«Ahora toca el lodo de los aparcamientos. Y no será fácil». Estas palabras las decía un bombero de Zaragoza, que miraba con impotencia cómo la bomba que retiraba el agua estancada en uno de tantos parkings se obstruía porque casi todo lo que ... quedaba en el subterráneo era lodo. Los cuerpos y fuerzas de seguridad que han estado trabajando en los pueblos afectados han retirado el agua, pero no el fango. Y se está secando. Sara Jover es presidenta de la comunidad de propietarios de una finca de Catarroja, y lleva días buscando una solución contrarreloj para un aparcamiento de dos plantas. «Las empresas nos dicen que tienen lista de espera, y nos han llegado a pedir 30.000 euros por adelantado por limpiarlo», se queja Sara, que ha tenido además que dar mil patadas para que les hagan caso.
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El presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Valencia, Sebastián Cucala, confirma que lo más complicado ahora es encontrar empresas que hagan el trabajo, que en pequeños garajes puede ser a mano, pero en los grandes obliga a utilizar pequeñas excavadoras. «Hicimos desde el primer momento un llamamiento a proveedores de toda España», explica el dirigente, que admite que lo tendrán que afrontar las comunidades de vecinos a expensas del pago del Consorcio de Compensación de Seguros. En cada finca, además, tienen una problemática distinta, y en el edificio de Sara las bajantes de las aguas residuales están completamente destrozadas, con lo que van a parar directamente al aparcamiento, agravando el problema. «Nos han dicho también que el nivel freático está muy alto y vuelve a subir el agua», dice.
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Además del fango, las pequeñas excavadoras que entran a los aparcamientos, ayudados de grúas, van sacando los coches como pueden. Hace dos días, un joven de Catarroja buscaba su coche en uno de tantos desguaces de coches que se multiplican a las afueras de cada municipio. «Estaba bien, pero lo hicieron polvo al sacarlo del garaje y ahora ya no sé dónde lo han dejado», se queja.
Aunque las viviendas en altura no han sufrido daños, algunas fincas tienen problemas estructurales, y el agua y el fango estancado en los cimientos puede causar daños. Además, ahora llega una segunda parte, según Cucala, y es «la reposición de la fontanería, electricidad, ascensores o grupos de bombeo», que permiten que el agua llegue con presión a los últimos pisos.
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La mayoría de las acometidas están inutilizadas, en un trabajo inmenso que comenzaron a hacer especialistas voluntarios los primeros días. La puesta en marcha de nuevo de los ascensores es también una de las prioridades, porque hay vecinos con problemas de movilidad que sin ascensor quedan aislados.
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