MANUEL GARCÍA
SEGART
Miércoles, 23 de febrero 2022, 12:32
Las tradicionales sillas y mesas de color verde con las rejillas metálicas, algo desgastadas por el paso del tiempo, son el único vestigio que queda de lo que fue un colegio. Hoy reposan en la Casa de la Cultura a la espera de poder recuperar ... la alegría que aportan los menores. Pero, desde el Ayuntamiento de Segart, un pequeño municipio del Camp de Morvedre de 200 habitantes, saben que no será una misión fácil. Por el momento sólo hay tres niños que den algo de esperanza para recuperar lo que se perdió hace ya demasiado tiempo, a finales de los años 80, y que permanece en la memoria de los vecinos de más de 40 años de edad. «Sería necesario contar con un mínimo de cinco alumnos», recuerdan fuentes municipales.
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El objetivo de crear un aula vinculada al colegio de Albalat dels Tarongers pervive desde hace tiempo entre los gobernantes locales, con su alcalde, Francisco Garriga. Todos ellos reconocen que «un pueblo sin colegio es un pueblo muerto».
Algunos de los vecinos aún recuerdan asistir a estas aulas y como, posteriormente, se tenían que trasladar en autobús a localidades cercanas como Sagunto para asistir a las aulas del colegio Villar Palasí o del instituto Clot del Moro.
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Pero incluso eso, el transporte en autobús, también quedó para la historia en el municipio. Ahora, los escasos niños y jóvenes han de depender del transporte privado para acudir a los centros educativos en otras poblaciones.
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Los cambios en la inspección educativa y las peticiones de un mínimo de diez alumnos para que se retomara este servicio (el doble de lo requerido para contar con un centro rural integrado) han hecho imposible que el autobús vuelva a por los niños y jóvenes de la población.
¿Y cuál es la receta para darle la vuelta a la situación? En el municipio están viviendo una situación un tanto paradójica. La pandemia revitalizó la fiebre por lo rural «y mucha gente se ha interesado por comprar o alquilar una vivienda», señalan desde el municipio. Sin embargo, la oferta para ambas peticiones es muy pequeña «porque las pocas disponibles que hay están en mal estado y han de reformarse casi completamente», señalan desde el Consistorio.
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Las casas de personas mayores que han fallecido «no salen a la venta y se deterioran poco a poco». De este modo, no resulta fácil ofrecer posibilidades para las familias con niños en edad escolar que quieran establecerse en el municipio.
Las posibilidades laborales para quienes quieran establecerse en la localidad tampoco son, sin embargo, muy grandes. Segart es muy dependiente de las ayudas que reciba para que se puedan crear brigadas que se encargan del mantenimiento del término municipal.
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Como aspecto positivo, sin embargo, está el de las buenas comunicaciones con que cuenta la localidad: «En apenas cinco minutos estás en la autovía A23, muy bien comunicada tanto con Sagunto como con Valencia», exponen.
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