![La arquitectura religiosa rompe moldes en Albal](https://s2.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2025/01/31/LIMPIO-R6pyMifCnrwRnF1hh1Yx3OJ-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Sorprende. Es una iglesia poco al uso, que rompe moldes. Rara avis en la arquitectura religiosa. Es la iglesia parroquial dedicada a San Carlos Borromeo en Albal, una construcción de los años setenta firmada por el arquitecto Juan A. Grau Hervás en 1972. La construcción lleva inscrita en sus genes la mirada renovadora de aquellos años. «Es una obra arquitectónica a considerar. Hay pocos edificios religiosos de la época con entidad». El de Albal es uno, como se desprende de las consideraciones del arquitecto Arturo Zaragoza, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos.
Su forma circular y la pendiente que desemboca en el presbiterio dan la clave de la modernidad de un espacio religioso que a primera vista parece descubrir un teatro. Pero, ¿y esos brazos de hierro? La estructura metálica que soporta la cubierta permitiendo que se cuele la luz no es menos llamativa. Además, está cargada de significado. «Tiene la forma de una cepa de vid. El tronco arranca en el presbiterio y extiende sus brazos, como los sarmientos, a lo largo del templo», explica el párroco, Engracio Bataller, quien detalla que no sólo el espacio de las celebraciones regala sorpresas: «Es un complejo parroquial, lo cual también resulta llamativo. Lo habitual era levantar la iglesia y junto a ella la casa abadía o local parroquial». Sin embargo, para San Carlos Borromeo el arquitecto Grau Hervás pensó en un complejo con patio interior donde imprimió la indudable huella de los claustros. Y para la planta alta, diseñó varias estancias destinadas a servicios parroquiales. Por supuesto, no olvidó el campanario, cuyas formas ya desde la distancia anuncian peculiaridades en la arquitectura.
Tras sufrir el paso del agua de la dana, que en el área del presbiterio alcanzó los dos metros, el complejo se sometió a la limpieza y ahora lucha por la restauración de las heridas del barro e incluso por obtener el reconocimiento de Bien de Relevancia Local o Bien de Interés Local. Todo está en periodo de estudio. Esta misma semana se acercarán hasta allí representantes de la sección de arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, entre los que estará Arturo Zaragoza.
Este especialista ya conoce el templo. Llegó hasta allí llamado por el párroco, quien ante el desastre sufrido necesitaba un criterio experto. «Cuando entré me sorprendió muchísimo. Al verla pensé: esto, sin duda, lo ha hecho un buen arquitecto», advierte Zaragoza, quien señala también que «encierra un valor a considerar como Bien de Relevancia Local».
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Laura Garcés
El punto de vista del técnico señaló al párroco el camino a seguir en pro de conceder valor a una construcción «peculiar y vanguardista», apunta Engracio Bataller. A partir de ese momento actuar en favor de resaltar el interés del edificio cuyo proyecto está fechado el dos de julio de 1972 –en medio del proceso de construcción de las nuevas parroquias– se convirtió en una tarea más.
La iglesia de la que Zaragoza le dijo al sacerdote que contaban con «un templo a tener en cuenta» , se enfrenta ahora a restaurar los daños en el suelo del complejo y especialmente del templo, cuyas «peculiares baldosas se están levantando». A ello se une una huella blanca de humedad que «está aflorando sobre los ladrillos caravista que cubren el interior de la iglesia y han perdido su brillo».El agua se acumuló en mayor cantidad en torno al altar, la zona donde acaba la pendiente, llegando «justo hasta las peanas de las imágenes».
En estos momentos la parroquia trabaja para buscar la manera de «intervenir» en la recuperación de la construcción sin alterar su esencia. Además, los especialistas de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos la visitarán porque han visto interés patrimonial en esas cuatro paredes que se levantaron en los años setenta bajo las directrices de un arquitecto que rompió moldes en esta parroquia.
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