María José Llergo En exclusiva La cantante que pone patas arriba el flamenco: «Tengo un superpoder»

«¿Cantante? pero ¡estás loca!», le decían de niña. Hoy, su voz y su música seducen a audiencias por medio mundo. Artista de alma y corazón superlativos, Llergo lo hace todo a tumba abierta. Así es como ha creado su nuevo disco, “Ultrabelleza”, y así es como habla en esta entrevista exclusiva.
Viernes, 29 de Septiembre 2023, 11:53h
Tiempo de lectura: 10 min
Cuando canto, siento que se me abre el pecho para que otros miren», dice María José Llergo. Y lo mismo le ocurre al hablar. A corazón abierto lo hace. Cordobesa de Pozoblanco, Llergo charla con XLSemanal antes de lanzar Ultrabelleza (27 de octubre), disco que elevará de modo exponencial su estatus musical. Canciones escritas con las entrañas, sobrecogedora voz de raíces flamencas, hipnóticas envolturas de aires electrónicos; con estas armas la cantante de 29 años ha cosechado ovaciones en Nueva York, Montreal, Tokio...
Todo un logro para aquella niña que creció arrullada por los cantes de su abuelo Pepe, el origen de todo. Aprendió después violín, mientras descubría el blues –«el flamenco de los negros»–, el jazz, el soul..., hasta que, ya adolescente, entró becada al Liceo de Barcelona y allí prosiguió con sus estudios y con la absorción de sonidos menos académicos en el fértil circuito de clubes local.
«Mi abuelo es mi maestro. Tiene 93 años. No sabe leer ni escribir, pero posee el don de la sabiduría. Sin buscarlo, me enseñó a cantar»
Allí se curtió la Llergo, artista esponja que lanzó su primer disco en enero de 2020. Lo título Sanación y, al poco, el mundo entero enfermó. Gira de estreno cancelada por la pandemia, ilusiones y expectativas frustradas; Llergo, sin embargo, no desesperó. Hoy, tras haber conocido las alegrías y soledades del éxito, está donde quiere estar: en paz consigo misma. Bajo ese estado de ánimo ha creado una obra descarnada en la que se ha dejado el alma. Hace lo propio en esta entrevista con vistas al cielo (en la azotea del Hotel Montera Madrid, Curio Collection By Hilton), ese lugar al que sabe que algún día –«lo más lejano posible, espero»–, ascenderá su queridísimo abuelo Pepe.
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XLSemanal. Así, para abrir boca, ¿qué es la ultrabelleza?
María José Llergo. Ultrabelleza es un disco para celebrar la diversidad y honrar a quien es rechazado por su piel, su condición sexual, su forma de habitar su cuerpo... Es algo que me ayuda a recuperar la fe en la vida.
XL. ¿Acaso la había perdido?
M.J.L. Bueno, sí que he tenido momentos de no entender bien cuál era mi lugar. Pensaba: ¿sobre qué debo cantar?, ¿estoy aquí para algo?, ¿es necesaria mi obra? Y la respuesta fue que lo es para mí. Ahora estoy en un lugar donde siento que mi casa soy yo. Y eso me hace libre para crear con honestidad y hacer sentir emociones a los demás.

XL. ¿Porque canta sobre cosas que usted vive y siente...?
M.J.L. Eso es, solo así alcanzas el duende: cuando te entregas y haces que salten las lágrimas.
XL. En Ultrabelleza nos da acceso a su alma. ¿Qué supone para usted escribir canciones?
M.J.L. Yo me descoso aquí (el corazón) para que se asome el que quiera. En serio, cuando canto, siento que se me abre el pecho para que otros miren. Me entrego.
XL. ¿Posee algún superpoder?
M.J.L. Todos lo tenemos. El mío es la sensibilidad y transformar el dolor en belleza. De hecho, esa canción, Superpoder, ¡cuenta mi vida! «Aprendí a llorar cantando, aprendí a cantar llorando», porque la música me permite canalizar lo que siento para convertirlo en belleza. Cantar, para mí, es desahogo, pero sin destruir; yo no hago canciones dañinas. Lo más radical del mundo es hacer el bien. Yo quiero amor, no odio.
XL. ¿Qué siente en el escenario?
M.J.L. Vuelo cuando canto, siento la adrenalina, la emoción condensada. Con el público solo conectas a través de un poder emocional y el camino consiste en ir dominando las habilidades necesarias para alcanzar esa emoción.
XL. Sumar habilidades para alcanzar la sencillez…
M.J.L. ¡Eso es! Que todo suene fácil, natural… Así es el flamenco, donde las letras son poesías supercortas, pero de gran impacto. Pueden resumir la existencia, el desgarro ante la pérdida... Pero yo siempre elijo los sonidos por amor: hallo compatibilidad con las texturas, los timbres, y lo pongo todo –electrónica, jazz, soul, blues, violín, guitarras...– al servicio de lo que quiero expresar.

