Almacenes Gay. Tal vez lo recuerde con el más familiar título 'casa Gay'. Tienda emblemática, incluso carismática, que desde los años cincuenta y hasta ... los noventa del pasado siglo hizo las delicias de los valencianos dispuestos a comprar. Es posible que todavía conserve en una alacena un plato, o quizás una copa -de las que se adivinaba que iban a durar toda la vida- que adquirió su madre mientras usted de niño le acompañaba en una tarde de compras.
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O quién sabe si allí consiguió aquella cazadora de motorista que la tienda anunciaba al precio de 595 pesetas en vísperas de, hace ahora sesenta años, abrir su segundo establecimiento con el reclamo de ofrecer la primera escalera mecánica de Valencia y la nada desdeñable posibilidad de que 3.000 clientes pudieran «efectuar sus compras a la vez». Y no fue todo. En octubre de 1962 abrió su tercera sede en la avenida del Oeste anunciándose «diferente» en una calle donde Galerías TodO se había asentado meses antes. Como relató Francisco Pérez Puche en 2012 en LAS PROVINCIAS, ese fue «un salto histórico para la firma» a cuyas tiendas le invitamos a viajar.
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La aventura de aquel emblemático establecimiento que se situó en los primeros puestos del creciente constante ir y venir de compras al centro de la ciudad, la emprendió un empresario aragonés de apellido Gay que ya en la primera mitad de los cincuenta estaba establecido en el número cinco de la entonces calle Calvo Sotelo -hoy Passeig de Russafa- para géneros de punto y confección. Pronto, el 18 de diciembre de 1961, abrió sus puertas el segundo Gay. Fue en el número dos de la misma calle, «edificio Eslava».
La segunda apertura llegó precedida de una sonada campaña publicitaria que anunciaba un segundo Gay, bien distinto al anterior. Llegaba a la capital del Turia un espacio al que España le quedaba pequeña: era «el mejor bazar de Europa». El establecimiento pregonaba su apertura con las «primeras escaleras mecánicas de Valencia». Allí se iba a vender loza, menaje, cristal, bisutería, artículos de viaje. Y productos de plástico y aluminio, materiales que en aquellos años sesenta despertaban la admiración del gran público. Gay sembró la expectación y se inscribió en la memoria colectiva de los valencianos que todavía hoy recuerdan la firma.
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«2-Gay para que usted compre mejor». Ni más, ni menos: «mejor». Eso sí, «todo a precios Gay». Así abría la tienda su espacio publicitario en LAS PROVINCIAS la víspera de la apertura del bazar. «Uno, el de siempre», afirmaba el anuncio. Ese era el de los géneros de punto y confección. Desde medias hasta un abrigo. El veterano, sirviéndose de que su compañero llegaba en vísperas de Navidad no abandonó las inserciones publicitarias en las que llamó a los valencianos a la voz de : «Aproveche la paga extra».
El pantalón de caballero de franela se podía adquirir por 149 pesetas. Si deseaba la misma prenda en tejido polyester -del afamado Tergal de la época-, tenía que pagar más del doble: 359 pesetas. A cambio, ya se sabía, se planchaba sin dificultad. Si lo que deseaba era un abrigo de pelo impermeable tenía que desembolsar 895 pesetas. Podía comprar también la mencionada cazadora de motorista, suéter polo y cualquier producto de los que contenía aquel cálido contenedor de los géneros de punto.
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Gay se ensanchó en vísperas de la Navidad de 1961 compartiendo calle con cines, bares y otros locales que dibujaban el circuito de rótulos que atraía al centro de Valencia a los habitantes de la ciudad y a no pocos viajeros procedentes de los pueblos de la provincia que dejaban y tomaban el tren en la cercana estación del Norte, o paseaban hasta el final de la calle Bailén, donde ante la antigua residencia de ferroviarios se subían de vuelta al autobús que les devolvía a casa con las bolsas de los productos adquiridos, entre las que se podía encontrar alguna de aquellas que combinaban un tono rosa fucsia con el blanco como distintivo de Gay.
La apertura del tercer Gay en la avenida del Oeste, como relató Pérez Puche, llegó en octubre de ese año en medio de una ciudad agitada por el creciente deseo de compras; en un momento en el que los televisores, frigoríficos y otros electrodomésticos se anunciaban interesados en entrar en los hogares de los valencianos. En medio de todo aquello se coló el mensaje «El tercer Gay en Valencia es diferente». Se instaló en la Avenida del Oeste, un enclave claramente comercial en aquellos tiempos en los que todavía faltaban unos años para que la llegada de El Corte Inglés redibujara el circuito comercial. «Un establecimiento montado con un alarde de sensación dentro del más puro estilo funcional», fue la carta de presentación de la tienda que en su anuncio mostraba grandes y trasparentes escaparates.
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Gay ya estaba incrito en la historia de la capital del Turia, con cuyos habitantes se identificó y convivió durante más de cuarenta años, disfrutando en las décadas de los sesenta y setenta del pasado siglo sus días de oro. Creció en la medida que la sociedad valenciana se modernizaba. Incluso había superado dificultades como la que tuvo que sufrir la noche del 22 de enero de 1956 a causa de un incendio. No se detuvo y siguió adelante atravesando años de popularidad hasta que el 19 de octubre de 1994 llegó la noticia de que Gay cerraba sus puertas en Valencia.
La crónica de la despedida, firmada por Gonzalo Gayo en las páginas de LAS PROVINCIAS, explicaba las razones que impedían a la carismática firma que había vestido y equipado los hogares valencianos. Hablaba de que «las obras del metro y la competencia de las grandes superficies» hacía inviable la continuidad. Era el fin de lo que aquella crónica bautizó como «el buque insignia del comercio en los años sesenta y setenta». Nuevos tiempos asomaban anunciando un cambio en la forma de vestir y de vivir. Mientras, quienes tantas veces habían entrado en Gay grababan en su memoria los recuerdos de cada prenda, cada objeto que allí habían adquirido. Y quizás en alguna alacena aún se guarden copas para champán compradas en Gay.
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