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Pedro Rojas
Sábado, 31 de diciembre 2016, 01:05
El año que ahora languidece estará ligado para siempre al nombre de la talentosa e irreductible gimnasta Alejandra Quereda, que se colgó una formidable medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y se quedó a escasas décimas de bañarse en oro. Sus dos excelentes ejercicios en la final de conjuntos -que obligaron a la todopoderosa Rusia a rozar la perfección para subir a lo más alto del podio-, pasarán a la historia de un deporte marcado, sobre todo en este país, por el enorme sacrificio que supone practicarlo al más alto nivel y la escasa recompensa que obtienen sus portentosas practicantes.
También será recordado por el eco de las lágrimas de la judoca María Bernabéu, que acarició la presea en la cita brasileña y finalmente no pudo besar el metal pese a ser muy superior a su rival en la pelea por el tercer y cuarto puesto. El desconsuelo de la brava luchadora, licenciada en Derecho por la Universidad de Alicante, explicaba la dureza de entregar cuatro años de tu vida a un objetivo y terminar quedándote a las puertas. Acudió a Brasil como subcampeona del mundo, pero un despiste le privó del bronce olímpico.
Alejandra Quereda, capitana del exitoso conjunto español que repite como imagen de la bodega Freixenet en su publicidad navideña, es sin duda la referencia individual absoluta del deporte alicantino en los últimos años, algo que confirman todos las distinciones con las que ha sido distinguida tanto a nivel local como provincial. Pendiente de conocer dónde se ubicará definitivamente la calle, avenida o plaza que llevará su nombre en la capital, la capitana de la selección nacional de gimnasia imparte clases magistrales estos días por los clubes de la provincia para recordar a todo el mundo que merece la pena sacrificarlo todo por un sueño si ese sueño te instala de lleno en el Olimpo del deporte.
El 2016 que ahora se marchita definitivamente, también dejó una pérdida impactante: el mítico portero de balonmano Juan Pedro de Miguel. Después de 58 años, y con una carrera repleta de éxito defendiendo a Calpisa de Alicante, Atlético de Madrid o Barcelona, sumando títulos nacionales e internacionales, se le paró el corazón.
Desde el punto de vista colectivo, el Hércules San Vicente de fútbol sala protagonizó lo más positivo y lo más negativo del año. Jugó la promoción de ascenso a Primera División pero, tras caer en semifinales, no consiguió el apoyo económico necesario para continuar y decidió competir en Tercera.
Mientras, el equipo femenino de la Universidad de Alicante se clasificó para disputar la Copa de la Reina en un gran final de temporada y termina el año invicto y peleando por el título de liga.
El tenis de mesa atrajo, según las cifras oficiales, a 4.600 participantes al Mundial de Veteranos que organizaron Alicante y Elche. Además, el equipo femenino del Alicante Tenis Mesa logró el ascenso a Superdivisión, la élite nacional.
La Fundación Lucentum cayó en la primera eliminatoria de la fase de ascenso a LEB Oro, aunque termina el año en la cima, clasificado para jugar la final de la Copa. Sin embargo, el principal logro para el club que preside el entusiasta Toni Gallego fue conseguir por fin un patrocinador principal (la corporación sanitaria HLA). Y fue más allá. La cúpula del club y la dirección deportiva atrajeron para su causa a un figura clave en la historia de la entidad: Guillermo Rejón. El pívot madrileño regresó al equipo en verano a escasos días de cumplir 40 años, y lo hizo para abanderar un proyecto humilde, bien gestionado en los despachos, que sueña con recuperar el sitio que merece una entidad de la que se abusó impunemente.
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