

Secciones
Servicios
Destacamos
manuel garcía
SAGUNTO
Viernes, 14 de mayo 2021, 00:09
«Estuvo jugando al parchís conmigo hasta las siete y media de la tarde aproximadamente». Cristina era amiga de Soledad M., la mujer que ... fue asesinada por su expareja Virgilio S. el domingo hacia las ocho de la tarde en Puerto de Sagunto.
Lamenta mucho lo ocurrido y reconoce que tenía el temor de que ocurriera lo que finalmente pasó. Esta vecina despeja una de las principales dudas del caso, si Virgilio llamó a la puerta o estaba esperándola dentro de la vivienda. Cristina se inclina por esta segunda opción al señalar que el asesino tenía llave de la vivienda. Así, no se quita de la cabeza, y aún se muestra nerviosa, que ella fue de las últimas personas que vio con vida a su amiga, ya que pocos minutos después perdería la vida.
En la voz de Cristina se mezcla la tristeza de haber perdido a una amiga de muchos años y la rabia por que no recibiera una mejor protección para evitar el trágico desenlace.
Y es que pese a que, tras interponerse la orden de alejamiento y la prohibición de comunicarse con ella, le recomendaron que cambiara la cerradura de su vivienda pero «no pudo hacerlo porque no tenía dinero». La falta de posibilidades económicas le impedía realizar una acción que se considera necesaria para dificultar el acceso a la vivienda del agresor por si éste pudiera mantener una llave de su periodo de convivencia.
Así, Soledad protegía la puerta de la casa colocando un bastón o algún objeto pesado como la estatua de un perro porque se sentía insegura del cariz que habían tomado los acontecimientos.
La amiga de la mujer asesinada recordó lo ocurrido en las últimas semanas: «Yo la animé a denunciar y ahora lo lamento porque activamos al asesino». Añadió que la demanda de separación se interpuso a principios del mes de marzo. Soledad se había decidido a romper con su marido al considerar que la situación era insostenible.
La propia Soledad confesó a sus allegados que este proceso de divorcio, recientemente iniciado aunque no culminado, le hacía estar más temerosa sobre cuál podría ser la respuesta de Virgilio: «Nos decía que tenía más miedo ahora y nosotros le decíamos que estuviera tranquila, que todo se iba a solucionar, que ahora iba a estar mejor...».
Esta amiga también recordó que el juicio estaba previsto para el próximo 17 de junio en la ciudad de Valencia.
Desdeñó los minutos de silencio celebrados tras el crimen y afirmó que Sole, como le gustaba llamarla cariñosamente, debería haber estado más protegida: «Cuando le dijeron que no tenía un riesgo alto les dije que Virgilio estaba mal de la cabeza y que algún día su cabeza haría clic y cometería una barbaridad, como así pasó«.
Cristina conoció a Soledad hace muchos años. Ambas compartían ocio en el camping Sierra Calderona, en Estivella, donde el sábado se celebrará un homenaje a Soledad. En muchas ocasiones acudía con Virgilio «y en principio yo veía que era una relación normal, pero todo cambió porque él estaba de baja por problemas de adicciones«. Así, relata que fue viendo cómo la relación se iba deteriorando y que algunas acciones que incluso podían verse como pueriles se fueron agravando paulatinamente con el tiempo.
Cristina explicó que Virgilio actuaba de manera déspota hacia Soledad para demostrar que él mandaba en la relación: «Le tiraba ropa al suelo, le desenchufaba la lavadora, incluso un día intentó grabarla mientras se duchaba en el cámping pero yo se lo impedí».
Incluso el día antes del crimen Cristina tiene la sospecha de que Virgilio estuvo espiándola: «Soledad me dijo que le había pasado una cosa muy extraña, que había dejado las gafas nuevas en una mesa y se las había encontrado rotas en el suelo. Yo no quise decirle nada para no asustarla pero pensé que podía haber sido él«. Apenas 24 horas después de este incidente, Virgilio apuñalaba mortalmente a la que había sido su mujer y con quien había tenido una hija.
Paradójicamente, Cristina reconoce que Soledad le comentaba que el hecho de que no le agrediera en ningún momento pudo jugar en su contra: «A veces me decía que preferiría que le hubiera pegado« para que esta acción hubiera traído consigo medidas más duras que las tomadas y que consistieron en la orden de alejamiento a 300 metros de distancia y la prohibición de comunicarse con ella por cualquier método. Así, Cristina insistió en que nunca le vio que le levantara la mano en ningún momento «y ella también lo decía, que nunca le había pegado».
Aún afectada por lo ocurrido, la amiga de Soledad recuerda cómo se despidió de ella: «El domingo por la tarde me dijo que el viernes me recogería y vendríamos aquí porque le gustaba mucho el cámping, aquí era feliz. Estaba pensando a qué se iba a dedicar una vez separada. Tenía muchos planes en marcha«.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.