«Cuando llegó la hora de mi cita ya se había ido el médico de la consulta»

Las impresiones de los profesionales coinciden. El déficit estructural de facultativos que arrastra la Comunitat se ha visto agravado este verano por una cantidad de sustitutos que no cubre a todos los médicos que disfrutan de su merecido descanso estival, situación que, de nuevo, está llevando al límite la asistencia sanitaria en la región, y no sólo en los centros de Atención Primaria. Los servicios de Urgencias hospitalarias y hasta las ambulancias SAMU están notando también esta carestía de facultativos que, irremediablemente, redunda en un incremento de las esperas de los pacientes, tanto para lograr una cita como para ser atendidos en las propias instalaciones, lo que perjudica a la calidad asistencial que se presta. La llegada masiva de turistas, sobre todo al litoral valenciano, el incesante goteo de casos Covid y la acumulación de patología banal no urgente -aquí la actitud del paciente tiene gran parte de culpa- agrava también la situación en la Comunitat.

«Lo que anunciábamos se ha confirmado y este mes de agosto ya se está viendo que está alcanzando dimensiones preocupantes», agrega Pedrera en relación a las críticas sindicales al plan de verano previsto por Sanidad; una programación que ya nacía con ciertas carencias a pesar de los esfuerzos del departamento autonómico. El propio conseller del ramo, Miguel Mínguez, advertía a mediados de junio que iba a ser muy difícil cubrir todas la plazas de médico por la falta de facultativos, especialmente de algunas especialidades y en zonas de difícil cobertura, ya que las bolsas en algunos casos estaban vacías. Y no se equivocaba a tenor del sinfín de casos que se reproducen durante estos días, alimentados, según los propios profesionales, por las poco atractivas ofertas y las condiciones laborales.

Así, y de este amplio listado, surgen algunos ejemplos llamativos. El centro de salud de Cárcer estuvo toda la mañana del 27 de julio sin médico, por lo que los pacientes no tuvieron más remedio que esperar a que se activara el servicio de Urgencias vespertino. Las Urgencias del hospital de Sagunto, según el sindicato CSIF, en agosto están siendo atendidas por seis médicos, en lugar de los nueve que, como mínimo, deberían prestar asistencia, mientras que de las guardias se encargan dos adjuntos, cuando deberían ser tres. En hospitales como el de Torrevieja o el General de Valencia la presión también es elevada.

En Picanya, «las plantillas están a dos tercios, sin sustitutos y asumiendo el trabajo de los que no están», como en Bonrepós, señalan desde Semergen. En un centro de salud de Castellón lamentan que «de 17 médicos, estamos nueve; y tres de los cinco pediatras». En Catarroja, en esta línea, «de nueve facultativos, tres de vacaciones y dos de baja por Covid. Nos han enviado un sustituto todo el mes y otro las dos últimas semanas»; mientras que en Alzira «hay incluso vacantes por cubrir». En otro de Valencia «hay una vacante por jubilación sin cubrir y ni rastro de sustitutos de verano», como ocurre también en el consultorio de la localidad de Moncada.

Desde Muro de Alcoy señalan que «sin sustitutos, la solución es minimizar la asistencia. A los pueblos a los que antes se iba cuatro días, ahora se va uno o dos, y a los que se iba cinco días, ahora tres». El departamento de Xàtiva-Ontinyent se ha visto obligados a cerrar consultas por la falta de sustitutos (como también confirman desde UGT).

Según fuentes de la citada sociedad, también se dan casos de médicos que renuncian a sus contratos en los consultorios auxiliares de playa y de cierre de consultas. Y agregan desde CESM-CV: «La tasa de sustitución de Atención Primaria está siendo en algunos centros de las grandes ciudades cercana al 0%, lo que implica un tercio de plantilla menos». Todo ello se traduce en largas esperas para obtener cita previa, que llegan a dispararse hasta las dos semanas, y menos tiempo para que el facultativo vea a los pacientes, con la consiguiente pérdida de calidad asistencial. Desde el Sector Salud, Sociosanitario y Dependencia de UGT Serveis Públics agregan que en Gandia hay consultorios de playa con horarios parciales por falta de facultativos, mientras que en Elda «están justos de personal médico tanto en Especializada como en Primaria y han cerrado los centro de salud por la tarde para que los mismos médicos puedan hacer guardias en el PAC». En el departamento Doctor Peset no se están cubriendo las vacaciones, y en la Ribera hay vacantes pendientes de cubrir desde mayo y jubilaciones mientras continúan las renuncias de personal facultativo, la última el pasado 26 de julio.

En el caso de las ambulancias SAMU el déficit de especialistas hace que tanto en Alicante como en Valencia «sigan saliendo algunas unidades sin médico»; situación que viene denunciando CESM-CV, desde donde alertan que hay una treintena de guardias de agosto pendientes de ser cubiertas por un facultativo.

Sobre ello, Pedrera explica que el plan aprobado por la conselleria -y que ha sido rechazado por todas las fuerzas sindicales- «no ha tenido efecto». «En primer lugar porque han hecho la oferta tarde y en segundo porque las cuantías propuestas son irrisorias, un auténtico insulto», resume. De hecho, prácticamente ningún médico se ha apuntado a la propuesta de cobrar cinco euros más por módulo de hora de guardia. «Pedimos 40 y nos han dado cinco, mientras que en Andalucía pagan 50. Sigue habiendo el mismo número de ambulancias sin facultativo, con el agravante del aumento de la afluencia de gente, que se está notando también en los servicios de Urgencias y Primaria».

