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Pedro Rojas
Jueves, 1 de septiembre 2016, 01:01
Tiempo de disfrutar, de dejarse ir, de saberse diferente, de saborear las consecuencias... Es momento de que se reconozca el esfuerzo, pero seguramente nunca resulte proporcional ni se ajuste a la medida del trabajo dedicado por la joven Alejandra Quereda a entrar en el Olimpo. El día a día, lejos de los Juegos, se va instalando silencioso en la ciudad y el periodismo -ese altavoz tan injusto muchas veces como necesario siempre-, se va posando vorazmente en el único deporte que parece interesar al gran público y a su narcotizada rutina.
La capitana del conjunto español de gimnasia rítmica recibió ayer en el Salón Azul el merecido homenaje de su ciudad, de su gente, de todas aquellas niñas que la miraban con adoración conscientes de que estaban delante de una heroína.
Alejandra Quereda Flores dará nombre a una calle o a una plaza de la capital (aún está por definir) antes de que acabe este mágico 2016, un año que no olvidará jamás la mejor deportista de Alicante en la actualidad. Como ocurrió con Kiko Sánchez Luna, Miriam Blasco o Isabel Fernández, la proeza de esta gimnasta, doctora en ciernes, se perpetuará en un rincón de Alicante. No podrá ser antes porque Quereda tiene primero que reajustar su agenda deportiva, pasar por el quirófano para aliviar un problema en la cadera y, sobre todo, esperar a que los técnicos del Ayuntamiento determinen qué emplazamiento urbano está todavía sin bautizar para colegir, con la ayuda de la familia, cuál se ajusta más a lo obtenido por esta gimnasta en Río, un hito para la historia con mayúsculas.
Bajo una gran pancarta con el mensaje: «Desde los inicios creímos en ti. Ahora los sueños se hacen realidad. Enhorabuena, campeona», Alejandra Quereda firmó en el Libro de la Ciudad, recogió una placa conmemorativa, el pergamino con el bando que anunciaba el acto municipal, también escuchó, tratando de disimular las lágrimas, los mensajes de cariño de sus primeras entrenadoras, las que le inculcaron la pasión por la rítmica cuando empezó a competir en el Jesús María con 6 años, y finalmente recibió el agasajo del alcalde, Gabriel Echávarri.
«Dentro de 50 años podrás pasear con tus nietos por tu calle o plaza», comentó el primer edil. «La medalla tiene sabor a oro y tenemos que poner en valor lo nuestro porque tú eres orgullo de Alicante», subrayó. Tras él, Alejandra, más entera, respondió a todo el cariño recibido: «Gracias por creer en mí y por apoyarme. La medalla olímpica es el sueño de cualquier deportista y estoy orgullosa de haber entrado en la historia del deporte español y alicantino. Nuestra gimnasia vuelve a estar en lo más alto». Luego cantó el himno de la ciudad con los más de 200 asistentes... Y sí, Quereda se lo sabía.
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