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Una niña con un móvil. LP

La adicción a las pantallas ya lleva a ingresar a niños de 12 años

Uno de cada tres adolescentes realiza un uso compulsivo de las redes sociales y casi la mitad lo hace para no sentir soledad

Daniel Guindo

Valencia

Lunes, 8 de mayo 2023, 01:06

La pandemia ha acelerado lo que venía siendo una preocupante tendencia: la cada vez mayor utilización de dispositivos tecnológicos por los más pequeños de ... la casa; problemática que, si nada lo remedia, tiene visos de convertirse en un serio problema de salud pública. El uso, y en este caso el abuso, de móviles, tabletas y otros gadget s está generando una importante adicción a niños y adolescentes. Tanto que, en los casos más extremos, la dependencia de las pantallas llega a requerir un ingreso hospitalario.

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Al respecto, Matías Real, psiquiatra del Consorcio Hospitalario Provincial de Castellón y miembro del Comité de Expertos de la Fundación Mónica Duart (entidad dedicada a la investigación y el estudio de los trastornos y las patologías del sueño), aporta algunas estimaciones que sirven para orientar sobre la magnitud de la situación. Por ejemplo, y basándose en los datos de la sala de hospitalización infanto-juvenil del citado centro sanitario, de los últimos cien ingresos (aproximadamente todo 2022 y lo que llevamos de 2023), el 20% de los pacientes tienen 12 o menos años. Además, en la actualidad, la edad media de los ingresos es de 13,5 años, cuando antes de la pandemia (2018-2019), «estaríamos hablando de edades medias en torno a los 16 años», señala Real.

Las causas de estos ingresos son diversas: patologías como autismos descompensados y alteraciones de conducta que hace difícil su manejo en casa, trastornos psicóticos, o cuadros depresivos e ideas suicidas, «que es lo que más se ha incrementado», subraya el especialista.

Sin embargo, y frente a ello, surge una cuestión importante: entre el 80 y el 90%, aproximadamente, de todos los pacientes ingresados en esta unidad tenían un uso problemático de las pantallas, «o bien por dedicarles mucho tiempo y dejar de atender otras cosas, o bien por el efecto que tiene el acoso a través de las pantallas».

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Sobre este último supuesto, el doctor detalla que «hay situaciones de casos ingresados ahora mismo que vividas en persona en lo analógico (insultos, desencuentros...) pueden resolverse más o menos fácilmente al cabo de unos días. Pero esas mismas palabras puestas en un chat donde hay más público y que se quedan ahí implican una repercusión y malestar continuo y constante, porque sabes que está ahí y que los demás lo están viendo».

Así, a lo largo de este último año y medio, entre el 3 y el 5% de los ingresados en la citada unidad presentaban una auténtica dependencia de las pantallas. Concretamente, el diagnóstico oficial se llama trastorno por uso de pantallas o de internet, aunque también está reconocido el trastorno por uso de juego. «En nuestro ámbito está un poco en discusión porque hay una vertiente de estudios y profesionales que consideran que lo adictivo es el juego, pero más allá del juego, la pantalla en sí, la interacción, son mucho más adictivos por la forma en que están creadas y diseñadas las pantallas, la inmediatez de la comunicación, los refuerzos intermitentes que dan, los me gusta de las redes sociales, que compartan una noticia, que se viralice, que entren en tu perfil, etc...», pormenoriza este profesional.

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De hecho, existen varios estudios sobre el excesivo, y en ocasiones peligroso, uso que se lleva a cabo de estos dispositivos. Según el 'Informe sobre el uso de la tecnología entre la población adolescente de Valencia y Barcelona' de la Fundación Adsis (dedicada a la prevención de tecnoadicciones) de 2022, el 25% de los estudiantes de ESO usa más de 5 horas al día las aplicaciones durante el fin de semana (WhatsApp, Youtube, Instagram, Tik Tok, plataformas de series...) mientras que el 16% usa estas tecnologías para «no pensar en mis problemas».

