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El incendio de Villanueva de Viver ha arrasado ya 3.000 hectáreas de monte en la comarca del Alto Mijares. Todavía no está estabilizado y ... las previsiones meteorológicas no son las mejores. El fuego sigue devorando terreno forestal.
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Pero lo más grave es que ya se había avisado de que la zona era un auténtico polvorín. Centenares y puede que miles de árboles caídos en toda la comarca permanecen tirados en la zona sin que nadie los haya apartado desde la fuerte nevada de enero de 2017.
La semana del 17 al 23 de enero de 2017 un fuerte temporal de frío y nieve afectó a la Comunitat Valenciana. Se cortaron carreteras, incluso la A-3, miles de personas se quedaron sin electricidad durante días y hubo pueblos aislados.
El viento y la nieve derribaron miles de árboles en toda la Comunitat y muchos de ellos no han sido recogidos después de seis años y permanecen en el lugar como madera muerta. Mientras el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, buscaba las causas del incendio en el cambio climático y la sequía, los alcaldes de la zona y expertos atribuían el fuego a otros factores.
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Ya lo denunció el alcalde de Torás, Carlos del Río, cuyo municipio fue afectado por el incendio de Bejís del pasado mes de agosto. Ahora el primer edil de Montán, Sergio Fornas, también ha dirigido sus críticas hacia la falta de gestión forestal en la comarca del Alto Mijares. Y no es el único. Otros compañeros han denunciado la situación de abandono del monte.
El alcalde de Montán, localidad que ha sido desalojada por el avance de las llamas del incendio de Villanueva de Viver, lo denunció en enero de 2020, tres años después del temporal. «Y la situación no ha cambiado desde entonces», según explica Fornas.
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La situación fue denunciada por la diputada autonómica del PP, Elisa Díaz. «Esto es puro combustible. Así está todo el Alto Mijares. Y la conselleria no hace nada. Desde el PP lo hemos denunciado en varias ocasiones y lo seguiremos haciendo. Toda la comarca del Alto Mijares necesita una actuación importante. Es una cuestión de gestión forestal, de retirada de todo este combustible que en caso de quedarse puede originar un incendio forestal de grandes dimensiones», afirma la portavoz de Medio Ambiente popular en Les Corts.
Se da la circunstancia de que el alcalde de Puebla de Arenoso, Mateo Luna, intentó retirar los árboles caídos en una actuación que fue paralizada por la Conselleria de Emergencia Climática tras numerosas protestas de vecinos, ecologistas y propietarios de la zona. Los restos se quedaron ahí y ahora han servido como combustible para el incendio.
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Pero no son los únicos. Juan Francisco es un usuario del monte y hace unos meses hizo una excursión por la zona de Montanejos, otra de las localidades evacuadas por el incendio de Villanueva de Viver. «Había árboles caídos en medio de los caminos. No podías pasar y tuvimos que buscar otra ruta», ha explicado.
Rafael Delgado, profesor de la Universitat Politècnica de València y presidente de la Plataforma Forestal, se ha referido también a que mucha de la vegetación en la zona sigue tirada desde la tormenta de 2017 y se ha convertido en un combustible perfecto para el incendio.
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Delgado ha recordado que en la Comunitat hay 1,5 millones de hectáreas y tras esa tormenta en 2017 se dieron únicamente seis millones de euros para afrontar los daños que provocó la tormenta en toda la autonomía. «Hay mucha madera muerta», ha recalcado y ha añadido que este incendio es rápido y muy intenso por la combinación del viento y del abundante combustible.
Por otro lado, ha señalado que echar la culpa al cambio climático o a una quema agrícola es «la solución fácil». «Hay que hacer los deberes», ha señalado y ha recalcado que «es vergonzoso que a quien se le ha descontrolado una quema agrícola se le culpe. Aquí no se asumen responsabilidades. De las políticas forestales no se habla. O se pone el foco en algo inalcanzable como el cambio climático o en lo anecdótico como una quema agraria».
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El monte valenciano es un polvorín, como han denunciado en reiteradas ocasiones diversos sectores. La falta de gestión es patente. Tal y como publicaba este periódico, la entidad conservacionista WWF ha señalado que sólo una de cada diez hectáreas de monte en la Comunitat (un 12,95%) tiene un plan de gestión forestal. Es decir, está siendo trabajado, limpiado y preparado para resistir el embate del fuego. De esta forma, únicamente 168.170 hectáreas cuentan con algún instrumento para el tratamiento de la superficie de un total de 1.300.000 hectáreas forestales que hay en la comunidad.
Además, se encuentra muy por debajo de la media española que se sitúa en el 20,3 %. Así lo reconoce esta entidad conservacionista que recoge datos de la Estrategia Forestal Española con horizonte en 2050 y de la propia Conselleria de Emergencia Climática.
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La Plataforma forestal valenciana, que reúne a profesionales e instituciones de diversos ámbitos y todos ellos relacionados con el sector, ha denunciado el abandono del monte en la Comunitat Valenciana. También lo han hecho los agentes medioambientales y otros colectivos relacionados con el mundo forestal.
En este sentido, Rafael Delgado ha advertido que, «mientras no se revitalicen las actividades agrarias y se apueste por políticas de vertebración y gestión del territorio», la situación de los incendios forestales «irá a peor». «Tenemos el cóctel perfecto para que se produzca una catástrofe».
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Por otro lado, el experto ha señalado que el incendio no se ha producido pronto y que anteriormente se han registrado incendios importantes a estas alturas del año.
En su opinión, hay una «alineación perfecta» de elementos que facilitan que se declaren este tipo de incendios. En primer lugar, se ha referido a los meses de sequía y a una situación puntual de frentes de poniente, pero ha instado a «poner el foco» en la causa profunda, que, en su opinión, reside en «la falta de vertebración del territorio, el éxodo rural y la despoblación».
Para Delgado, -que ha lamentado que lleva años «con el mismo discurso»- se realizan «políticas equivocadas» que no gestionan el territorio, sino que continúan fomentando «modelos de producción lineal en lugar de una economía circular y la desigualdad entre las oportunidades entre la población urbana y la rural».
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«¿Cuándo cambiaremos el chip? No lo sé. Pero hace falta un cambio intergeneracional», ha señalado el profesor, que ha puesto como ejemplo que en los libros de texto de los escolares ni siquiera se hace mención a este tema. Agrega, en este sentido, que «hay una aceptación por parte de la mayoría de la ciudadanía» de que lo urbano está por encima de lo rural.
Ha apostillado que «en la última década la única política que ha habido es la protección». Aquí ha alertado del riesgo de tener únicamente la «ambición de proteger» sin poner el acento en la gestión y la planificación: «El fuego no distingue parque naturales», ha apostillado. Igualmente, ha criticado las «cortapisas» que se ponen a la gestión forestal y del territorio con una excesiva burocracia y ha instado a «darle la vuelta» a esta realidad.
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