Secciones
Servicios
Destacamos
Valencia. Esquina de las calles Paz y San Vicente con la plaza de la Reina. ¿Se sitúa? Seguro que sí. Hasta los turistas que visitan la ciudad por primera vez lo harían. El punto de referencia podría ser más céntrico y concurrido, pero poco ... más. Allí, justo en ese lugar, estuvo la tienda hasta donde conduce hoy el viaje al que invita LAS PROVINCIAS: 'La Isla de Cuba', un comercio que a los ojos de la historia tal vez podría decirse que fue una 'institución'. La casa que sería referente para la vida valenciana de su tiempo abrió las puertas en 1895, cuando la sociedad contemplaba atónita cómo España entraba en guerra con Cuba, colonia que perdió en 1898 .
En tan preciada esquina todavía hoy se puede contemplar el edificio que acogió la tienda que los hermanos Campoy -Juan y Emilio- abrieron a finales del siglo XIX para ofrecer al público productos textiles a través de un modo de venta que bien podría considerarse revolucionario. 'La Isla de Cuba' fue, si no la primera, una de las primeras, que implantó el precio fijo para los artículos que vendía, modelo que puso fin al regateo entre comerciante y cliente al que se acostumbraba para cerrar el trato. De aquel establecimiento es posible que armarios familiares aún conserven ajuares de abuelas o bisabuelas que allí compraron los tejidos para sábanas o toallas que personalizaron con el bordado de sus iniciales. Fue un referente, un negocio con gran atractivo para la clientela de la ciudad. Historiadores y cronistas han hablado de ella. Es una de esas tiendas que sale en los libros. Y eso significa muchas cosas.
«La Isla de Cuba' era un establecimiento con productos de cierto lujo y clase, como mantones de Manila. Y tuvo un punto de innovación; es una de las primeras tiendas de Valencia si no la primera que establece el concepto de precio fijo«, explica el historiador Gumersindo Fernández, quien junto a Enrique Ibáñez, también historiador, publicó en 2014 bajo el sello Carena el libro 'Comercios históricos de Valencia'. Fernández destaca que no sólo introdujo esa nueva manera de vender, sino que la promocionaba. Basta observar las imágenes de la época para comprobar que en los escaparates se mostraba como reclamo el mensaje «Precio fijo».
Noticia Relacionada
Hoy parece nada. Pero no es poca la importancia que tuvo para el consumidor del momento. Aquello era «muy moderno», señala el historiador. Y cómodo para un tiempo en el que las tarjetas de crédito ni siquiera se habían soñado. «El comprador sabía el dinero que tenía que llevar en el bolsillo y el vendedor no tenía que regatear el precio: esto es lo que hay«, destaca Fernández al explicar cómo llegó el final de desconocer cuánto ibas a gastar en una apasionante tarde de compras.
En 'La Isla de Cuba', como se suele decir, había de todo. Además de los mantones de Manila que cita Fernández y que anunciaba el comercio, allí se podían encontrar «tafetanes, surays, tornasoles y bengalinas», contaba Francisco Pérez Puche en 2011 en un detallado reportaje en las páginas de LAS PROVINCIAS. Pero no sólo las mujeres se podían vestir o encontrar piezas de hilo para ajuares con los que cubrir su título de novia. También los varones hallaban en aquella casa «pañería de calidad» para los trajes con los que vestir las mejores ocasiones. Incluso alta costura y artículos de perfumería se anunciaban en las tarjetas de la firma.
La fama de la tienda entre los valencianos era grande. Los hermanos Campoy, cuyo nombre se mostraba también en la fachada, se la ganaron a fuerza de ofrecer un producto «a precios ajustados y en dura competición, siempre, con 'El Siglo Valenciano', 'El Águila', 'Casa Conejos', 'Pampló Hermanos' y el 'Rey don Jaime', los grandes ases del comercio valenciano», relataba Pérez Puche.
Noticia Relacionada
Viajar a 'La isla de Cuba' valenciana reclama deternerse no sólo en el contenido. También el continente solicita atención. Si su producto habla de cómo se desarrollaba el comercio, de cómo vestían los hombres y mujeres de la Valencia de finales del siglo XIX, las cuatro paredes que lo acogían ofrecen un apasionante relato de las entretelas de la arquitectura de la ciudad y de la traza urbana que tejió sus calles.
Gumersindo Fernández y Enrique Ibáñez al hablar de los orígenes del establecimiento, relatan en 'Comercios históricos de Valencia' que inicialmente los hermanos Campoy tenían un comercio en el número uno de la calle San Vicente. Aquel espacio ocupaba «unos bajos de un edificio en mal estado» que acabó demolido. En ese solar «un prestigioso maestro de obras planificaba la construcción que hoy puede admirarse en la esquina de Paz con San Vicente«, apunta la obra de Fernández e Ibáñez. En los bajos y entresuelos del nuevo edificio se instalaron los Campoy «cuando la obra se remató en 1985».
Pérez Puche señalaba en LAS PROVINCIAS que los Campoy «ocuparon la estratégica planta baja y el entresuelo, de un edificio situado en un punto clave de la ciudad: el chaflán de la calle de San Vicente (números 1 y 3) con la plaza de la Reina (números 5, 6, 7 y 8) que en realidad es el arranque de la calle de la Paz». Y recordaba que entonces la «calle de la Paz estaba naciendo, y todavía mostraba los salientes de viejas casas que se debían expropiar y derribar«. La influencia de los grandes cambios que vivía la ciudad debieron calar en el día a día de los valencianos. El saber popular apunta que por entonces se decía que la calle de la Paz era la más larga de Valencia porque llegaba hasta la isla de Cuba. ¿Qué dicen los historiadores sobre esta cuestión? Gumersindo Fernández aclara que sí ha oído «ese dicho. Lo he leído a alguien. Pero no recuerdo la fuente. Pero sí, escrito está».
Noticia Relacionada
El edificio que todavía hoy se puede contemplar fue, una construcción de estilo ecléctico, obra de Luis García Cardona ofrecía una decoración, que aún en la actualidad llama la atención de los viandantes tanto por sus formas como por su bello color azul en combinación con los tonos de la fachada. «Con motivos helénicos y construido empleando materiales como el hierro, la cerámica, la madera-, la piedra y el estuco», se lee en 'Comercios históricos de Valencia' al refererise a la tienda que se rotuló aludiendo al momento histórico que que se vivía. «El nombre de Cuba estaba de moda. Además, resultaba exótico», destaca Fernández a LAS PROVINCIAS.
Noticia Relacionada
Tras un gran éxito comercial llegó el final. Primero, a juzgar por la narración de 'Comercios históricos de Valencia', un amago de final. Más tarde, ya en los años sesenta del pasado siglo llegó la despedida definitiva. En 1911 se anunciaba el cierre de 'La isla de Cuba' por disolución de la sociedad. Sin embargo en 1920 seguía en marcha y lo «cierto es que 'La Isla de Cuba', reconvertida ya en sociedad limitada, siguió abierta hasta los años sesenta«.
Noticia Relacionada
A veces parece poco un comercio, pero basta una mirada al pasado para descubrir que cada tienda, el rótulo que le da nombre, los productos que vende, sus campañas publicitarias, el edificio que la acoge, el papel con el que envuelve, las ofertas o los dependientes diseñan un paisaje urbano, humano y emocional que también es historia de una ciudad, esenncia de su vida.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.