Al respecto, desde CSIF alertaron que debido a la falta de personal, el SAMU que tiene su base en la localidad castellonense de Torreblanca se quedó el jueves de nuevo sin médico. Esto provoca, como viene alertando LAS PROVINCIAS, un importante riesgo para la seguridad del paciente al no contar con los profesionales especialistas en la materia encargados del diagnóstico.

«En los servicios de Urgencias y SAMU hay problemas de abastecimiento de médicos para cubrir esas plazas asistenciales. Y el problema es que tenemos una medicina a nivel de Urgencias y Atención Primaria que ha muerto desde el punto de vista de la capacidad de resolver la demanda de la población, situación que está enquistada desde la pandemia», insiste Blanquer.

Sanidad, para paliar el impacto del cese en mayo de los 6.000 refuerzos Covid, puso en marcha la creación de 5.159 nuevas plazas estructurales (a 30 de julio se habían cubierto 4.635 puestos, por lo que aún quedan vacantes 524) y, para el plan de vacaciones -sustituciones y refuerzos- ofertó 7.357 contratos, de los que se han cubierto 6.408, por lo que quedan pendientes 949. Desde la conselleria resaltan que «hay que tener en cuenta que todavía queda todo el mes de agosto y la mitad de septiembre para realizar los contratos que requieren los departamentos para cubrir las vacaciones del personal».

Además, el pleno del Consell aprobó el viernes incrementar en cinco millones de euros la partida presupuestaria para este año del programa especial de productividad para la prestación de módulos adicionales de refuerzo en los equipos de Atención Primaria. Esta cantidad se añade a la dotación inicial de ocho millones de euros.

«Vuelva usted mañana». 2022 y la sátira de Larra todavía hace justicia a la sociedad española actual. Elvira ha llegado puntual a su cita de las 13.30 horas en el centro de salud de Guillem de Castro. Ella estaba en la sala de espera, pero la consulta estaba vacía. «El médico ya se ha ido. Tiene que volver a llamar para pedir una nueva cita». A más de treinta grados, la mujer de 67 años ha hecho un viaje en balde.

Ahora sólo le queda volver a esperar y cruzar los dedos para que la próxima vez que le digan que vaya haya un médico disponible para atenderla. Hace muecas de dolor mientras mueve la muñeca de arriba a abajo, sin atreverse a realizar movimientos circulares. «No era muy urgente mi caso, pero quiero que me digan qué me pasa», señala.

Elvira vuelve a su casa conforme entró: sin respuesta para sus molestias. «Me da rabia». La mujer aligera el paso. Su nieta le espera con su marido. Ella se había sacado un hueco para acabar por fin con sus molestias. Todo para nada.

Pilar sale del mismo centro de salud con las manos cargadas de papeles y la incógnita de en qué punto estará su colesterol. «Me dijeron que habían recortado plantilla en el laboratorio y que tendré que esperar un mes para que me hagan la analítica». Hace 15 días que pidió cita. Se ha desplazado sólo para recoger en la recepción los formularios con la petición para que le realicen la prueba. «Como no es algo urgente me armo de paciencia y me espero», dice resignada.

Un mes es una dilación soportable para quien quiere hacerse una revisión rutinaria pero, para Nacho, el tiempo se ha detenido mientras observaba cómo se desvanecía su padre. El segundero del reloj ha sido su peor enemigo en los más de 30 minutos que ha tardado la ambulancia en acudir a su domicilio y llevar a su padre al Hospital Clínico de Valencia, en la calle Blasco Ibáñez. El chico espera noticias en la puerta de Urgencias del centro. No se le borra el susto de su rostro. «Mi padre tiene problemas de corazón. De repente no podía hablar. Tenía la visión borrosa», dice tratando de contener los nervios. Su hermana está dentro, acompañando al hombre, mientras que el joven de 24 años toma aliento, esperando no maldecir cada segundo de más que el SAMU ha tardado en aparecer.

Sentados en el bordillo o apoyados en el muro del hospital, más de una decena de personas esperan a recibir noticias de sus seres queridos que se encuentran dentro. Una familia sale por la puerta. Aliviados. Sujetan a una pequeña de unos cinco años que lleva el pie vendado. «Hemos estado cuatro horas sólo para que le hicieran una placa», comentan. Y se van deprisa. No hay tiempo que perder tras pasar toda la mañana en la sala de espera de Urgencias.

José lleva ya tres horas en ese hospital. Fuma un cigarro de liar. A cada calada que da, tose. «Tengo cáncer de pulmón». Cuando vieron los resultados de sus pruebas en el Centro de Especialidades del Grao, en la calle Padre Porta, le dijeron que acudiera al Hospital Clínico de inmediato. En su brazo derecho cuelgan las vías de otras dos pruebas que le han realizado en Urgencias.

«Van muy lento. Luego me llaman, me hacen otro análisis, y me dicen que me espere para la siguiente prueba». El hombre de 56 años está enfadado de tanto esperar. Agobiado de estar en una sala abarrotada de gente. «Dentro está saturado». José está harto de no tener otra distracción en toda la mañana que no sea salir a la puerta para fumar un cigarro.

«¿Cómo es posible que tarden casi tres horas en hacerle una prueba a mi hija si sospechan que tiene una pulmonía?». Adrián aguarda en la acera de enfrente de Urgencias a que le digan qué le pasa a su niña de tan sólo 4 años. Ni siquiera se ha atrevido a desplazarse al bar que está tan sólo a unos pasos. Quiere estar al tanto de todo. Su mujer le va informando por teléfono a cada instante.

Ya le han advertido que sospechan que la pequeña tiene una pulmonía, pero la familia lleva casi tres horas esperando a que le realicen la prueba que confirme el diagnóstico. «Los niños se agobian mucho de esperar tanto ahí dentro», lamenta Adrián.