Castell de Cabres es el pueblo con menos habitantes de la Comunitat: 19 paisanos. Ni uno más ni uno menos. Caben en un microbús y todos se conocen por su nombre y apellidos. Viven a más de mil metros de altura sobre el nivel ... del mar, en pleno Maestrazgo y en invierno, si nieva copiosamente, se quedan aisladoscon una buena pala y a la espera de los quitanieves. Un pueblo sin bar, sin barra en la que echarse un carajillo para calentar las entrañas. En Castell de Cabres los días son iguales, y las noches también. Otra forma de vivir. Ahora han dado un paso más, gobernarse entre todos, como una hermandad, en la que todos tienen que decir y decir. Donde nadie sea más que nadie y se vote cada decisión, que el vote de cada vecino sea real, en una asamblea. Un pueblo pequeño, solitario y lejano pero que a partir de ahora, tras aprobarlo el pleno del Consell, será gobernado como concejo abierto, una democracia directa en la que todos los vecinos en edad de votar tendrán capacidad de decisión junto al alcalde.
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«En el régimen del concejo abierto, el gobierno y la administración municipales corresponden a un alcalde y a una asamblea vecinal de la que forman parte todos los electores. Ajustan su funcionamiento a los usos, costumbres y tradiciones locales y, en su defecto, a lo establecido en esta Ley y las leyes de las comunidades autónomas sobre régimen local», según el artículo 29.2 de la ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de Régimen Local. Un régimen de organización de democracia directa y pura, típico en la Edad Media Alta.
Las asambleas vecinas de los concejos se reúnen al menos una vez al trimestre y se convocan a toque de campana, pregón, bando o cualquier otra forma de uso tradicional. Para que las asambleas queden válidamente constituidas habrá de asistir una tercera parte de los vecinos que tengan derecho. En ningún caso el número de presentes podrá ser inferior a tres. La representación de los vecinos podrán otorgarse para cada sesión o con carácter permanente, pero siempre en favor de vecino perteneciente a la asamblea vecinal. Ningún vecino podrá asumir la representación de más de un tercio de los miembros de la asamblea y los acuerdos se adoptarán por mayoría de votos.
En la Comunitat Valenciana ya hay dos municipios que funcionan como concejo abierto: Palanques y Fuente la Reina. Castell de Cabres, al ser un municipio menor a 100 habitantes estuvo gobernado mediante esta fórmula hasta 1985, pero la normativa eliminó el requisito poblacional como obligatorio, por lo que pasó a constituirse como un Ayuntamiento normal. La alcaldesa es la socialista María José Tena Gasulla y hay dos concejales más de Avant CDC. Los tres votaron a favor en el pleno del pasado 16 de febrero de que Castell de Cabres se convirtiera en concejo abierto: «Por considerarse que este es el régimen organizativo de mayor eficacia en la gestión municipal, permitiendo la participación e implicación directa de toda la ciudadanía en la gestión de los asuntos públicos, aumentando con ello su eficacia, y constituyendo un elemento de lucha contra la despoblación en un municipio que, por su localización geográfica, requiere de la mayor cogeneración de políticas públicas posible». Una petición que fue ratificada por el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, el 26 de marzo.
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LAS PROVINCIAS visitó Castell de Cabres en diciembre de 2023, dentro de la serie Valencianos en la Frontera. Sólo el rugido de una motosierra rompía la calma el día de la Constitución. Había que hacer leña para aguantar el frío. «¿Preparándose para el invierno?», pregunté. «Aquí siempre es invierno», respondió el lugareño como primera lección para el curioso.
«Aquí vivimos ocho todo el año», contaba Xavi con la escoba y el recogedor en la mano. Tuvo un restaurante en el pueblo, un negocio del que acabó harto. «Por la mañana barro las hojas, después de comer descanso y por la tarde corto algo de leña», apuntaba. Xavi lleva veinte años en el pueblo y se ha acostumbrado a que la pausa sea más importante que la velocidad.
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En España, había más de mil concejos abiertos en pueblos con menos de 100 habitantes que así lo habían decidido, pero con la reforma de la ley electoral de 2011 se redujeron a 110, principalmente en las regiones de Castilla y Aragón. Ahora, como es el caso de Castell de Cabres, algunos van recuperando un sistema que nació en la Edad Media y que está considerado como la democracia más pura que existe, porque todos los vecinos deciden el futuro de su municipio.
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