el centro, en un partido en Valladolid de la temporada 87-88. bernat navarro porter

Voro hizo realidad su sueño infantil

el túnel del tiempo ·

De niño, el actual entrenador del Valencia vivía como un acontecimiento extraordinario cada vez que su tío lo llevaba a Mestalla a ver los partidos en la preferencia numerada del estadio

PACO LLORET

Sábado, 4 de febrero 2023, 00:54

A mediados de los años ochenta, el Valencia nutrió su plantilla de una camada de jugadores, defensas en su mayoría, criados en la casa. Bajo el estandarte de la pareja de referencia formada por Arias y Tendillo, a la que se sumó posteriormente Quique Moreno, ... fueron ascendiendo de forma progresiva una generación formada en Paterna. Uno de ellos fue Voro, que tras un par de campañas cedido en el Tenerife regresó a casa en el verano de 1985. Con el club canario, que se benefició del destino militar del jugador nacido en L'Alcúdia, compitió en segunda división junto a futbolistas curtidos, caso de Rubén Cano. Su período de formación estaba más que garantizado.

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El salto al primer equipo no tenía vuelta atrás porque el nuevo entrenador valencianista, Óscar Rubén Valdez, lo conocía bien y confiaba plenamente en sus posibilidades. El técnico hispano-argentino había concebido un nuevo plan táctico de cara a la temporada que consistía en adelantar la posición de Tendillo a la medular para dejar hueco a Voro en el centro de la zaga. Aquella idea no cuajó, entre otras cosas porque el futbolista de Moncada no se adaptó a la exigencia de Valdez ni se sentía capacitado. Esta tesitura provocó que Voro se alineara en más de una ocasión como lateral en la banda derecha.

Su debut tuvo lugar en la primera jornada de la Liga 85-86. Noche de estrenos para muchos jugadores y ambos técnicos, Valdez en el local y el chileno Cantatore en el visitante. El Valencia se impuso de forma milagrosa al Real Valladolid remontando el gol inicial de los de Pucela. El punto de penalti resultó determinante. Sempere detuvo de forma prodigiosa la máxima pena lanzada por Aravena y evitó el 0-2. En la segunda mitad hubo dos penaltis a favor del Valencia, transformados ambos por Sixto, otro que se presentaba esa noche de forma oficial y se elevó a los titulares como gran protagonista.

Voro fue un habitual en las formaciones de buena parte del ejercicio, e incluso inauguró su aportación goleadora con un tanto en Mestalla ante la Real Sociedad en el triunfo valencianista por 3-1. Nada hacía presagiar por entonces la deriva que estaba por venir. Precisamente, ante el mismo rival, en San Sebastián, después de una severa derrota se consumó el relevo en el banquillo. La llegada de Alfredo di Stéfano en la búsqueda del milagro que no llegó marcó un antes y un después. Voro siguió en una línea de crecimiento deportivo imparable que le llevó a ganarse la etiqueta de titular. El ciclo de Víctor Espárrago fue el de su consagración. Junto a Giner y Camarasa, formó un trío que mantuvo Hiddink y que dio el salto a la selección española en el camino de clasificación para el Mundial de Estados Unidos en 1994. El Valencia se benefició de su enorme compenetración, cada uno en su registro pero con una regularidad asombrosa. El rendimiento tan elevado que aportaban se convirtió en un obstáculo insuperable para que Belodedic, fichaje de muchos quilates, encontrara un hueco en las alineaciones.

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La campaña 92-93 fue la última de Voro en el Valencia. A pesar de ser el único jugador que disputó como titular todos los minutos del campeonato y de sus enormes prestaciones, la negociación para renovar su contrato y mejorar las condiciones se rompieron. Bajo la presidencia de Arturo Tuzón y con Paco Roig como consejero encargado de alcanzar un acuerdo, el jugador no vio atendidas sus peticiones y decidió aceptar la oferta que le presentaba Lendoiro al frente del célebre 'Súper Depor' que iba a competir por el título de campeón liguero en el siguiente ejercicio. La historia es sobradamente conocida. Un drama propio de Shakespeare, escenificado en Riazor en la jornada final. Ante el Valencia, con muchos amigos en sus filas, Voro se quedó compuesto y sin la Liga de 1994 en un desenlace cruel como pocos. Un año después, por el contrario, se sacó parte de la espina en la final copera.

La trayectoria valencianista de Voro se inscribe en el amplio apartado de futbolistas de la tierra que sin grandes alardes lo dieron todo por un escudo con el que se identificaron desde la infancia. De niño, Voro vivía como un acontecimiento extraordinario cada vez que su tío lo llevaba a Mestalla para ver jugar al Valencia en su localidad de la grada de preferencia numerada. Una ilusión que pudo culminar cuando dejó de ser espectador para ser protagonista sobre el césped.

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