ISABEL DOMINGO
VALENCIA.
Jueves, 19 de septiembre 2019, 00:41
«Ni ampliación ni PGOU de Alboraya», «No oblidarem el Forn de la Barraca» o «L'asfalt no és menja». Son algunos de los carteles que, desde ayer, pueden leerse en las paredes del Forn de la Barraca, situada en la partida de Calvet, entre Valencia y Alboraya. Se trata de una de las construcciones que serán derribadas en los próximos días debido a los trabajos de ampliación de la V-21 que ejecuta el Ministerio de Fomento.
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Para evitarlo, un grupo de personas (vecinos y miembros de la plataforma Per l'horta y otros colectivos) permanece acampada desde la noche del martes junto a esta alquería que data de principios del siglo XX. Ayer impidieron el acceso de los operarios del Ministerio de Fomento al interior de este inmueble, ya que debían ejecutar los trabajos previos al derribo, planificado para los próximos días.
De las diez personas que pernoctaron en el lugar, «sintiendo el contraste entre la huerta y el ruido de la autovía», explicaron los asistentes, se pasó a las cerca de treinta que se concentraron junto al Forn de la Barraca. Fue el momento en que la empresa avisó a la Guardia Civil ante la imposibilidad de realizar la actuación que tenían planificada, que también incluía perimetrar la zona además de realizar la segregación del material que aún conserva la casa que, hasta finales de los 70, realizó la actividad como horno.
Los acampados explicaron que no van a abandonar el sitio, en el que todavía hay suministro eléctrico, y remarcaron que su protesta es «pacífica y simbólica», ya que son conscientes de que finalmente el derribo se llevará a cabo, al igual que los trabajos del tercer carril de la V-21. «Queremos dar testimonio de lo que va a suceder y dar visibilidad al destrozo que se va a cometer en una zona de huerta productiva», explicó una de las personas concentradas. A su lado, otra lamentaba la «desconexión de las personas con su entorno natural».
De momento, vecinos y activistas lograron paralizar los trabajos durante una jornada, ya que los operarios finalmente se retiraron a pesar de la mediación de los agentes de la Guardia Civil, que pidió que se dejara trabajar a los operarios.
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Donde sí se mantuvo la actividad fue en el entorno de Port Saplaya, donde una de las máquinas excavadoras apareció quemada. El incidente, que no es el primero en unas obras muy criticadas por colectivos ecologistas, ya está siendo investigado y ha provocado que se ralenticen los trabajos.
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