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Antigua sede del Club Náutico de Valencia. Desfilis
Antiguo Club Náutico de Valencia: ¿por qué se derribó el edificio de Goerlich? | Las antiguas terrazas de Valencia con las mejores vistas sobre el Puerto

Las antiguas terrazas de Valencia con las mejores vistas sobre el Puerto

Entre 1933 y 1984 la ciudad disfrutó de un edificio único para la sociedad obra de Javier Goerlich y Alfonso Fungairiño

Jaume Lita

Valencia

Domingo, 4 de julio 2021

Antoni Gaudí cambió por completo la ciudad de Barcelona con obras que hoy en día aportan un valor incalculable a la ciudad. La estética de sus edificios difiere a la habitual, por lo que los matices arquitectónicos se enriquecen con detalles que no se encuentran en otras construcciones. Valencia pudo ser completamente diferente, incluso durante un tiempo lo fue. Así se puede simplificar al máximo el gran proyecto que tenía el arquitecto Javier Goerlich para su ciudad, con ideas para casi todas las zonas de la capital, dejando en cada barrio notas de una arquitectura rica en personalidad y al alcance de todas clases sociales. Lo que Barcelona cambió por Gaudí fácilmente lo pudo repetir Goerlich en Valencia. En los planos se quedaron infinidad de ideas que hubieran revertido por completo la ciudad que hoy se vive y de las obras hechas realidad alguna que otra tuvo una vida efímera. Uno de estos ejemplos fue la antigua sede del Club Náutico de Valencia, que estuvo en pie casi 50 años. Desde sus lujosas terrazas se podía contemplar por completo el antiguo Puerto.

La vida del edificio de Goerlich se limitó entre el 1933, en el que se hizo realidad tras dos décadas estudiando proyectos, y el 1984, cuando se derrocó por «falta de espacio y seguridad para la estiba», según señala la Fundación Goerlich que justificó la Autoridad Portuaria en su momento. La casa del Club Náutico era un edificio completamente modernista para estar construido en la primera mitad del siglo XX, como todas las obras que ideó Goerlich para la ciudad. La sede de una asociación dedicada al mar no podía estar representada de otra forma que simulando la construcción de un barco con estilo racionalista o funcionalismo aerodinámico.

Dentro del complejo se construyó una de las primeras piscinas sociales de Valencia, «con 40 metros de longitud, 15 de ancho y una profundidad que iba desde los 0,80 centímetros y hasta los 3 metros», según una explicación realizada por el propio Javier Goerlich de su edificio, en la que se añade que se incluí aun «trampolín de tres alturas».

Antigua sede del Club Náutico de Valencia. Desfilis
Imagen principal - Antigua sede del Club Náutico de Valencia.
Imagen secundaria 1 - Antigua sede del Club Náutico de Valencia.
Imagen secundaria 2 - Antigua sede del Club Náutico de Valencia.

La ubicación no era casual, ya que se encontraba en el Muelle de Caro, una zona que la nobleza valenciana de aquella época frecuentaba para sus paseos junto al mar de la ciudad. Hasta allí llegaba un tranvía que en una rotonda daba la vuelta para regresar a la ciudad. Las terrazas del edificio eran un balcón al mar repleto de lujos.

Según el propio Goerlich detallaba, «tenían la mejor visualidad sobre todo el Puerto y, especialmente, sobre el muelle de transatlánticos» de aquel entonces. No faltaba un garaje para embarcaciones en el nivel del mar, donde también se encontraban dormitorios para socios pescadores, así como un comedor, cocina con todas las necesidades, un bar y un gran hall. Tampoco faltaba en plantas superiores un restaurante de más de 300 metros cuadrados que tenía «dos alturas para ventilación natural abierta al mar». Ahí estaba uno de los miradores que permitían disfrutar del Mediterráneo bañando la ciudad.

Las diferentes obras de Goerlich demuestran que el arquitecto pretendía unificar el criterio de construcción social. De esta forma alzó viviendas sociales con estancias y capacidades que sólo se habían visto hasta la fecha en las grandes casas valencianas. Por eso la sede del Club Náutico de Valencia debía ser emblema para la ciudad de cara al mar y disponer de estancias detallistas que realzaran el valor de la construcción. En las plantas superiores no faltaron un comedor circular con completas vistas al antiguo Puerto, así como un solarium. Los visitantes disfrutaban de la construcción y al construcción lucía con los visitantes. Tándem perfecto.

Así era la Valencia que empezó el siglo XX con ganas de prosperar. Pero todo cuesta. Pasaron dos décadas entre el primer proyecto, presentado por Carlos Dicenta (1913) para la sede del Club Náutico de Valencia, y el definitivo de Javier Goerlich, con la colaboración del arquitecto madrileño Alfonso Fungairiño. La renovación de la actividad portuaria privó a Valencia de un local de mucho lujo para la época en la que se alzó, dejó una huella profunda en la vida social de la ciudad, que durante medio siglo disfrutó de vistas perfectas sobre el mar Mediterráneo bañando la capital. El muelle de Caro existe y el lugar en el que se encontraba el Club Náutico de Goerlich y Fungairiño sigue existiendo, pero no queda nada de aquella joya y si hoy se alzara de nuevo las vistas no serían las mismas, ya que se encuentra en plena zona de labores portuarias. Valencia ha perdido muchas obras arquitectónicas que fueron fundamentales para el desarrollo de la ciudad, construcciones que significaron mucho para la capital y su población y que aportaron bienestar. Goerlich lo proyectó; Valencia lo destruyó.

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