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Giner y Bolinches sonríen durante su intervención. :: A. D.

Iberdrola y APSA, la demostración del paso de una relación empresarial a una personal

Julián Bolinches, de la empresa eléctrica, y Carlos Giner, de la entidad social, mostraron un afecto íntimo que ha pasado de la representación mercantil a la implicación emocional

E. G. F.

Viernes, 23 de septiembre 2016, 00:36

Uno de los conceptos de la Responsabilidad Social Corporativa ensalza la importancia de la implicación y el trato personales por encima de la relación empresarial. Un buen ejemplo de esta situación se vivió ayer en la conferencia ofrecida por Julián Bolinches, delegado de Iberdrola en la Comunitat Valenciana, y Carlos Giner, gerente de la Asociación Pro-Discapacitados Psíquicos de Alicante (APSA), que acabó con la confesión del segundo afirmando que «para nosotros es el 'Tío Julián'».

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Bolinches destacó el papel de la Fundación Iberdrola, entidad por la que se distribuyen las ayudas a asociaciones de corte social desde la empresa eléctrica, que se encarga de «repartir su presupuesto mediante convocatoria pública y bajo el análisis de las características de los proyectos que cumplen unos requisitos», con lo que detalló que «cualquier entidad opta a nuestras ayudas en igualdad de condiciones» y por lo que invitó a los presentes que perteneciesen de alguna de estas entidades «a presentar sus proyectos y participar».

En concreto, la Fundación Iberdrola, presidida por Manuel Marín, adjudica ayudas de hasta 40.000 euros dentro del área de Acción Social, aunque también reparte becas a la educación y a proyectos de patrimonio cultural. «Hubo un año que APSA se quedó fuera de la convocatoria, pese a que los conozco y sé de su trabajo», confesó Bolinches, a lo que añadió que «hablé personalmente a Carlos y se lo dije. Todos tienen las mismas opciones y, aunque en este caso me dolía, debemos ser igualitarios con los ciudadanos».

No obstante, Giner siguió con la explicación comentando que «no sé cómo, pero Julián logró asignarnos una ayuda de alguna partida donde sobraba dinero. Fueron 2.500 euros, pero sobre todo fue un ejemplo de implicación personal más allá de responsabilidad laboral». La emoción se palpó en un ambiente sembrado de sonrisas por la anécdota contada por sus protagonistas.

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