Borrar
Yul Brynner, el hombre que hizo sexy la calvicie, delante y detrás de la cámara

40 años de la muerte del actor

Yul Brynner, el hombre que hizo sexy la calvicie, delante y detrás de la cámara

Ganador de un Oscar, su rostro afilado y su cabeza rapada se asocian todavía a exóticos papeles. Pero mientras hacía del faraón Ramsés II o del rey Mongkut de Siam, el actor de origen ruso retrataba en sus rodajes a las grandes estrellas de Hollywood. En el 40 aniversario de su muerte, recuperamos ese material que revela la faceta más desconocida de un actor de leyenda.

Viernes, 14 de Marzo 2025, 10:45h

Tiempo de lectura: 6 min

Su cabeza rasurada y sus alabadas interpretaciones en películas como El rey y yo, Anastasia o Los siete magníficos convirtieron a Yul Brynner en uno de los actores más reconocidos de la historia del cine. Tuvo, sin embargo, una faceta más desconocida: la fotografía. Al fin y al cabo, fue un artista de lo más completo, con talentos ignorados que adquirió a lo largo del intenso viaje que fue su vida, culminada con el éxito en Hollywood y truncada a los 65 años por un cáncer de pulmón.

alternative text
El ojo del Faraón. Brynner dejó al morir más de 8000 fotografías cuidadosamente clasificadas. Su hija Victoria las encontró y hoy administra su legado. Tomó buen número de ellas con su cámara Leica en 1956, durante el rodaje de la ciclópea Los 10 mandamientos. Para no desentonar de musculatura ante Charlton Heston, por cierto, se tiró varios meses haciendo pesas. @ The Estate of Yul Brynner.

Nació, para empezar, en un lugar tan poco propicio para alcanzar el estrellato cinematográfico como Vladivostok, punto final del ferrocarril transiberiano, muy cerca de la remota frontera rusa con China y Corea del Norte, a más de 9300 kilómetros de Moscú. Su padre, Boris Brynner, era ingeniero de minas y su madre, Marousia Blagovidova, actriz y cantante de origen gitano. Ambos frecuentaban círculos intelectuales y en su familia se hablaba ruso, inglés, francés, chino, coreano, checo y japonés.

alternative text
El rey frente al espejo. Así se autorretrató Brynner durante el rodaje de El rey y yo, en 1956.

El 11 de julio de 1920, día en que el pequeño Yuli Borisovich Brynner vino al mundo, su país vivía inmerso en las turbulencias posrevolucionarias. Razón por la que, seis años después, la familia acabaría emigrando a Harbin, en el norte de China. Vivieron allí, asistiendo a una escuela de la YMCA, hasta que sus padres se divorciaron. Su madre se llevó a Yuli, de 14 años, y a su hermana a París, donde los matriculó en el Lycée Moncelle, una de las mejores escuelas de la ciudad. El joven desarrolló allí la primera de sus habilidades artísticas: la guitarra.

Dejó, dos años más tarde, los estudios para sumarse a un grupo de gitanos que actuaba en los clubes rusos de la ciudad, un ambiente bohemio en el que se cruzó con gente como Jean Cocteau o Picasso. Se unió después al popular Circo d’Hiver, donde se hizo trapecista y, al poco, descubrió una nueva pasión por la interpretación como aprendiz en el Théâtre des Mathurins (todavía en activo). Algo vio su madre en él, ya que, al poco de cumplir los 20, se lo llevó a Estados Unidos y lo alistó en la escuela que dirigía Mijaíl Chejov, actor y director teatral, sobrino del célebre escritor, recién llegado a Nueva York huyendo de la guerra en Europa.

Fue guitarrista de un grupo musical de gitanos en París y trapecista en un circo antes de lanzarse a la interpretación. Desarrolló, más tarde, su pasión por la fotografía

Chéjov incluyó a Yul en el elenco de varias obras de Shakespeare, y no tardó en conseguir su primer papel en Broadway. Tras dos notables interpretaciones, sin embargo, la falta de oportunidades lo encaminó hacia la televisión. En 1950, fue contratado por la CBS como productor y director, trabajando de la mano con dos futuros mitos del celuloide: Sidney Lumet y su entonces asistente John Frankenheimer. Fue allí donde desarrolló su pasión por la fotografía.

Persistió, sin embargo, en su carrera como actor y, pronto obtuvo el papel que definiría su carrera como rey de Siam en El rey y yo. Primero, lo interpretó en el exitoso musical de Broadway, que lo llevaría al escenario 4625 veces a lo largo de toda su carrera y le proporcionó el primero de sus dos Tonys. Cuatro años después, como protagonista y codirector de la versión cinematográfica, remató la faena con el premio de la Academia al mejor actor. Fue el paso definitivo que lo convirtió en una estrella.

Cuatro décadas después de su muerte, por un cáncer de pulmón, en 1985, recuperamos aquí algunas de las imágenes que tomó en varios rodajes. Se le daba tan bien que algunos productores requirieron sus servicios exclusivamente como fotógrafo. Brynner, además, retrató a muchos de sus amigos de Hollywood fuera de los estudios y platós, tal y como nos muestran estas fotografías.