![Mastica bien (y mucho) para evitar sustos en Navidad](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202212/14/media/cortadas/masticar-k9IG-U1801038039135ZJD-1248x770@RC.jpg)
![Mastica bien (y mucho) para evitar sustos en Navidad](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202212/14/media/cortadas/masticar-k9IG-U1801038039135ZJD-1248x770@RC.jpg)
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Isaac Asenjo
Madrid
Lunes, 19 de diciembre 2022, 00:06
Se acercan fechas de grandes comilonas y esto siempre altera nuestro organismo. Por mucho que los expertos insisten en que aunque sea Navidad no hay barra libre, siempre nos pasamos. Es casi inevitable, pero, ¿qué tal si ponemos un poco de cuidado en la mesa? ... Eso y una correcta masticación serán la clave para una buena digestión. Pero el peligro de estas fechas de excesos no son solo las digestiones pesadas. Los atragantamientos son también más frecuentes, con el peligro que ello conlleva.
La precaución es buena, pero tampoco hay que ser alarmistas, advierten los expertos. No es lo mismo comer cosas crujientes y duras, como los frutos secos o las galletas, que otros que mezclan líquidos y sólidos, como puede ser una sopa con trozos de pollo y huevo cocido. Y tampoco es lo mismo que lo coma un niño, que un adulto o un anciano.
La especialista en nutrición y dietética, y miembro de Top Doctors, Mónica Herrero Martínez, aclara que, en general, «los alimentos crudos son los que necesitan más masticaciones, para poder tragarlos». ¿Y los platos ya cocinados? Pueden ser problemáticos los que combinan diferentes texturas o partes (espinas, huesos, partes duras, alimentos con doble textura...), ya que pueden acarrear problemas a personas mayores, especialmente si tienen mala dentadura.
Apenas le damos importancia a cómo masticamos y muchas veces engullimos los alimentos sin degustarlos. «Es más fácil que detectemos una espina o un hueso si dejamos la comida unos segundos en la boca, masticándola bien», señala la especialista. Además, «cuanto más masticamos los alimentos, facilitamos el trabajo del estómago a la hora de digerirlos. De lo contrario, sufriremos problemas digestivos, como pueden ser gases, reflujo, estreñimiento, etc...y podríamos tener incluso una alimentación deficiente», explica Jose Francisco Rada Gil, director médico de Sermade, clínica odontológica especializada en la atención bucodental de las personas mayores.
Que hay que masticar mucho y bien está claro. Pero, ¿cuántas veces? Hay quien dice que basta con 25, otros 30, incluso 40. A juicio del odontólogo Luciano Bermejo, «no existe un número mágico, ya que cada alimento que ingerimos requiere una masticación diferente para descomponerse». No masticar bien nos podría hacernos hasta engordar, advierten. Sucede porque comer más lento activa el centro de saciedad, hace que disminuya el hambre, de forma que comemos menos. Y esto no es lo único en lo que salimos perjudicados. «Masticar poco y mal aumenta la posibilidad de padecer diabetes e incluso accidentes cardiovasculares. También provoca atragantamientos, vientre hinchado (si masticamos mal, tragamos aire), estreñimiento, hipo y demás problemas digestivos causados por la necesidad de forzar la acción del estómago», afirma el experto.
Otra cuestión importante a la que hacemos poco caso: el tiempo que dedicamos a comer. A veces lo hacemos demasiado rápido, de pie, hablando con el resto de comensales... No disfrutamos de la comida y se genera ahí un pico de estrés. «Se debería comer durante un tiempo que no sea menor a 30 minutos. Comer rápido aumenta el tiempo de digestión y la hará más pesada», apunta Rada Gil.
Para evitar esto último necesitamos cocinar de forma correcta los alimentos, evitar los de consistencias duras y fibrosas, así como los excesos de grasa, alcohol, fritos, o rebozados. No hay que irse a la cama justo después de la ingesta de alimentos. Así que ya sabe, tómese su tiempo... antes y después.
En cuanto al tiempo que dura la digestión, los expertos aseguran que oscila entre las 2 y las 3 horas, pero dependerá mucho de la cantidad de proteínas y grasas que contenga el menú que hemos tomado. No es lo mismo una comida 'normal', que el atracón que previsiblemente nos demos en unos días, por lo que hay que afrontar de forma diferente las horas posteriores a la ingesta. Sopas, crema de verduras o verduras y una proteína de fácil digestión como pescado blanco, carne blanco o huevo serán buenos aliados para tomar en los días posteriores a los excesos.
Uvas, frutos secos y polvorones aparecen en los primeros puestos de la lista de productos que no deben tomar los más pequeños de la casa. Aparte de estos, los pediatras llaman la atención sobre los peligros de los caramelos duros tipo peladillas o los similares a los 'lacasitos'. También hay profesionales que recuerdan que debemos vigilar el jamón serrano o el lomo, habitual en las mesas por estas fechas, así como con las palomitas de maíz, que también pueden provocar algún que otro susto. Por otro lado, los expertos aconsejan extremar el cuidado con texturas con las que es fácil atragantarse como el pan o las galletas, al pegarse en el paladar; alimentos con textura fibrosa como la piña o el espárrago; el pulpo o los calamares que, de comerse, deben ser partidos en trozos muy pequeñitos, así como carnes rojas, que son duras y tienen muchas fibras.
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