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A. Talavera
Alzira
Jueves, 13 de febrero 2025, 00:33
Los daños colaterales de la dana son muy cuantiosos y siguen estando presentes en la vida de muchos afectados. La riada, además de llevarse miles de vehículos y destrozar plantas bajas, también afectó de forma importante a los edificios averiando muchos de los ascensores. Algunas de estas comunidades todavía no han podido reparar estos aparatos y esto ha trastocado por completo la vida de los vecinos con movilidad reducida.
Salir a la calle se convierte de esta forma en una misión imposible si no se cuenta con ayuda. Ante esta necesidad, Cruz Roja puso a disposición de los afectados, desde los primeros días tras la catástrofe, un servicio para posibilitar que personas con discapacidad o mayores pudieran salir de sus pisos.
La organización ya contaba, anteriormente a la dana, con este servicio en la ciudad de Valencia para acompañar a personas que viven en edificios antiguos y sin ascensor. Gracias a unas sillas especiales llamadas 'oruga' porque de la parte baja salen unas ruedas giratorias esta tarea se puede realizar de una forma más segura y eficaz.
«Desde el primer día se pusieron en contacto con nosotros asociaciones para solicitar este servicio ya que los usuarios de centros no podían acudir al no tener ascensor para bajar a la calle. La demanda es muy grande y continuaremos con estos acompañamientos hasta que sea necesario», explica David Jiménez, técnico de inclusión social del Plan Especial Dana de Cruz Roja.
La entidad contaba con once de estas sillas y recientemente ha adquirido cinco más para poder ampliar el servicio y las atenciones por todos los pueblos afectados por esta tragedia.
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Cruz Roja dio prioridad en un primer momento a personas que necesitaban acudir a colegios especiales, centros de día o citas médicas, pero también se atiende a otras para que puedan tener contacto con el exterior y dar un paseo.
«Atendimos a gente que llevaba dos meses sin salir a la calle y sólo podía asomarse a la ventana. Vamos a continuar todo el tiempo necesario para que no haya nadie que se quede aislado», remarca David Jiménez.
Los voluntarios que participan en este programa reciben formación para saber utilizar las sillas que pueden pasar por escaleras angostas y siempre acuden dos personas para garantizar la seguridad. Desde octubre, Cruz Roja ha realizado más de 700 intervenciones de este tipo y sigue recibiendo peticiones para mejorar el día a día de los afectados.
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