Valencia, como ocurrió en muchas otras ciudades españolas durante la Edad Media, tuvo su judería. En aquella época, al barrio se le conocía como «call», ... una palabra valenciana a la cual se la relaciona con diferentes términos, como la palabra hebrea 'qahal', que viene a significar «comunidad jurídica», o como la palabra latina 'callis', que quiere decir «calle». Pasear por la actual calle del Mar es hacerlo por aquella vía que vertebraba el barrio judío.
Publicidad
Su nacimiento se remonta a la conquista de Jaume I, cuando los judíos se trasladan a una zona concreta de la urbe frente al dominio cristiano en la ciudad. El Conqueridor se mostró agradecido por la ayuda del pueblo hebreo en la expulsión de los musulmanes de la península ibérica y como muestra de agradecimiento les recompensó con un territorio situado en la actual zona de Ciutat Vella. La judería fue creciendo con el paso de los años y la llegada de judíos de diferentes partes del mundo que acabaron asentándose en la zona. Así, sobre el año 1240, el barrio se extendía por la actual calle del Mar y la calle de la Paz. Todas las viviendas se separaban del resto de la ciudad por una muralla, teniendo como acceso el portal de la Xerea en el este, el portar de la Figuera en el oeste, el portal Nou al norte y el portal de Cabrerots al sur.
Nada queda en el urbanismo actual de Valencia que recuerde la antigua trama de la judería medieval. Para pasear por sus calles hay que echar mano de la imaginación, pues los únicos vestigios que quedan en la ciudad de lo que se vivió durante los años de vida del barrio judío son unos restos en ruinas de uno de los tramos de la muralla que pasaba por la antigua calle Cristófol Soler, que delimitaba el barrio, y que se encuentran localizadas en el interior de un patio privado que hay entre otros edificios con un gran bagaje histórico como son el Palacio de los Valeriola y la Iglesia de San Juan del Hospital. «También quedan restos del portal de los judíos en la zona conocida popularmente como ruinas, en la calle Colón», explica Frederic Aparisi, doctor en Historia Medieval por la Universidad de Valencia.
La judería se va extendiendo a lo largo de los años y sobre 1390 ya traspasaba los límites del primer muro que la rodeaba, desplegándose sobre todo desde la parte sur y este de su territorio, lo cual produjo que los accesos que ya existían en esas zonas fueran sustituidos por el portal en Esplugues en el sur y por el portal de la Çabatería en el este.
Publicidad
Esta sinagoga se encontraba ubicada en lo que hoy en día es el final de la calle de la Paz en dirección hacia la plaza de la Virgen y era el centro administrativo y religioso de la comunidad judía.
No fue la única sinagoga creada dentro de la judería, pues en el año 1378, el obispo de Valencia, Jaime de Aragón, dio permiso para que se construyera otra sinagoga en una casa particular que estaba ubicada prácticamente en el primer límite que adquirió el barrio, justo al oeste del portal de Cabrerots.
Publicidad
Los baños tienen una doble función dentro de la cultura hebrea. Por una parte sirven para la higiene pública pero también recae en ellos una función ritual. Conocidos como 'miqweh', suponen la unión de un rito religioso y la mera práctica de la higiene personal. El baño judío de la judería de Valencia se encontraba situado justo al final de la calle del Mar, casi llegando al portal de la Figuera. Tampoco queda nada observable de ellos en 2021.
La religión hebrea impone restricciones a sus fieles en cuanto al tipo de carnes que deben comer y a cómo deben de ser tratadas antes de su consumo. Es por ello que cabe pararse en las carnicerías con la que contó el barrio judío de Valencia y que se encontraban en la plaza Rodrigo Pertegás (actual palacio de Valeriola medianero con la antigua cerca del barrio judío). Este era otro de los puntos primordiales de la antigua judería pues daba sentido a muchas de las tradiciones que se llevaban a cabo en el mundo hebreo. Desde esta misma plaza se accedía a la sinagoga Mayor, convertida en 1406 en convento de San Cristóbal.
Publicidad
En el zoco, como ocurre en los mercados actuales, la vida vibraba. El bullicio y las compras protagonizaban cada jornada en este punto del barrio judío. En el «suk», como era conocido en la época, se entremezclaba la artesanía, la compraventa de artículos de lujo y las actividades prestamistas, un desempeño que históricamente se le ha atribuido al pueblo hebreo. Entre los productos de artesanía con los que se comercializaba en el barrio hebrero destacaba una amplia variedad en artículos de taracea, de oro y de plata junto con piedras. Además, en esta zona también se encontraban asentados otros gremios como los zapateros y sastres, quienes participaban en el negocio de la venta de sedas y tejidos como pieles que se organizaba cerca de la plaza del Mercado y la Lonja. Algunas de las calles aún conservan el nombre de los oficios que se desarrollaron en cada una de las vías.
El barrio judío también tuvo su cementerio hebreo, que se encontraba en la zona donde ahora está El Corte Inglés de Pintor Sorolla. Tras la expulsión de los judíos en el siglo XIV, los conversos (judíos convertidos al cristianismo en su mayoría de forma coercitiva) levantaron sobre el viejo 'fossar' una capilla donde hacer patente su fidelidad a la Cruz. Aquella pequeña capilla erigida sobre el antiguo cementerio judío fue el embrión del convento de Santa Catalina de Siena. Fue el germen de del convento de Santa Catalina de Siena, que siglos más tarde se trasladó a Orriols.
Publicidad
«El Portal de los judíos era la puerta de entrada al barrio hebreo y de ahí su nombre», comenta Aparisi. Se situaba en las cercanías del cementerio judío y en la actualidad puede atisbarse en el suelo de la calle Colón los restos de aquel portal.
Finalmente, el último de los edificios que merece la pena señalar que se construyera en la fase de expansión del barrio es la sinagoga de Çamalhesit, la que se cree que es la última sinagoga construida antes del asalto al barrio judío en el año 1391 que supuso la expulsión de este colectivo de la ciudad de Valencia.
Noticia Patrocinada
En la actualidad no existe ninguna pista de que esta sinagoga, cuyo nombre significa «El Señor Compasivo», hubiera existido pero, en su momento, fue edificada justo en el lateral este del Palacio del Patriarca.
Poco a poco, las dinámicas antisemitas fueron calando entre la población del momento y el pueblo hebreo empezó a ser señalado tristemente como el foco de muchos males. El contexto social de la época llevaba tiempo reflejando ciertas tendencias antisemitas en muchas partes del territorio español, y estas también llegaron a empapar la sociedad valenciana. Así, los judíos pudieron vivir tranquilamente en el casco histórico de Valencia hasta 1391, momento en el que las críticas se convirtieron en algo más y la olla estalló. El Museo de Historia de Valencia conserva una carta que fue enviada por los jurados al Rey en la que se advierte del posible ataque al barrio judío, o explica su director, Javier Martí Oltra: «El ambiente contra el pueblo hebreo fue calando entre la población, además el pueblo los empezó a odiar como usureros»
Publicidad
El ataque finalmente sucedió en ese 1391 y fue terrible. Se cobró un gran número de vidas humanas, que alcanzaron aproximadamente un total de 230 asesinatos. El único delito de estas personas fue ser judíos.
Además, el barrio quedó totalmente arruinado, y en ese momento, los jurados aprovechan para incorporar reformas urbanas destinadas a facilitar la comunicación entre el centro de la ciudad y el camino hacia el puerto marítimo
Suscríbete a Las Provincias: 3 meses por 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.