XL. ¿La habilidad para expresar emoción le viene del flamenco?
M.J.L. Sí, de mi abuelo. Mi maestro. No sabe leer ni escribir, pero posee el don de la sabiduría. Y, sin buscarlo, me enseñó a cantar por diversión y por amor. Y también como desahogo [ríe]. Esa es su forma de ver la música.
XL. ¿Qué edad tiene su abuelo?
M.J.L. 93. Canta, cuenta chistes, ríe... Pero no vivirá para siempre. En la canción Aprendiendo a volar hablo de lo que haré para tocarle, aunque sea un instante, cuando le reclame el cielo.
XL. En la historia de Pozoblanco, ¿qué es más importante? Su célebre batalla de la Guerra Civil, la cornada mortal a Paquirri o el nacimiento de María José Llergo.
M.J.L. La fecha más importante es el nacimiento de mi abuelo Pepe, el 13 de octubre de 1929 [sonríe]. Lo ha vivido todo. Aunque, cuando Avispado corneó a Paquirri, seguro que él estaba en el campo labrando.
XL. ¿Qué huella dejó la guerra en su familia?
M.J.L. Esa fue la infancia de mi abuelo. Pobrecito. Con 6 años lo enviaron a cuidar de los cochinos, solito en la sierra, porque en el pueblo la gente se mataba por cuentas personales. Mi familia no fue de ningún bando. Cuando hubo que decir «camarada», lo dijeron; y lo de los otros también. ¡Para que no los mataran! En la Guerra Civil no ganaron unos españoles y perdieron otros. Perdimos todos.
«Debemos tranquilizarnos y conectar con los demás. Esto de ver en el otro siempre a un enemigo es insostenible»
XL. De su abuelo, entonces, no solo aprendió música...
M.J.L. Mi abuelo es, sobre todo, mi maestro de filosofía de vida. Cuando murió Samuel, el chico de Coruña al que mataron al grito de «maricón» hace dos años, él se echó a llorar. «¿Cómo se puede matar a alguien por eso?», me dijo. Mi abuelo ama y entiende la diferencia, aunque en su época no fuera nada común.
XL. Usted vive ahora en Madrid. ¿Suele ir a Pozoblanco?
M.J.L. Mucho. Es un lugar humilde, precioso; mis vecinos son obreros, jardineros, electricistas como mi padre; y me hace feliz ver cuántos niños quieren cantar, porque conmigo no fue así. «¿Cantante? ¡Estás loca!», me decían. Ya no. Cuando no hay recursos, todo se complica, pero hay que intentarlo.
XL. Ha actuado por medio mundo, pero dice una amiga suya que es «más de campo que las amapolas». ¿Tiene razón?
M.J.L. Totalmente [carcajada]. Lo supe cuando empecé a viajar. De tanto estar fuera y en soledad sufrí un fuerte desarraigo. Necesito de mis raíces, las conozco, las riego, me nutren... Decía Lorca que antes de ser internacional hay que ser local. Es imposible saber dónde vas si no valoras de dónde vienes.
XL. Picasso dijo que «cuanto más se va uno al extranjero, más español te sientes». ¿Es su caso?
M.J.L. Ayer mismo canté La Llorona y al cantar «el sol de España anda que bebe los montes porque la luna lo engaña», me emocioné. Amo a mi país, aun con sus heridas profundas. Ojalá las cerremos, pero si al odio le echas más odio... difícil. Solo con amor podremos sanar algún día.
«Necesito mis raíces, las riego, me nutren... Es imposible saber a dónde vas si no sabes de dónde vienes»
XL. ¿Es usted religiosa?
M.J.L. A mi manera. A ver, si los mandamientos nos dicen que amemos a los demás como a nosotros mismos, ¿por qué la Iglesia condena las diferentes formas de amar? ¡Va contra sus raíces! Tengo amigos gais que, tras pasarse la vida en cofradías y yendo a misa, fueron rechazados al hacer pública su condición.
XL. Ultrabelleza, la canción, ¿no está basada en una oración?
M.J.L. Sí, sí. Metí unas pinceladas de Bendita sea tu pureza para todas esas personas castigadas por amar a su modo. ¿Qué daño hacen las personas que aman? Ninguno. ¿Qué daño las que odian? Guerras, crímenes, persecuciones, racismo, dominación, violencia… Todo eso. Lo bueno es que vamos avanzando. Conozco a padres que rechazaron a sus hijos y que, con el tiempo, comprendieron su error. Ese es el cambio: que cada vez más personas acepten a los demás tal y como son.
XL. ¿Eso también es ultrabelleza?
M.J.L. También. La canción, de hecho, empieza con la voz de mi primo Angelito: «Mami, ¿por qué dicen que este amor es antinatural?». Quería mostrar la lógica aplastante y generosa de los niños, ajenos a las barreras que alzamos los mayores. Nos enseñan mucho más que nosotros a ellos.
