Los pasajeros que llegan de Italia, sin control en el aeropuerto de Valencia

«Va a haber una tensión especial en los aeropuertos, en los vuelos procedentes de Italia, pero teniendo en cuenta que no se va a actuar de una manera alarmista ni generalizada». Estas son declaraciones del presidente de la Generalitat, Ximo Puig, tras mostrar el lunes su preocupación por la situación del coronavirus en el norte de Italia. Pero las palabras del jefe del Consell no han tenido consecuencias aún en el aeródromo valenciano, donde no tiene competencias.

En las instalaciones aeroportuarias no se apreciaba este martes tensión especial. Es más, daba la impresión de que no había excesivo ajetreo, especialmente en el área de salidas.

Y en los vuelos procedentes de Italia, más de lo mismo. Ningún tipo de control sanitario a los pasajeros que habían llegado en aviones procedentes de la península itálica ni a ningún otro. Ni siquiera la toma de la temperatura corporal a los pasajeros procedentes de Venecia o Milán.

Al fondo del hall de Llegadas del aeropuerto de Manises se inauguraba una exposición sobre el Santo Grial.

Sí se veían algunos pasajeros con mascarilla, que se concentraron especialmente en el vuelo procedente de Venecia que aterrizó a media mañana. Otros llevaban bufandas o bragas para taparse la cara. Del personal aeroportuario, solamente se veía a un par de mozos que habían protegido la nariz y la boca de posibles contagios.

Pedro y Nacho, dos estudiantes de Derecho de Erasmus en Brescia, habían tomado a las 6 de la madrugada el vuelo de Bérgamo que hace escala en Milán, para poner rumbo a Valencia. Ambos tienen 23 años y son de Murcia. Cada uno llevaba al cuello una bufanda con la que se habían cubierto la boca y la nariz. En el aeropuerto de Manises ya iban a cara descubierta. «Mucha gente que venía en nuestro vuelo tenía puesta la mascarilla. Nosotros llevamos estas bufandas», señaló Nacho.

«Hemos cogido el vuelo de las 6 de la mañana en Bérgamo y no hemos pasado ningún control de temperatura. Ni allí ni aquí en Valencia», continuó Nacho, mientras Pedro asentía, corroborando las palabras de su amigo. «Nos extraña que no hubiera ningún control para tomarnos la temperatura ni allí ni aquí», intervino Pedro.

«¿Miedo? La verdad es que no. Yo no tengo. Mi madre sí. El lunes me llamó y me dijo que me había sacado un billete para volver y que si no tomaba el vuelo venía ella y me sacaba de Italia. Y me lo dijo gritando. La verdad es que hay más miedo por lo que se dice en España que por lo que sucede en Brescia», confesó Pedro.

«Allí estábamos a 60 kilómetros del foco del coronavirus y no teníamos miedo. En todo caso, miedo a tener que quedarnos encerrados en la residencia de estudiantes. Miedo han tenido nuestras familias por la alarma que se ha creado, pero allí, donde estábamos nosotros, todo estaba normal», puntualizó Nacho, que también ha dejado atrás Italia por la presión familiar.

Los dos jóvenes estudiantes de Derecho esperan que la situación se normalice «y poder irnos otra vez en unos pocos días». Mientras tanto, «a pasar unos días en Murcia, con la familia, pero yo ya tengo ganas de volver», coincidieron ambos. «Ahora tenemos que descansar. No hemos dormido en toda la noche y estamos hechos polvo. Cogíamos el vuelo a las 6 pero teníamos que ir en autobús desde Brescia y lo hemos cogido a las 4 de la madrugada». El avión de Milán ha llegado media hora antes de lo previsto. «Y nos quedarán dos horitas de camino hasta Murcia. A ver si podemos descansar algo», indicó Nacho.

El vuelo procedente Venecia es del que más mascarillas bajaron y con una notable diferencia respecto a los demás. Cristina, Santiago y dos de sus hijas volvían de visitar a su hija mayor, de Erasmus en el norte de Italia. «No nos han hecho controles de temperatura ni en Venecia ni en Valencia. Es una vergüenza. ¿Si viene alguien enfermo qué sucede? Aunque allí, la verdad, es que está todo normal», afirmó Cristina. «En Venecia hay más máscaras que mascarillas. Se suspendió el último desfile de los carnavales, pero la plaza de San Marcos estaba llena de gente disfrazada», terció Santiago, que trató de poner normalidad a la crisis sanitaria. Su hija mayor no ha podido volverse con ellos en el mismo vuelo. Tenía previsto coger otro que aterrizaría ayer mismo en Barcelona.