Dos acusados niegan haber forzado a dos chicas a prostituirse en su club

La Audiencia Provincial sentó ayer en el banquillo de los acusados al gerente y a la camarera de un club de alterne de Gata Gorgos donde supuestamente llegaron dos chicas búlgaras a quienes dos compatriotas forzaron a prostituirse. Los hechos ocurrieron en diciembre de 2010, cuando trajeron a las dos jóvenes desde su país con la falsa promesa de trabajo cuando, en realidad, debían dedicarse a mantener relaciones sexuales, según denunciaron tras escaparse.

El Ministerio Público pide para cada uno de los dos acusados una pena de prisión que alcanza los 17 años y 11 meses de prisión por dos delitos de detención ilegal, un delito de determinación a la prostitución y otro en grado de tentativa. Sin embargo, los cabecillas de la trama para traer a las víctimas y obtener jugosos beneficios obligándolas a prostituirse tanto en el local de Gata de Gorgos como en otro de Benidorm se encuentran en paradero desconocido.

Las chicas aterrizaron en el establecimiento de la Marina Alta el 9 de diciembre de 2010. El fiscal sostiene que esa misma noche la camarera, a quien el fiscal apunta como la encargada, les dijo que no podían salir de las instalaciones y cerró con llave. Sin embargo, la mujer negó dicho extremo en el juicio. Según su versión, asignó unas habitaciones a las víctimas porque sabían cuál era su trabajo, pero negó que unos hombres las acompañaran y, menos aún, que bloquease la puerta.

El gerente del negocio, defendido tanto él como la otra acusada por Agustín Ribera, simplemente señaló al tribunal de la Sección Segunda que no se encontraba ese día allí, por lo que desconocía lo ocurrido, ya que las muchachas no regresaron. Dos días después del 9 de diciembre, cuando supuestamente los búlgaros obligaron a una de ellas a practicar sexo a cambio de 150 euros, las trasladaron a un hostal de Benidorm. Para esta joven, la Fiscalía pide una indemnización de 15.000 euros y de 2.000 para su compañera.

En un descuido, las jóvenes lograron escapar por una de las ventanas del hostal y localizar la Comisaría de Policía. Pese a los problemas con el idioma, pudieron denunciar el calvario que habían vivido desde su llegada al país bajo la falsa promesa de emplearlas como camareras. Agentes de Policía Nacional acudieron hasta el establecimiento hotelero en busca de los captores, pero ya se habían esfumado.

El único rastro que dejaron fueron sus nombres en el libro de registros del hostal. Allí figuraban como hospedados, cosa que no sucedía con las dos muchachas, a las que los agentes encontraron «nerviosas» después del calvario que habían sufrido los días previos. El juicio se retomará en noviembre, ya que la única víctima en paradero conocido no pudo ser localizada ayer, por lo que hubo que suspender una sesión plagada de los habituales problemas con el sistema de videoconferencias.