Y esta utilización reiterada de las pantallas desemboca en «estudiar menos y/o bajar las notas y suspender; discusiones y peleas con la familia; interferencias en las actividades habituales; y aislarte de tu familia», principalmente. De hecho, un 9% considera que tiene un problema de adicción y uno de cada tres discute de manera habitual en casa por las tecnologías. Además, algo más de un 30% asume que hace un uso compulsivo de las redes sociales y el 25% tiene adicción o riesgo de adicción a los videojuegos, siempre según el citado informe.

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En esta línea, y como recoge el estudio 'Impacto de la tecnología en la adolescencia. Relaciones, riesgos y oportunidades. Un estudio comprensivo e inclusivo hacia el uso saludable de las TRIC' de Unicef (con datos de 265 centros educativos, 27 de ellos de la Comunitat), el 33% de los adolescentes pasa más de 5 horas diarias conectado a internet un día de la semana cualquiera, cifra que asciende al 54,8 % durante el fin de semana. Uno de cada cinco se conecta a la red a partir de medianoche todos o casi todos los días.

Prácticamente todos (el 99%) está registrado en, al menos, una red social, el 86,4% en tres o más y el 63,4% tiene varias cuentas o perfiles dentro de una misma red social. YouTube, Instagram y Tik Tok son las más aceptadas.

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Más de la mitad de ellos, como recoge el estudio, utilizan las redes sociales para hacer amistades y el 46,2% (casi la mitad) para no sentir soledad; el 8,5% manifiesta haber enviado fotos o vídeos personales de carácter erótico o sexual y más del triple (el 29,4%) dice haberlos recibido.

En total, se cifra en un 37,4% el porcentaje de adolescentes de la Comunitat que tendrían un uso problemático de internet y las redes sociales, cifra superior a la del conjunto de España (33%).

«Hay que acompañar a los niños y poner normas muy claras»

Matías Real fue uno de los profesionales que atendió al adolescente que estuvo ingresado durante dos meses en Castellón por su grave adicción a los videojuegos (concretamente a uno llamado Fornite); un uso compulsivo que le llevó a estar prácticamente un día entero frente a la pantalla. «Aquello supuso un reto porque se había llevado al extremo: no salir de la habitación, abandono de la higiene... No se había publicado un abordaje de hospitalización para hacer desintoxicación al uso como se hace con las sustancias estupefacientes y tomamos la decisión de hacerlo porque es como se actúa con la dependencias graves. El resultado fue satisfactorio. Aislado del acceso a los videojuegos y a las pantallas y, de una manera progresiva, se fue obteniendo una mejoría», recuerda este reputado especialista.

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El médico que atendió al joven que llegó a estar un día entero frente a un videojuego es optimista: «Con la hospitalización se obtiene mejoría»

Matías Real

Psiquiatra

De hecho, este experto quiere lanzar un mensaje optimista. «Hay cosas que se pueden hacer y hay mejoría. Durante el ingreso están bien sin tener acceso a las pantallas». Así puntualiza que «en los casos más graves que acaban ingresando suelen haber otros factores añadidos que hacen que los casos sean especialmente complicados. No ha sido el único paciente con tantas horas dedicadas a las pantallas que nos hemos encontrado».

Para evitar llegar a estos extremos y prevenir situaciones de este tipo Real aconseja «que se haga un uso acompañado, que no se deje (a los niños) con dispositivos solos, y que se haga interacción, acompañarles, de la misma forma que les acompañamos en el parque o cualquier otra actividad. Si hablamos de ordenadores, instalarlos en zonas comunes compartidas para evitar que se vayan a la habitación, que se complementen con otras cosas, con otras actividades, lectura, escuchar música, quedar con amigos. Y si aparecen problemas, como que dejen de hacer cosas que antes hacían, establecer normas muy claras de uso como cuándo se pueden conectar. Y ser ejemplo, porque somos el modelo en el que se miran».

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Si no, existen posibilidades de que se genera una adicción, «un aumento constante del tiempo dedicado a ello con un abandono de otras actividades que resultaban placenteras, como salir a la calle, tareas sociales, abandono o descuido de la higiene personal, la alimentación, o malestar emocional intenso. Muchas veces las pantallas mitigan ese malestar porque hacen que focalicen tanto la atención en lo que está ocurriendo en la pantalla que no se enteran del resto, y ese malestar no lo sienten tanto».

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