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Reinos de humo

Gordón y el tiempo

Benjamín Lana

Viernes, 11 de Abril 2025, 10:03h

Tiempo de lectura: 1 min

El tiempo impone su lógica y marca los designios de los hombres de un modo más inexorable que el espacio. Muy pocos de los que lo retan salen victoriosos. El leonés José Gordón es uno de los que lo logró a fuerza de paciencia y determinación en su refugio-finca de Jiménez de Jamuz. Se inventó un oficio, construyó un paraíso a partir de un merendero, desarrolló durante décadas un ingente conocimiento sobre fisiología y nutrición animal, perfeccionó las técnicas de maduración y asado de vacuno mayor y terminó convertido en lo más parecido a una leyenda. Hasta El Capricho peregrinan hoy, desde todo el mundo, los amantes de las experiencias carnívoras auténticas y singulares. 

Hasta El Capricho peregrinan hoy, desde todo el mundo, los amantes de las experiencias carnívoras auténticas

En España hay pocos criadores de bueyes y, menos aún, que hayan alcanzado la excelencia en la producción de estos bovinos nobles de carnes incomparables que pasean y se alimentan durante siete años, ajenos a las prisas y a las miserias del mundo humano y animal, hasta el día de ser sacrificados con respeto y agradecimiento. 

Los bueyes de José no tienen nombre propio porque no son mascotas, lo cual no es óbice para que los conozca uno a uno aunque sumen más de doscientas cabezas. Cada buey es la historia de su genética, de su raza y también de su alimentación, de la paz con la que vive y del modo en el que muere. Gordón ha terminado conociéndolos no solo a ellos, sino cada músculo de estos atletas como si fuera un fisio especializado en bovinos. Más allá de las chuletas, continúa el paraíso, en una cecina inconmensurable, en un tartar afinado como una buena orquesta. Respeto. Poco más que decir en este mundo de contrastes, de veganos, de animalistas y carnívoros.