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Luis Candela
Jueves, 24 de septiembre 2015, 01:18
La imputabilidad de Martín R.S., el presunto asesino y descuartizador de su pareja de solo 25 años de edad en la finca en la que residían de Torremanzanas, quedó ayer más que evidenciada. Así lo sostuvieron en todo momento los médicos psiquiatras que lo atendieron tanto en urgencias del Hospital de La Vila Joisa solo dos días después del horrendo crimen, ocurrido el 20 de octubre de 2013, como la experta que lo examinó hasta en dos ocasiones semanas después de los hechos. Solo los peritos médicos contratados por la defensa del procesado indicaron lo contrario, que Martín se encontraba fuera de sí por su historial mental y el «cóctel» de drogas que ingirió ese día.
La primera facultativa que atendió al asesino confeso de Sorina P., una brillante estudiante de ingeniería del campus de Alcoy de la Universidad Politécnica de Valencia, contempló a un Martín «consciente, orientado y colaborador». Solo cuando se le preguntó por lo que hizo dos días atrás optó por callar: «Prefiero no hablar, tengo que pensar en lo que he de decir», asegura la doctora que le relató.
Una semana más tarde de la muerte de la muchacha rumana, con la que el preso convivía hacía más de seis años, una nueva médica elaboró un informe sobre la consciencia del reo. «Se descarta la existencia de patología crónica que le impida saber lo que hacía», concluyó tras una segunda entrevista practicada en febrero de 2014. Tampoco halló la perito «nada que le obligara a hacer lo que hizo» movido por un ataque psicótico. Es decir, Martín R.S. se encontraba cuerdo.
La doctora llegó a este convencimiento por las contradicciones en las que cayó el acusado que se enfrenta al juicio en la Audiencia Provincial de Alicante de los miembros del jurado que deberán emitir hoy un veredicto sobre la culpabilidad del procesado. «Contó historias distintas» en cada una de las entrevistas, cuando los cuadros psicóticos «reflejan un auténtico convencimiento, sin dudas ni titubeos».
Cabe la posibilidad de que el preso desde que se produjo el trágico suceso fuese consciente de las consecuencias de la posible condena por ello y «le recomendasen», como deslizó uno de los médicos que lo atendió en la cárcel, «que pareciese un enfermo mental» para acabar recluido en el psiquiátrico de Fontcalent.
Antes, pasaron por la sala de vistas los médicos forenses responsables del levantamiento del cadáver la noche del 22 de octubre y de la autopsia realizada después. «Es imposible», explicó al jurado uno de los especialistas, «determinar cuántos golpes le propinó» en la cara a la joven, cuyo resultado fue la muerte. «Todos los huesos de la cara se encontraban fracturados», apuntó. El resto de agresiones fueron posteriores.
Indefensa
Se advierte por los forenses un «intento por descuartizar el cadáver» que quedó incompleto, ya que seccionó una mano y un pie y «luego trató de cortar la cabeza», como revelan los cortes efectuados en el cuello de la víctima. Además, por la autopsia se descartó que hubiese signos de defensa de la chica, por lo que pudo estar dormida en la cama cuando su agresor se le abalanzó con la mancuerna y el hacha.
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