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Luis Candela
Martes, 10 de junio 2014, 01:34
Esa mañana debían verse una vez más en los tribunales a causa del impago de la pensión de su hijo, el menor de los tres que tuvieron durante sus más de 20 años de matrimonio. Sin embargo, parece que él decidió poner fin a los requerimientos por la vía rápida. La Audiencia Provincial de Alicante juzgó ayer a un hombre acusado de rociar con gasolina el coche de su expareja, cuando ella se encontraba dentro, y prenderle fuego con un mechero. La víctima estaba en casa de su hermana en Redován y se disponía a acudir a los juzgados de Orihuela. «Solo quería asustarla», reconoció en el juicio Luis José R.M.
El Ministerio Público reclama por estos hechos, que se remontan a noviembre de 2012, una condena de prisión de 14 años por un delito de asesinato en grado de tentativa y otro año más por amenazas con la agravante de parentesco. La mujer, que escapó viva de las llamas de milagro, narró cómo tuvo la sangre fría necesaria para apagar el motor del coche y salir por el lado del copiloto.
«Nunca imaginé que fuera a matarme, pero ese día es a lo que vino», relató la mujer entre lágrimas, fuera del alcance de la vista de su presunto agresor y con el terror del recuerdo. Eran las nueve de la mañana y la víctima llegó a casa de su hermana, situada en un camino particular entre Orihuela y la autovía, sin darse cuenta de que podrían seguirla. Sin embargo, tal y como relató ayer, al quedar parada en la puerta del domicilio, un hombre bloqueó su vehículo detrás del de ella y salió con una botella de un litro y medio, como corroboró uno de los agentes que acudió al lugar. «Cuando salió lo reconocí», dijo su expareja. Sin mediar palabra, roció el líquido, que resultó ser gasolina, en el lateral del conductor del coche y en el frontal.
Pese al pánico, la mujer acertó a desconectar la llave del contacto y evitar que el acelerante cayese en el motor en marcha. En su agónico intento por huir se topó con una barrera. «No sabía si Luis José me esperaría fuera y me rociaría con el resto de la gasolina», relató al tribunal. Pese a ello, abandonó el coche. Al ver salir a la hermana de la vivienda, el presunto agresor huyó rápidamente, tal y como él admitió.
El procesado, al que se vio merodear por casa de la mujer un día antes, reconoció parte de los hechos, aunque negó que su intención fuese la de acabar con la vida de su expareja. «Quería asustarla, ahumarle el coche para que parara», según dijo, pues no podía hacer frente a la pensión alimenticia para el menor de los hijos que comparten. La relación concluyó en 2010, año en el que la víctima se encontró con un papel en el chalé en el que reside. «Otra denuncia más y estáis muertos», decía el papel que tanto ella como la hija mayor reconocieron como de puño y letra del acusado. Los peritos caligráficos ratificaron tal extremo, pese a que la defensa trató de poner en duda su actuación.
«Yo no escribo cartas desde que hice la mili en el 82», se limitó a decir el hombre sobre la nota que negó haber redactado. Según su versión, el ataque posterior, el del 19 de noviembre de 2012, fue fruto de la desesperación por quedar en paro y no poder asumir la pensión alimenticia. Dijo que el líquido vertido era disolvente «que se evapora con el aire». Sin embargo, la Policía Nacional mandó analizar el contenido de la botella de litro y medio que vació y resultó ser gasolina.
Los testigos no hicieron ayer más que ratificar la versión de la víctima, pues su hermana vio aparecer el coche que se interpuso para no dejarla escapar y el sobrino contó que necesitó hasta dos cubos de agua para sofocar las llamas.
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