![Las inquietudes de 'Marianet' Benlliure](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202205/22/media/cortadas/170487509--1968x1206.jpg)
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F. P. PUCHE
Domingo, 22 de mayo 2022, 00:35
En los años en que Valencia estaba derribando sus murallas, los niños corrían libres por las calles del barrio del Carmen, multiplicando diabluras y desplantes en cada esquina. Los artesanos dejaban el taller para espantarlos, las apacibles abuelas les perseguían con la escoba. De todos ellos, había uno especialmente rebelde: era 'Marianet', el más malo de todos, un niño mudo que en cuanto echaba mano de un trozo de tiza o de carbón se dedicaba a dibujar en las fachadas.
Los ayuntamientos de Valencia y Madrid han comenzado a preparar el 75º aniversario de la muerte del escultor Mariano Benlliure Gil (1862-1947) y mientras se suman instituciones a la celebración se están restaurando algunos monumentos famosos salidos de su taller. En Valencia se ha limpiado el del pintor Ribera y aguarda turno el del marqués de Campo: Madrid va a repasar tres de los trece grupos escultóricos que exhibe en sus calles y plazas; el primero va a ser el del cabo Noval, el emblema del Rastro.
Los abuelos eran del Grao y de Meliana. Y los padres no podían ser más humildes. Entre 1852 y 1864, Ángela Gil le dio seis hijos, seis, a un sencillo pintor decorador, Juan Antonio Benlliure Tomás, que aplicaba a trepa aquellas adorables cenefas de florecitas y hojas y que en ocasiones resolvía el encargo de pintar al temple un paisaje idílico con patos y lago o un decorado para teatrillo de barrio. Vivieron casi siempre en el Cabanyal, pero también se trasladaron al Carmen, donde nació 'Marianet', el niño mudo y revoltoso.
Vicente Vidal Corella, que durante años escribió en LAS PROVINCIAS las inolvidables páginas de 'La Valencia de otros tiempos', escribió en 1977 un libro, 'Los Benlliure y su época', que la editorial Domenech le reeditó en 2000. En ese libro quedó desvelado un dato que la profesora Violeta Montoliu agradeció siempre: el escultor Mariano Benlliure nació en el número 16 de la calle del Árbol, que es nuestra actual calle Alta. Mariano fue el quinto hijo de los Benlliure, después de Blas, José Tomás, María y Juan Antonio, y anterior a Jacinta, la última, que falleció de pequeña.
En casa de los Benlliure no había ahorros, pero sobraban pinceles. Menos la chica, a la que seguramente no le dejaron probar, los tres hermanos mayores ayudaron al padre con las cenefas y los colorines desde muy pronto. Un poco de escuela y al tajo. A ganarse la vida. Y a buscar salidas con los pinceles porque todos se daban buena maña, sobre todo Juan Antonio y José, del que se recuerda el atrevimiento de pararse ante una tienda de cachirulos del barrio, decir que eran una birria, y conseguir de la dueña un «contrato» por el que le pagaron a dos cuartos todos los que pintara, sobre todo si eran de toreros, los que mejor se vendían, o de soldados a caballo. Tenía siete años.
Vidal Corella, que pudo consultar docenas de cartas familiares, reconstruyó un tiempo de penurias e ilusiones. El padre daba clases nocturnas a otros pintores decoradores. Las guirnaldas, las flores, los paisajitos románticos eran el sustento de la familia y todos los hijos se afanaban en aprender del padre, que había estudiado en la Escuela de San Carlos, junto a la iglesia del Carmen, pero sufría las secuelas del corto horizonte valenciano. Estudiar allí era el sueño de unos chavales que copiaban las trazas del padre y llenaban libretas de monos, apuntes y caricaturas.
El último de la fila, 'Marianet', era diez años más pequeño que Blas, el mayor. Pero se daba tanta destreza como sus hermanos a la hora de tomar un pedazo de carbón de la cocina y dibujar en los ladrillos de barro del piso con gran escándalo de la madre. Y cuando no podía más, una suerte de conjuro contra su discapacidad: la habilidad de las manos. Reunía lagrimones de cera de las velas, se procuraba un cabo de bujía y sus dedos daban a luz el volumen de un soldado, una Virgen con manto, un caballito que era todo gracia y parecía trotar.
Mariano Benlliure no fue sordo, pero tuvo dificultades en el habla. Aprendió a hablar muy lentamente y hasta los siete años no dominó esa facultad. Durante unos años padeció problemas de tartamudez y hay muchos testimonios de que su hablar fue siempre muy especial. Pero esas dificultades las suplió desde pequeño con un carácter vivo y espontáneo, con una naturalidad graciosa y un talante bromista y revoltoso.
Una anécdota recuperada por Vidal Corella de los recuerdos familiares le sitúa en la fiesta de las fallas, perdiéndose detrás de una banda de música. Cuando la madre, alarmada, le echó en falta, lo encontró en el retén de la guardia municipal de la plaza del Carmen: 'Marianet' estaba tan tranquilo, con un papel y un lápiz que le habían prestado los agentes de guardia. El responsable de la guardia le pidió a la madre que esperara un poco antes de llevárselo porque el chico tenía que terminar el retrato que le había empezado.
Mariano y Jacinta fueron a la escuela de párvulos del marqués de Campo, que todavía funciona en la calle de la Beneficencia, entre San Ramón y Ripalda. Las historias familiares le sitúan granjeándose el cariño y los caramelos de las monjas a cambio de figuritas de cera de santos y crucificados.
De esa época, según detalla el libro que nos conduce, es el que puede llamarse «primer contrato» del que fue el más famoso escultor de España: una imagen en cera de San Antonio Abad y una figura del famoso carlista «Cucala». El encargo se lo hizo el dueño del obrador de chocolate de la calle Alta y el pago estipulado fue una onza de chocolate y una peseta. Luego, dice Vidal Corella, hubo bronca en casa: se había comido el chocolate sin compartirlo y había invertido la peseta en comprar cera para nuevas esculturas.
Mariano Benlliure estudió después en las Escuelas Pías de la calle de Carniceros. Pero no tuvo una formación académica en lo artístico. Aprendió de aquí y de allá, dibujando, copiando y modelando. En 1874, con doce años, está establecida la fecha en la que pudo exponer en público una obra, confeccionada en cera y pintada: era el momento cumbre en que Frascuelo entraba a matar un toro colosal. La sala estaba en el Ateneo Científico y Literario de Valencia. Ese mismo año, Mariano Benlliure de trasladó a Madrid con su hermano José.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Equipo de Pantallas, Leticia Aróstegui, Oskar Belategui, Borja Crespo, Rosa Palo, Iker Cortés | Madrid, Boquerini, Carlos G. Fernández y Mikel Labastida
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