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Solange Vázquez
Miércoles, 12 de febrero 2025
Cuidado con no gestionar tus emociones y con no conocer tu modo de reaccionar, porque aunque tú no le prestes atención a este asunto, puede ... haber gente a tu alrededor que sí lo haga... en su beneficio, normalmente. ¿Un aviso inquietante, verdad? De ahí que sea buena idea hacer un poco de introspección y conocer estas respuestas que nos dejan tan expuestos. ¿Estamos diciendo que debemos ocultar nuestras emociones? No. Pero sí que hay que tener claro su manual de instrucciones para sacar provecho de ellas... o, al menos, para que no lo saquen otros con malas intenciones. Eva Bach, una de las mayores expertas del país en educación emocional, asegura que en los que a manejo de las emociones se refiere, pocas personas «se encuentran en la excelencia, al menos de manera constante». Vamos, que se nos da más bien mal, en general.
Tal y como explica, aunque atendemos bastante más a las emociones que décadas atrás, «básicamente, no las entendemos»: «Son unas grandes desconocidas. Se tiene una visión tremendamente tópica, estereotipada, simple y restringida de ellas», destaca Bach, que acaba de publicar 'Disparates emocionales' (Plataforma Editorial), donde, entre otras cosas, repasa algunas mentiras que nos hemos creído sobre nuestras emociones.
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En los últimos tiempos muchos gurús y conferenciantes se están haciendo de oro intentando convencernos de que somos omnipotentes en este sentido, de que con esfuerzo y algo de 'entrenamiento' podemos controlar nuestras emociones y cambiarlas muy fácilmente... ¡porque todo es cuestión de una actitud! Y no. No es tan fácil: «Cuando pensamos que las emociones se pueden controlar y vencer fácilmente, ya sea con pensamientos y actitudes positivas, o con cualquier recurso y receta al uso, estamos metiendo la pata». Es decir, las estamos subestimando y eso nunca funciona. «Son educables», admite Bach, pero no es pan comido.
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Cuando pensamos que las emociones son incontrolables y dejamos que manden ellas, las expresamos sin filtro ni medida... «y caemos en la impulsividad, la incontinencia o el desenfreno emocional, algo que acarrea conflictos y peleas, con terribles consecuencias a veces», advierte. «A veces es sano y conveniente esconderlas, ya sea para no exponernos a ser heridos o para no dañarnos nosotros o a otras personas», apunta.
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Según argumenta Bach, hemos pasado de desvalorizarlas, desatenderlas y reprimirlas, a pensar que hay que 'obedecerlas' en todo momento. «A veces hay que hacer lo contrario de lo que nos dicen nuestras emociones. No hay que reprimirlas ni negarlas, como hemos hecho durante siglos, hay que escucharlas, interpelarlas o interpelarnos a partir de ellas, y tratar de entenderlas, pero sin venerarlas. No es sano ni desoírlas ni adorarlas», advierte.
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Hay evidencia empírica de que las emociones son una dimensión humana tan esencial como la razón y el conocimiento. «A menudo se consideran bajos instintos, las vemos como mecanismos biológicos, como impulsos primarios que, o bien son irrefrenables e ingobernables, o bien hay que refrenar cuanto antes». Esta es una visión muy simple y sesgada, según la experta.
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Las emociones tienen una base biológica, pero no son solo biología. Y, sí, tienen componentes hereditarios, «pero en un porcentaje para nada determinante», y también componentes adquiridos, «fruto de la influencia del entorno y del aprendizaje».
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Gran error. De hecho saben mucho de ellas. Los psicópatas -no los de los 'thrillers', hablamos de las personas con personalidad psicopática, que vienen a ser un 2% de la población-, saben leer muy bien las emociones ajenas -«aunque son incapaces de sentirlas y comprenderlas»- y las utilizan para manipular y para sus propios intereses. Por eso, Bach aconseja atar en corto nuestras emociones, porque dejarlas 'sueltas' supone mostrar nuestras vulnerabilidades y, a veces, hasta heridas profundas que pueden ser usadas en nuestra contra si caen en malas manos. Por esto , entre otras cosas, dan tanto miedo. Ofrecen muchas pistas de nosotros mismos... ¿de verdad queremos darlas?
Quien oculta siempre sus emociones...
«Es poco de fiar, se deja conocer poco, ya sea por temor, por timidez o para engañar y manipular».
Quien las expresa todas sin ningún tipo de cortapisa...
«Se deja conocer demasiado y va a incomodar o a ser incomodado más fácilmente»
Y el miedo a las emociones es...
«Porque no siempre las podemos controlar, porque muestran nuestra parte más frágil, nos 'enseñan' que no siempre podemos escoger y dominar lo que sentimos y que a veces nos pueden el dolor, la frustración, la impotencia y otros sentimientos ingratos. También nos conectan con nuestras sombras, heridas y necesidades, y nos recuerdan nuestra imperfección y nuestros límites».
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