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Virginia tenía este miércoles los pies quemados por correr descalza sobre las vías (iba en chanclas), pero sin ella, es posible que el «tren del pánico» ... que se adentró en el incendio de Bejís el martes por la tarde hubiera sido el tren de la muerte. Fue ella la que encabezó la huida del tren cuando vio que la maquinista estaba «totalmente sobrepasada». «No dejaba de repetir, 'no sé qué hacer, no sé qué hacer, el tren no se mueve», ha asegurado este miércoles, todavía con el susto en el cuerpo.
«El tren salió de Valencia a Zaragoza. Cuando llevábamos media hora de camino vimos el incendio totalmente descontrolado a lo lejos. Pensábamos que el tren iba a ir por otra ruta», comenta Virginia, que explica que el humo empezó a entrar por los vagones cuando llevaban una hora de viaje. «La gente se puso nerviosa, había personas con dificultad respiratoria...», asegura esta joven: «Vimos que las llamas rodeaban el tren».
Fue entonces cuando Virginia intentó ayudar a la maquinista «porque perdió el control». «No sabía qué hacer. Me dijo si podía organizar a la gente porque abandonó su puesto de trabajo», comenta Virginia. «No dejaba de decir que no podía arrancar el tren y que estaba esperando órdenes, pero las llamas ya estaban ahí y no se podía respirar», asegura. La maquinista «decidió» abrir la puerta para que pudieran escapar. «Unas quince personas nos bajamos y empezamos a correr por las vías en dirección contraria a las llamas», indica.
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«Los que se quedaron en el tren eran personas mayores y muchos niños que no podían salir corriendo. Dijeron que se quedaban para morir ahí», lamenta. Quienes salieron corriendo, por su parte, se enfrentaron a vientos ardientes y a una temperatura elevadísima. «Hubo gente que se desmayó y vomitó, pero yo les decía que siguieran corriendo porque si nos parábamos moriríamos todos asfixiados», cuenta Virginia. «Corrimos durante casi tres kilómetros huyendo de las llamas. Escalamos una loma para tener visibilidad y vimos tres casas a lo lejos», explica.
«Cuando nos acercamos a las casas, vinieron los vecinos en furgonetas a ayudarnos. Era Ragudo, en Viver. Nos dijeron que habían visto el tren entrar en las llamas y se habían quedado para ayudarnos si alguien escapaba corriendo. Creían que íbamos a morir todos», indica Virginia, que ha presentado una denuncia esta misma mañana.
«La maquinista no tenía el control en ningún momento. Empezó a correr de un lado para otro», asegura esta joven, que dice que intentó «echarle una mano». «Si nos quedábamos en el tren, tal como estaba la situación, si no arranca, toda esa gente muere. Vi mi vida pasar por delante de mis ojos. Si no, no salgo corriendo», asegura.
La versión de Renfe es distinta: ellos dicen que si no fuera por la maquinista, que mantuvo la calma, las pérdidas habrían sido enormes. «Fue por el tren calmando a la gente mientras iba a la cabina de cola, pero los pasajeros perdieron los nervios», han insistido esta misma mañana. Cabe destacar que testigos de Caudiel aseguraron que quienes salían del tren decían que habían tenido que accionar la palanca de emergencia para salir.
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