Qué nos comemos en un paquete de aperitivos fritos

Muchos de estos paquetes incluyen dibujos y lemas como 'sabor a queso, a tomate, a cebolla'. Pero esos alimentos no aparecen entre los ingredientes o, si lo hacen, su presencia es testimonial. Por ejemplo, el paquete de aperitivos de maíz que utilizamos para este reportaje tiene un 0,7% de queso en polvo. Que sepan a cebolla o a ajo se logra con los denominados potenciadores del sabor. Uno de los más utilizados, y que se encuentra también en nuestra bolsa de maíz frito, es el glutamato monosódico, una sustancia química que amplifica artificialmente la intensidad del sabor. «Su seguridad alimentaria es un poco controvertida: existen algunos estudios que confirman sus efectos dañinos y, sin embargo, otros indican que no están demostrados en humanos, solo en animales de laboratorio», señala la bioquímica María Iranzo.

Las investigaciones apuntan a que «puede afectar al desarrollo fetal e infantil, favorece la hipertensión y la obesidad y puede causar problemas del tracto gastrointestinal, deterioro de la función del cerebro, del sistema nervioso, reproductivo y endocrino», añade la experta, conocida en redes como 'Mariairanzobiotec'.

Lo que sí está comprobado es que inhibe la sensación de saciedad y es adictivo. «La industria alimentaria usa este potenciador para aumentar los niveles de consumo», resume Victoria Agulló, nutricionista y profesora del grado de Salud de la Universitat Oberta de Cataluña.

«El glutamato actúa sobre las neuronas de una región cerebral e impide el buen funcionamiento de los mecanismos inhibidores del hambre», destaca la experta de la UOC. «No son tóxicos, pero tampoco necesarios. Saturan las papilas gustativas y hacen que, al potenciar el sabor, tengas más ganas de seguir comiendo», coincide la farmacéutica Gemma del Caño.

El inosinato disódico (IMP) y el guanilato disódico «no se recomiendan en niños y mujeres embarazadas. En grandes dosis pueden provocar hiperactividad, asma, insomnio, gota, alergia...». Los potenciadores serían «de los peores componentes de la lista de ingredientes», alerta la experta. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) marca unas cantidades máximas por sus posibles «efectos adversos para la salud» si se consumen en exceso.

El snack analizado en este artículo lleva aceite de palma, «otro de los ingredientes más perjudiciales». María Iranzo recuerda que «se ha demostrado que un consumo elevado aumenta los niveles de colesterol 'malo' e incrementa, por tanto, las probabilidades de enfermedad cardiovascular; y en su procesado genera sustancias que se relacionan con la metástasis tumoral».

Nuestro aperitivo contiene 29 gramos de grasa, de los que 9 son saturadas. Y casi 2 gramos de sal, cantidad máxima que recomienda la OMS... ¡al día!

El alfa-tocoferol y el extracto rico en tocoferoles son dos de los muchos nombres que recibe la vitamina E no natural. En la industria alimentaria se utiliza como antioxidante y, en principio, no produce efectos adversos. Los otros dos antioxidantes incluidos en este producto –que sirven para alargar su vida útil– ya suscitan más reparos. El butilhidroxianisol (E320, BHA) es un antioxidante sintético derivado del petróleo y se utiliza para evitar la oxidación de grasas. Asegura la bioquímica que «en grandes dosis puede provocar asma, aumento del colesterol y hay estudios que los relacionan con el cáncer en animales». Aunque en Europa está autorizado, se ha prohibido en otras partes del mundo. Al galato de propilo, en grandes dosis, también se le relaciona con «hiperactividad, asma, urticaria, insomnio, problemas digestivos o reacciones alérgicas».

Los correctores de la acidez se utilizan para mantener el pH de los alimentos constante y así evitar que se estropeen a largo plazo. El ácido cítrico puede ser natural o sintético y en exceso puede causar corrosión del esmalte dental. El acetato de sodio, en dosis elevadas, «también puede ser corrosivo para el sistema digestivo».

Suele ser el ingrediente principal de estos aperitivos en bolsa y, de hecho, no es el que más perjudica a la salud. Pero, ¿nutricionalmente hablando? «El problema es que no son integrales y generan picos de insulina bruscos en sangre». Cada 100 gramos aporta una bomba de calorías: 538, y 60 gramos de hidratos de carbono.

La maltodextrina se utiliza como espesante y puede ser de patata, maíz, arroz, trigo… Es el almidón de cualquiera de estos alimentos y es el carbohidrato (azúcar) mayoritario en estos productos. «El principal problema es que está altamente procesado y consumido en exceso ocurre lo mismo que con las harinas blancas: no contiene la parte de fibra que regula los picos de glucosa en sangre», añade la bioquímica.

Los colorantes que incluye el aperitivo de maíz frito son extracto de pimentón –que se obtiene del pimiento rojo–; y la bixina, que se saca de una planta tropical. Son los ingredientes más naturales del paquete de maíz frito analizado.