XL. Siempre y cuando el adulto quiera aprender y escuche...
M.J.L. Ese es el problema, que no escuchamos a los niños. Se les dice incluso lo que deben ser. ¿Y si quieren ser otra cosa? Debemos mirarnos al espejo con humildad e identificar nuestros prejuicios para conectar con los niños y con los demás, porque este estado de alarma constante en que se ve en el otro a un enemigo es insostenible.
«Mi familia no fue de ningún bando. Cuando hubo que decir 'camarada', lo dijeron; y lo de los otros también. ¡Para que no los mataran! En la Guerra Civil no ganaron unos españoles y perdieron otros. Perdimos todos»
XL. Publicó Sanación en enero de 2020, se iba de gira y de pronto: la pandemia. ¿Cómo le afectó?
M.J.L. Yo acababa de sacarme el pasaporte para ir a Nueva York y, de pronto, todo se vino abajo. Me dolió cancelarlo, pero la vida no nos da lo que queremos en cada momento; nos da lo que necesitamos. Y todo aquel sufrimiento le dio un contexto y un sentido más grande al disco. De repente no solo yo necesitaba sanación, ¡la necesitábamos todos!
XL. ¿Acaso algún fan le dijo que sus canciones le hicieron la pandemia más llevadera?
M.J.L. Sí, sí, eso fue muy emocionante. Mis planes se habían truncado, pero estaba siendo útil. Esa, de hecho, era mi intención, porque Sanación son siete canciones, como los siete chacras, en 25 minutos; justo lo que dura una meditación guiada para encontrarte contigo misma y saber qué te duele, entender por qué y buscar la sanación.
XL. Hay varias mujeres –Rocío Márquez, La Tremendita, Gema Caballero, Alba Carmona, Rosalía, usted…– ampliando miras en el flamenco. ¿Se siente parte de una revolución?
M.J.L. Uy, no. El flamenco es tan rico que me daría vergüenza decir que yo lo estoy cambiando. Es una música que siempre se adaptó a los tiempos y que ha permitido al pueblo canalizar sus emociones; como hizo durante la dictadura, que represalió a muchos artistas por no someterse al poder.
XL. ¿Se siente cantaora?
M.J.L. Así me llama mi abuelo: «¡Mi cantaora!». También cantante, compositora, cantautora, arreglista... Soy todo eso.
XL. ¿Cuándo empezó a escribir?
M.J.L. De chiquita ya amaba la poesía; en parvulitos me las aprendía y se las recitaba a mi madre. Luego, con 8 años, descubrí la enciclopedia digital Encarta y, con ella, el jazz, soul, blues... Escuché a Billie Holiday y me dije: «¡Pero si parece La Niña de los Peines!». Canté mucho Etta James, Anita O'Day, Lena Horne...
XL. ¿Cuándo subió por primera vez a un escenario?
M.J.L. Con 4 años, gracias a la 'seño' Antonia, una profesora increíble que me dijo: «¡Qué bien lo haces, María José! ¿Quieres cantar?». Recuerdo que ensayaba con un rotulador a modo de micro [se ríe]. Luego canté los solos en todos los coros habidos y por haber. Y lo primero como solista y cobrando, poco, claro, fue en el pub Gaultier de mi pueblo. Mary Joe me llamaba [se ríe].
XL. ¿Y qué cantaba?
M.J.L. Amy Winehouse, Beyoncé, boleros… No querían flamenco. Ya en Barcelona, canté con muchos grupos hasta lanzar Niña de las dunas, mi primera canción. Yo siempre era María José Llergo con el trío tal o el grupo cual, pero esa semana canté el miércoles en la jam de flamenco de 23 Robadors y el sábado, sola, en el Primavera Sound. No me lo podía creer.
XL. ¿Alguna vez pensó presentarse a La Voz, OT...?
M.J.L. Nunca. Tampoco les parecía buena idea a mis padres. Además, siempre me ha atraído el proceso, el crecimiento, el oficio... No suena tan atractivo como el triunfo, pero es lo que de verdad importa. La vanidad y la estética son ficticias y efímeras, pero el aprendizaje permanece contigo toda la vida. Es lo que te hace mejor persona y mejor músico.
XL. En 2022 fue coach de La Voz junto con Pablo Alborán. ¿Eso aconsejaba a los concursantes?
M.J.L. Les dije que la carrera de la música es de fondo, no de velocidad; que aquí solo llega el que nunca se rinde…
XL. O al que le suena la flauta y pega un pelotazo…
M.J.L. También ocurre, pero luego hay que mantenerse. Les dije que el arte, interpretar canciones, es el fin, no un medio para alcanzar fama y dinero. No sé si me harían caso [se ríe], pero ojalá me hubieran dicho eso cuando yo era niña y pensaba que lo hacía mal o que nunca llegaría.
XL. Pero aquí está usted…
M.J.L. También es verdad. Y es todo un privilegio.
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