NICOLÁS VAN LOOY
altea.
Miércoles, 8 de septiembre 2021, 00:38
Son muchos los empresarios de Altea que hablan ya, a medio camino entre el enfado monumental y la resignación, de cierres masivos y despidos durante el próximo invierno. Ese mensaje, más realista que catastrofista, toma ahora incluso más tintes de realidad tras la última comunicación que han recibido desde el Ayuntamiento, en la que se les indica que las obras «afectarán a la ocupación de la vía pública que viene realizando para destinarla a la terraza de su establecimiento».
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En la misma misiva, remitida desde la Concejalía de Infraestructuras y Obras, se comunica a los empresarios que «entre el 1 de octubre y el 31 de diciembre se prevé el inicio de los trabajos en la zona que afectará a su terraza y que implicará no poder ocupar temporalmente la vía pública con ningún tipo de mobiliario». Por todo ello, el gobierno local ordena que «con anterioridad al 1 de octubre deberán proceder al desmontaje de todos los elementos fijos (...) pudiendo tan sólo permanecer en la vía pública las mesas y sillas durante el tiempo que esta ocupación no resulte incompatible con las obras».
Una decisión, según los empresarios, que supone una nueva piedra en el camino habida cuenta de que la mayor parte de esos locales no tienen aforo interior -o el mismo es mínimo. Además, durante los meses de invierno, incluso sin las molestias de las obras, sus clientes buscan en sus terrazas, a la vez, el calor del sol invernal mediterráneo y, más importante, el cobijo frente a los fríos y húmedos vientos procedentes del mar, al que de esta manera, siempre y cuando la instalación de mesas y sillas no sea incompatible con las obras, quedarán completamente expuestos.
Así, la decisión puede suponer la pérdida efectiva de las campañas del puente del 9 d'Octubre, Todos los Santos, la Constitución y la Inmaculada y Navidad.
Este proceso se enmarca en la transformación del frente litoral de Altea. El lavado de cara, cuya primera fase concluyó en 2016 con la eliminación del 'charco' y la creación de la nueva playa del Espigón, tenía previsto iniciar la segunda parte de las actuaciones el pasado año, pero la pandemia lo trastocó todo y no ha sido hasta 2021 cuando los operarios han podido iniciar unos trabajos que, además de haber creado un profundo debate social, han puesto en pie de guerra a vecinos y empresarios.
La mayoría de los negocios que se ubican en esa franja litoral están dedicados al sector de la restauración, especial y fuertemente golpeado por la crisis pandémica. Por ello, cuando el gobierno local anunció su intención de iniciar las obras coincidiendo con el arranque del verano, los restauradores pusieron el grito en el cielo ante una decisión que, de manera evidente, ponía en jaque gran parte de sus esperanzas de recuperarse, al menos en parte, del mazazo económico sufrido durante el año y medio anterior.
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En aquel momento, el gobierno de coalición (Compromís y PSPV) quiso calmar las aguas y aseguró que respetarían los meses estivales y que las obras arrancarían en la parte marítima para evitar o, al menos, minimizar las molestias durante la temporada alta. Sin embargo, la promesa quedó en nada y, desde el primer momento las actuaciones se centraron en la zona del paseo marítimo, eliminando un aparcamiento fundamental para los negocios.
Además, los ruidos, el trasiego de máquinas, las aceras levantadas y el polvo en suspensión provocados por los movimientos de tierra tuvieron el efecto que los empresarios temían: la huida de turistas a otras zonas del municipio o a localidades vecinas.
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