JOSÉ MOLINS
Martes, 13 de septiembre 2022, 00:02
Cuando ya desde pequeña los sobresalientes copan todos sus boletines de notas, se tiene capacidad para estudiar cualquier carrera. Aunque los gustos de Cristina Bastida eran tan amplios que abarcaban todos los ámbitos. «Cuando era pequeña quería ser todo, astronauta, veterinaria, tocar el piano, me encantaba la literatura...», comenta. Pero con todos los miembros de su casa dedicados a las ingenierías (sus padres y su hermana), su destino también iba a estar ligado a esta rama.
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Sólo hacía falta encauzar hacia qué ingeniería, y en ello tuvo mucha culpa un curso de verano que Cristina hizo en Tarragona con 16 años. «Encontré un programa de campus científico, elegí Programación de robots, fui una semana, me enseñaron, me sacaron un robot Lego, al que le hice virguerías y me encantó. Al volver de ese verano tenía más claro que quería hacer Ingeniería Electrónica Industrial en la Universitat Politècnica, porque era lo que mejor me podía venir», asegura.
Y tanto que fue así. Ha terminado los cuatro años de la carrera con una impresionante colección de premios académicos y ahora va a empezar el segundo curso del prestigioso máster de Ingeniería Industrial de la UPV. Entre otros, logró el Premio extraordinario Fin de carrera, Premio al Mejor estudiante de la UPV y Premio al Mejor expediente académico de cada curso de su carrera.
«Desde el primer momento las notas fueron muy buenas, en eso me he mantenido siempre. No tuve problema, y ahora que estoy haciendo un máster he notado mucha dificultad pero tampoco han bajado las calificaciones», comenta la joven valenciana, que tiene 23 años. «Es verdad que en el primer curso no me convenció la carrera, pero ya en segundo me gustó mucho más, con la asignatura de Energía robótica, y me di cuenta de que había acertado con la decisión», expresa Cristina.
Su rama favorita es un campo aún por explorar. «Cuando les comenté a mis profesores que me gustaba la robótica me dijeron que me metiera en un doctorado como investigadora y docente en esa rama. No lo descarto, es una opción que está ahí. Cuando acabe todo en junio decidiré» indica. «La programación de la robótica me encanta, poner líneas de código para que funcione. Con lo que más prácticas he hecho es con los robots que se automatizan para procesos, como los que se utilizan en fábricas para coger herramientas, planchas grandes, etc, sin embargo no me interesa tanto los de inteligencia artificial tipo los que utilizan como camareros en bares, es un campo que no es el mío, no lo he estudiado», expresa Cristina, que suele dedicar unas 12 horas diarias al máster, seis presenciales y otras seis estudiando en casa. «Y en época de exámenes bastantes más».
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El apoyo de su familia ha sido clave. «Yo lo tuve muy claro, pero mis padres y mi hermana me han ayudado mucho. Mi hermana estudió Ingeniería Eléctrica, mis padres son ingenieros, me han sabido ir diciendo qué me puede gustar y lo que no. Ver personas a tu alrededor que te recomiendan bien es una gran ayuda. A mi padre le interesaba siempre mucho la electrónica y si le dijera que vamos a montar un robot lo haría conmigo».
Hizo prácticas durante un año y medio dentro de la UPV en un equipo de investigación y este curso que va a empezar ahora terminará el máster. «A día de hoy es el máster que más salida tiene dentro de la Ingeniería industrial a nivel de empresas, es el más reconocido. Quienes salen de la UPV con él suelen tener mucho nivel, gusta mucho en el exterior, así que es muy atractivo hacerlo», explica. Pese a sus brillantes notas, no consiguió becas para realizar este curso y necesitó ayuda de su familia, pero al sacar matrícula de honor el año pasado, el coste económico se le ha reducido muchísimo.
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Siempre ha vivido y estudiado en Valencia, y aunque no se cierra la puerta a trabajar fuera, lo tiene claro: «Si tuviera que elegir, me encantaría trabajar en Valencia. La robótica me enamoró y también me gusta la electrónica, aunque otras ingenierías también me agradan», señala. Y además, consigue tiempo para sus otras dos pasiones: tocar el piano y la lectura.
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