Casa, estudio y (también) museo
CASAS QUE HABLAN ·
Una vivienda en el Espai Alfaro de Godella rinde tributo a la arquitectura y convive con el estudio de su dueño, el arquitecto Fran SilvestreCASAS QUE HABLAN ·
Una vivienda en el Espai Alfaro de Godella rinde tributo a la arquitectura y convive con el estudio de su dueño, el arquitecto Fran SilvestreTambién puedes escuchar este artículo locutado por su autor, Jorge Alacid:
Publicidad
La casa (una de ellas, mejor dicho) que el arquitecto Fran Silvestre habita en ... Godella puede optar al título de vivienda más peculiar de la Comunitat. Porque es desde luego una casa: un espacio de unos 70 metros cuadrados dispuesto en una sección horizontal a la vista de quienes crucen por el espacio que ocupa, formado por un conjunto de naves a la entrada de la localidad de l' Horta Nord; más en concreto, en la avenida muy pertinentemente bautizada en honor al artista Andreu Alfaro, el prestigioso escultor de cuyo fallecimiento se cumplen 10 años en diciembre. Porque este fue el nido, el voluminoso nido desde donde ideó y ejecutó sus célebres piezas, que le dieron merecida fama a nivel mundial. Silvestre forma equipo con el diseñador Alfaro Hoffman, hijo del artista, y ambos se reparten este proteico escenario de la mejor arquitectura y el mejor diseño. El llamado Espai Alfaro, que pasará desapercibido para el ojo mal entrenado pero que llamará por el contrario la atención de quien curiosee a su entrada y entrevea allá al fondo del patio una serie de deslumbrantes obras, diseminadas a modo de museo al aire libre.
Noticia Relacionada
Es también un encuentro con la mejor escultura, aunque los límites del Espai Alfaro son tan difusos como ambicioso es su programa. Hasta una elegante higuera, que confiere una regalada zona de sombra con sus imponentes ramas, parece sumarse a esa idea general de máximo confort que domina el conjunto de edificios. En uno de ellos, donde antes ejerció Alfaro su labor artística, convive el estudio de Silvestre, que suma a unos 40 profesionales para encargarse de proyectos que cruzan el globo y salen de Valencia para viajar a América, Grecia o Egipto, con la planta baja dominada por otro conjunto de esculturas que, vistas cenitalmente, ofrecen una perspectiva singular, bellísima. Hermanas de las que disfrutan del sol y la luz de Valencia, estas piezas cobijadas en la zona 'indoor' del pabellón confieren una suerte de mandato imperativo al resto de ocupantes del edificio que les obliga a pensar a lo grande. A comprometerse con la belleza.
Es el caso del grupo de diseñadores que trabaja en una nave vecina, donde Silvestre tiene su despacho, y también, aunque de manera aún precoz, de los jóvenes estudiantes que en otro pabellón reciben clases del máster de la Universidad Europea que tiene aquí su sede. Como se puede deducir, es un multiespacio de orden renacentista, donde los saberes se agrupan formando una suerte de palimpsesto ideal de donde está excluida la noción de fealdad. Un propósito de mejorar la calidad de vida de sus clientes anima la actividad del despacho, conspirando según el mismo itinerario que forjó el anterior ocupante de este espacio, Andreu Alfaro. Para honrar su memoria, nada mejor que caminar bajo el sol del mediodía entre sus obras, que alcanzan aquí un aura especial. Esas olas metálicas que dialogan con las piezas en piedra que recuerdan el tema eterno del toro en el arte español o esta pareja de elementos que forman la cruz de la bandera suiza, nacidos para coronar una montaña en el país helvético y que ocupan una imponente presencia, casi religiosa. El Espai Alfaro, como templo civil, consagrado a los dioses del arte.
Publicidad
Y el Espai Alfaro, también como lugar de residencia. Porque es estudio de arquitectura y diseño, tal vez también museo, pero además se debe leer como el espacio que acoge la vivienda que Silvestre ocupa cuando sus menesteres profesionales le obligan a pernoctar en este módulo de su creación, dispuesto en un lateral de la parcela, que como esa escultura de Alfaro también homenajea a Suiza, a su manera. A la navaja suiza, en concreto, porque es una construcción multifuncional, que sirve como casa para Silvestre pero también funciona como lugar de reuniones para su equipo, aprovechando que durante el día sus puertas y ventanas están abiertas y que se trata de un coqueto espacio, una caja con aire de módulo lunar. Mejor dicho, de aquellas figuraciones que de niños nos explicaban cómo se viviría en el espacio exterior y cómo ese espacio exterior sería un sitio mejor que este valle de lágrimas llamado planeta Tierra.
Esa aspiración a un nivel superior de confort se concreta en la casa de Silvestre en la armónica distribución de espacios, con un sentido de la proporción admirable. Despojada de cualquier detalle superficial, su casa viaja hacia la raíz mediante un espíritu sigiloso y discreto del ejercicio de la arquitectura donde tan importante es cuanto se ve como cuanto se oculta. El programa incluye dormitorio, sala de estar, otra estancia adherida y cocina, pero los servicios que aseguran una ventilación adecuada y demás exigencias respetuosas con el criterio de sostenibilidad permanecen ocultos a las miradas. Del apartado de refrigeración natural se encarga otro de los coquetos detalles que Silvestre concibió como una suerte de tributo a la idea de arquitectura clásica: una estilizada pileta que recorre el frente del edificio, garantiza chapuzones a los pequeños de la casa y termina de oxigenar el conjunto del espacio. De noche, esta casa, estudio (y también museo) ofrece una perspectiva magnífica. La estampa de la placidez.
Publicidad
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.