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Ha pasado la época de la siembra del arroz. Ahora los campos de la Albufera presentan una imagen casi idílica con todos de color verde. Pero hay excepciones y son aquellos puntos donde los flamencos hacen acto de presencia. Es el caso de ... los cultivos de José Felip que ha visto como, por segundo año consecutivo, estas aves le han destrozado el sembrado.
Felip lo tiene claro: «El paso de los flamencos me costó 70.000 u 80.000 euros el año pasado y este igual». Sus campos se encuentran en Sollana dentro del límite del parque natural de la Albufera y ya sufrieron las consecuencias de la presencia de estas aves el año pasado. «Este han vuelto. Se ve que recuerdan donde han estado y repiten», ha explicado el también delegado de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA) de Sollana.
A simple vista se ve el destrozo que han hecho los flamencos. Mientras el resto de campos están teñidos de color verde, los de Felip se muestran encharcados con matas de arroz dispersas entre los charcos. Por ahí han pasado las aves y han dejado su señal. «Da igual que cuelgues trapos de cañas para espantarlas o cañones de ruido. De poco sirven», ha resaltado José Felip.
De hecho, Felip va a tomar algunas medidas para frenar la llegada de flamencos, aunque no confía mucho en ellas. Así va a poner cañas con sábanas para tratar de espantarlos. Pero ya ha tenido la experiencia de ponerlo en un campo y ha sido un método muy poco efectivo porque estas aves han llegado igual. Tampoco confía demasiado en los cañones de ruido. «Estas aves se acostumbran a este sonido», recalca.
También duda de la efectividad de otros métodos utilizados por los arroceros para defenderse de los flamencos. Algunos incluso han llegado a colocar cocodrilos hinchables para intentar espantar a estas aves. Otros utilizan iluminación parpadeante como la que se suele colocar en las obras.
Ahora sólo le queda resembrar otra vez los campos de arroz. Aunque no son demasiadas las esperanzas puestas en este sistema. «Espero que el cereal que se ha salvado y el que que vuelva a sembrar me den lo suficiente para pagar la máquina recolectora», afirma este agricultor que ha visto como el trabajo de todo un año se ha ido al garete en una noche por el paso de los flamencos.
«Llegan por la noche, sobre las diez o las once, y cuando amanece se escapan. Esta mañana he tenido que ir a espantarlos. Pero no se han movido hasta que no he estado prácticamente encima, a su lado», ha resaltado. El daño que infringen los flamencos es doble. Por un lado, con sus largas patas destrozan los sembrados pateándolos y luego, con los picos, escarban en el suelo buscando animales y grano. Felip ha comparado la acción de estas aves con la de otras especies como los patos. «Estos vienen, comen algunos granos y se van pero no destrozan un campo», ha aclarado.
Felip, como también han pedido en varias ocasiones entidades agrícolas, ha demandado que la administración se haga cargo de los daños que están causando los flamencos, algo que por el momento no ha asumido la Generalitat. «Estas aves son muy bonitas y son un atractivo para los turistas. Pero no los agricultores no podemos ser los que paguemos la fiesta», ha destacado el agricultor de Sollana. En este sentido, ha añadido que «no puede ser que seamos nosotros los que mantenemos el parque y encima tengamos que hacer frente a estas consecuencias».
El arrocero ha explicado que va a intentar hacer llegar estas imágenes a la Generalitat para ver si recibe alguna compensación, pero tiene muy poca esperanza. «Para nosotros es mucho dinero porque supone un año de trabajo, pero para el Consell no es una cantidad tan importante», ha afirmado Felip.
No es la primera vez que un agricultor sufre las consecuencias del paso por su campo de una bandada de flamencos. A fines de mayo ya lo denunció otro arrocero situado en las inmediaciones del Racó de l'Olla. AVA también advirtió entonces que el volumen en el número de flamencos se estaba incrementando en el parque y que los arroceros iban a ser los que lo sufrieran.
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Desde la asociación de agricultores señalaron que los agricultores que sufrieran el paso de una bandada de flamencos se iban a ver obligados a replantar el arroz, con los sobrecostes económicos que esa labor extra supone.
La asociación solicitó a las administraciones que establecieran una partida presupuestaria destinada a compensar los perjuicios económicos que provocan los flamencos y otras aves en el cultivo del arroz. En este sentido, resaltaron que en la Albufera existe una importante concentración de fauna salvaje, pero que en algunos casos se había convertido en una plaga dañina. No consideraron justo que el coste de tener esta fauna, tan positiva para la sociedad recayera exclusivamente sobre los agricultores. «Si de verdad queremos una Albufera viva, con flamencos y arrozales, la Administración debe proporcionar unas compensaciones dignas», señalan desde la entidad.
En la misma línea, la organización agraria reitera «la necesidad de poner en marcha una estrategia integral que compatibilice la presencia de los flamencos con la sostenibilidad del cultivo del arroz, que desempeña una labor fundamental en la preservación de este espacio protegido».
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