Buñol ya tiene lista su munición más particular: 150 toneladas de tomates

En Buñol ya está todo preparado para dar el pistoletazo de salida a la Tomatina 2023. Como cada agosto, el último miércoles del mes tiene lugar está guerra en la que el tomate es la munición. Hasta seis camiones desfilarán frente al ayuntamiento de la localidad de Buñol, en un recorrido en la que vecinos y recién llegados a las fiestas del pueblo buñolense se batirán en duelo con está hortaliza.

Las toneladas de tomates cubrirán suelos, paredes, vestimentas y a todo aquel que se encuentre sobre las doce del mediodía en la celebración. Este año los camiones cargarán hasta 150.000 kilos a cargo de la ya tradicional en este festejo, Citrimed S.L.

La empresa mayorista de fruta lleva cerca de veinte años suministrando el producto estrella de la celebración. Uno de los hermanos dueños de la empresa familiar, Javier Melchó, relata que fue su padre quien dio comienzo a la costumbre de ofrecer tomates para la Tomatina, hace ya dos décadas. En aquel entonces, cuando Javier contaba con tan solo veinte años de edad, el tomate iba destinado a la elaboración de conservas o latas. Aquel verano en el que dieron el salto a esta festividad de Buñol, la cantidad de producto que se ofreció ascendía a 80 toneladas.

Hoy, con casi el doble de sus inicios, el dueño de la empresa afirma que cada año los kilos suben. «Este año, sin duda, sobrarán tomates. Aunque siempre prefiero que sobre cantidad a que falte», confiesa.

EL PROTAGONISTA

El verdadero protagonista de todo esto es sólo uno: el tomate. Javier asegura que la variedad debe ser la de pera. El rojo intenso que esta tipología de la hostaliza deja es el más óptimo para una fiesta en la que mancharse es atracción principal.

Otro de los motivos es que el tomate de ensalada es mucho más grande y duro, obstáculo en la extracción del jugo que se da de manera inmediata cuando se presiona uno de pera. Para lograr un estado aún más idóneo en la remesa de esta rojiza hortaliza que lleva ya un mes madurando, un día antes de la Tomatina, decenas de palés son apilados al sol para que el calor acabe de reblandecer las durezas que puedan haber quedado. Un proceso, asegura Javier, obligatorio para que la gente no se haga daño.

Aunque esta empresa familiar es la responsable de almacenar las toneladas de tomates para la Tomatina, no estarán presentes en ella. «Sólo habré asistido una vez en mi vida. Para nosotros es un día laboral más. Si hay mucha cantidad de trabajo, tenemos que sacarlo adelante, y eso sólo lo sabemos la noche de antes» apunta. El comercio, a lo largo del año, no se ciñe únicamente al suministro de tomates, sino que también proveen otros productos agrícolas como melones, naranjas, melocotones o alcachofas.

Con todos los tomates listos para que el reloj marque las doce del mediodía, Sergio Galarza, primer teniente alcalde de la Tomatina y de fiestas, afirma que las previsiones para este año son muy positivas. «El año pasado se vendieron pocas entradas porque era el primer año post pandemia en el que por fin permitían hacer fiestas de esta magnitud», asegura. Este año, el festejo ha conseguido situarse en niveles de pre pandemia, con un pronóstico que augura cerca de 16.000 asistentes de todas partes del mundo, así como los propios buñolenses que la semana del celebrán las fiestas municipales.

Este año el aforo dejará hueco a entre 20.000 y 22.000 personas, por lo que aún hay posibilidad de encontrar entradas disponibles para pasar la mañana de este 30 de agosto bajo un manto de tomates y jugo rojo. «Auguramos una Tomatina muy positiva en cifras de asistentes, aunque esperamos que el año que viene mejoremos aún más si cabe», señala el concejal Galarza de cara a la próxima Tomatina 2024.

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